
Una investigación pionera demuestra que el resurgimiento económico de Europa tras su época más oscura comenzó en los Alpes, y no en las grandes capitales.

News Press Service
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A mediados del siglo VII, Europa comenzaba a salir lentamente de una de las etapas más sombrías de su historia.
En un mundo que apenas se recuperaba del colapso de las estructuras romanas, de plagas devastadoras y de un clima hostil, algo extraordinario ocurrió: un cambio económico silencioso pero profundo que cambiaría para siempre la historia monetaria del continente.
Lo sorprendente es que no lo supimos hasta que un grupo de científicos perforó un glaciar en los Alpes suizos.
Un estudio liderado por un equipo internacional de historiadores y climatólogos, y publicado en la revista Antiquity, sacó a la luz nuevas pruebas que vinculan el cambio del oro al uso de la plata en la acuñación de monedas con un inesperado repunte en la minería de metales en torno al año 660 d.C.
El rastro no se halló en ruinas, ni en monedas antiguas, ni en textos medievales, sino en el interior helado del glaciar de Colle Gnifetti, en la frontera italo-suiza.

Gracias a una tecnología puntera de análisis por láser en capas ultrafinas de hielo, los investigadores lograron reconstruir año a año la contaminación por plomo en la atmósfera de Europa occidental.
Y lo que encontraron fue revelador: un aumento notable y sostenido en la concentración de plomo entre los años 640 y 670, que coincide con los primeros pasos del sistema monetario basado en la plata.
El legado congelado de un desastre volcánico
Para entender el valor de este hallazgo, hay que retroceder más de un siglo antes, al año 536 d.C., una fecha que muchos expertos consideran el peor año para estar vivo.
Un misterioso oscurecimiento del cielo, causado probablemente por una serie de erupciones volcánicas en cadena, desencadenó una pequeña edad de hielo, cosechas fallidas, hambre masiva, y finalmente, una pandemia: la peste de Justiniano.
Durante más de cien años, Europa vivió sumida en una combinación de inestabilidad política, crisis climática y colapso económico. Las rutas comerciales se fragmentaron, los sistemas fiscales se hundieron y el uso del oro —símbolo de estabilidad imperial— comenzó a decaer.
No fue hasta el reinado del rey merovingio Dagoberto I, a mediados del siglo VII, cuando se produce un giro inesperado: la acuñación de monedas comienza a incorporar plata en proporciones cada vez mayores, hasta que finalmente, el oro es reemplazado casi por completo.
La pregunta que se han hecho los historiadores durante décadas es: ¿de dónde surgió de pronto toda esa plata?