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Por Elías Prieto Rojas
Cada ser humano procura hacer planes para el año que viene, y es deber discernir y visualizar resultados positivos; y escuchar la voz de la conciencia para dilucidar la agenda precisa del 2022, es nuestro compromiso como individuos capaces de aplicar la justicia y la solidaridad en beneficio de quienes nos rodean para así ayudar a construir la paz.
El Papa Francisco Bergoglio en su mensaje de navidad enfatiza que son tres los caminos para consolidar la paz social y destaca la humildad -primer camino-, como virtud y valor central citando una frase que orienta:
«La humildad es saber ponerse en discusión».
El Nuncio apostólico en Colombia, Luis Mariano Montemayor, al ser entrevistado por el Canal Caracol, precisa, al respecto, que nadie tiene la verdad absoluta y que por ello es inevitable ponernos en discusión, es decir, escuchar a la otra parte, dejar a un lado la soberbia, ofrecer alternativas de solución, y si es preciso quedarnos callados si con el silencio se beneficia la reflexión y el entendimiento.
Y que no se trata de ganar o de perder, sino más bien de servir de puente para una comunicación más asertiva y que nos ayude a decantar lo que nos hace ser criaturas de Dios: buenos amigos, vecinos, esposos, hermanos, padres, en definitiva: ser humildes significa no ser egocéntricos, y si por el contrario vivir más en procura de ayudar, antes que de criticar.
Y las palabras del Papa:
“El narcicismo de la cultura contemporánea lleva a un egoísmo craso, a romper todos los vínculos de solidaridad”.
El segundo camino, que cita el Papa Francisco Bergoglio:
El Diálogo entre generaciones.
Esta frase se debe repetir, una y otra vez, para que cale y vuelva a calar y otra vez cale en las mentes y en los corazones de la humanidad; y tiene que ver con la comprensión entre las generaciones.
Qué no se abra más la brecha, ni se ahonde en las diferencias que suscitan rebeliones. En otras palabras, que no se avive el fuego de la incomprensión entre los jóvenes y los experimentados seres que circulan sobre el planeta.
«Si el joven supiera y el viejo pudiera», es una frase que recogimos de las redes sociales y que retrata de cuerpo entero la sabiduría que es necesario rescatar.
El joven, ya lo sabemos: es ímpetu, osadía, fuerza, capacidad para crear, fortaleza en cuanto que la resistencia le ayuda a cumplir con metas y propuestas. Tiene sueños. «Son briosos corceles que dominan la pradera», y eso nadie lo puede discutir. Sólo que necesitan…
Del “viejo” que es sabiduría, reflexión, paciencia para hilvanar e ir despacio; el paso a paso: siempre en el plan de visualizar y vivenciar, con absoluta destreza, todo aquello que es benéfico para la sociedad.
Es necesaria la experiencia, y que no es otra cosa que aprender de los errores.
Por eso alguien dijo que la experiencia no se improvisa.
Que el joven aprenda a escuchar a sus mayores para que pueda asumir con mayor claridad sus propios riesgos. Pero que el “viejo” no desprecie jamás la impetuosidad del joven que apuntará al experimento, a dilucidar de acuerdo con sus criterios de conquistador, puesto que aún hay tiempo para acometer grandes empresas e ir en la búsqueda de su propia realización.
“Quien ama las cosas fáciles jamás será un conquistador” …
Frase que tiene su razón de ser; y son los jóvenes con su espíritu de aventura los llamados a darle cuerpo y forma a la cristalización de nobles ideales y de todo aquello que intentará riqueza y bienestar para la raza humana.
El diálogo entre generaciones es una premisa fundamental para generar una convivencia que concilie los ánimos y centre la atención en el credo humanístico, y que fue llamado por los griegos:
“El hombre centro y medida de todas las cosas”.
Y aclara el Santo Padre que es la educación bastión fundamental y necesario para intentar, siempre con base en el conocimiento, las soluciones que nos permitirán hacer frente a los diversos desafíos que demanda la realidad y cuya lectura, reflexión y orientación siempre emanará de espíritus instruidos y sabios quienes son los llamados a sortear dificultades y aportar luces para la justicia, igualdad y el desarrollo de los pueblos.
Y, por último, el Papa conmina a todos y cada uno de quienes nos sentimos comprometidos con la solidaridad y el servicio al prójimo y nos invita a trabajar por la dignidad humana.
Este es el tercer camino. Trabajar por la dignidad humana.
Nada es más importante en los actuales momentos que una mayor conciencia y sentido de pertenencia con la raza humana. Que se respeten los derechos humanos. Los valores fundamentales.
Que entre todos podamos protegernos. Y habrá que poner en la mesa de las discusiones la interpelación constante y continua y que se rescate la premisa central según la cual mientras haya dignidad habrá libertad… de expresión, empresa, trabajo…
Aceptar las diferencias es tolerancia. Cada cultura tiene derecho a existir. Cada individuo, niño, joven, anciano, niña, mujer, dama, vieja, merece ser tenida en cuenta y lo mínimo que podemos hacer como sociedad es respetarles su derecho inalienable a la vida.
Construir una sociedad más justa es el compromiso superior de todos los mortales. Y es el ideal del año 2022. Y contra todo escepticismo se debe levantar incólume la fe y la esperanza.
Voluntad e inteligencia: virtudes fundamentales de cualquier civilización en aras de la supervivencia.
Y mientras haya vida, habrá posibilidades.
Y el progreso es de todos.
Y todos estamos comprometidos en el nuevo año.
Diciembre 28 de 2021.