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Por Elías Prieto Rojas
Cómo te atajamos si desde tu nacimiento nadie te detiene; algunos dicen que no existes y otros te meten en curvaturas del espacio, e infieren que la masa y las partículas de la materia son aún problemas que se deben resolver mientras tú sigues plácido devorando los misterios de cualquier atardecer; por lo demás es posible que pocos sepan de tu naturaleza, pero y para todos los mortales corres vertiginoso e ineluctable arrastras por el universo entero las incógnitas de una perfecta creación, aunque también es cierto que algún día tendrás que desaparecer… mientras tanto, cada uno de nosotros envejecemos como especie, como el sol o el ermitaño… Cómo podremos detenerte ahora que estamos lúcidos para seguir cantando, y cuál será nuestro destino si viajamos inexorable para ese otro lugar llamado olvido; sabemos que vives en los recuerdos y en los deseos y en la propia fantasía, como ese mar que te mira a la distancia y como ese viento que te desnuda al verte pasar; quisiéramos saber hacia dónde te diriges, y si es preciso conocer alguna brújula, o reloj sobre la tierra para invitarte, de corazón, a que te detengas mientras nosotros seguimos leyendo el periódico de ayer…
23. XII. 21