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El Economista
Las aerolíneas vivieron un mercado cargado de turbulencias. Las altas expectativas tras una potente recuperación poscovid, en la que los usuarios estaban dispuestos a gastar lo que hiciera falta tras el ahorro generado por la pandemia (el conocido turismo de venganza), chocaron con una nueva realidad.
Ahora las empresas no tenían esa demanda prácticamente incondicional y el poder de fijación de precios que les había concedido. En consecuencia, las firmas vivieron unos meses estivales complicados a medida que iban asumiendo que entraban en una nueva etapa con peores márgenes. Sin embargo, un salvador inesperado ha aparecido y no solo ha aliviado la tendencia, sino que ha logrado que el sector viva una sucesión de subidas frenéticas: el petróleo.
Si a mediados de junio el precio de referencia europeo (Brent) estaba en los 87 dólares el barril, ahora está luchando por no perder la cota psicológica de los 70 dólares.
Un cambio completo de paradigma que ha venido de una enorme caída de la demanda por parte de Asia en un primer momento y luego la asunción poco a poco de que la materia prima se enfrenta a un superávit con un potente suministro de fuera de la OPEP, (en particular de EEUU).
Sin embargo, esta potente caída ha encontrado un nuevo aliado en el propio cártel, con Arabia Saudí abriendo la puerta a reducir sus recortes voluntarios para evitar seguir perdiendo cuota de mercado.
En consecuencia, las aerolíneas han visto una auténtica revolución, pues ahora las perspectivas son de unos mayores márgenes gracias a un gasto clave reducido muy sensiblemente.
El ETF que reúne a las principales firmas aéreas de Europa (iShares Europe 600 Travel) sube un 20% desde que tocó suelo el 5 de agosto. IAG, desde entonces, ha experimentado una subida del 31,2%, mientras que Lufthansa y Air France matizan su mal año con alzas del 22% y del 17% respectivamente. Ryanair hace lo propio un 17%. En este mismo periodo Southwest Airlines. Avanza un 26%, misma subida American Airlines.
Por su parte United Airlines se dispara un 55%. Aunque el auge se ha acelerado en las norteamericanas tras unos convincentes resultados de Southwest esta misma semana.
Para entender el porqué de este giro hay que explicar que el gasto en combustible supone cerca de un 28% de todo el gasto que tienen las aerolíneas, según datos de IATA.
Esto provoca que estas firmas sean realmente sensibles a los cambios en el precio del crudo. De hecho, se ve claramente en uno de sus últimos informes sobre el mercado petrolero y el consumo de las aerolíneas, publicado el pasado mes de junio.
En este se ve cómo en 2023, a pesar de que se consumieron menos galones de combustible que en 2019 (92.000 millones frente a los 96.000 millones de entonces) el gasto el año pasado fue de 271.000 millones de dólares frente a los escasos 190.000 millones de la era pre pandemia.