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Por Elías Prieto Rojas
Nuestras abuelas decían: piense para hablar y no hable para pensar, porque la gran mayoría de sentipensantes sueltan sus palabras de manera impulsiva; poca reflexión y demasiada imprudencia.
Y si le agregamos acciones que podrían ser virulentas, ya no para generar consensos ni buscar acuerdos, sino más bien para disputas, riñas, ofensas y hasta guerras y conflictos desatados…
Habremos de ser consecuentes. Lo ideal es pensar bien, sentir mejor y actuar positivo. Podríamos decir que así son las personalidades que triunfan.
Para iniciar diremos que las palabras nos indican que quien domina la lengua es sabio (literatura sagrada); de ahí se infiere que empecemos por rendirle reverencia a las palabras.
Respetándolas. Mi madre decía que la mejor palabra es la que no se habla, porque ellas tienen poder.
Por otro lado: “De la abundancia del corazón habla la boca”, lo asegura La Biblia.
Es el corazón que se expresa; el lenguaje de los sentimientos para ayudar en la higiene mental.
Porque para nadie es un secreto que quien engaña terminará enredado en sus propias redes.
Los sentimientos y las creencias de cada quien merecen respeto profundo siempre y cuando no atenten contra la especie ni sean obstáculos insalvables para la convivencia social.
Estupro se le llama al delito sexual el cual consiste en “prometer para meter y luego no cumplir con lo prometido”.
El engaño se castiga. Y manipular sentimientos es el oficio inicial de los dictadores y el ultimátum de quienes abusan entiéndase estafadores y demás…
Y para completar es necesario dar ejemplo el cual consiste en generar acciones que conduzcan a la paz. Conductas. Es la praxis. Nada diferente actuar bien. Es ley del buen ciudadano. Ser mejores personas antes de cualquier otra opción.
Para que no se olvide.
En alguna ocasión escribía:
“El arte de hablar es el arte de persuadir. El desarrollo de la inteligencia va hasta donde encontremos palabras. La comprensión del mundo llega hasta donde utilicemos palabras.
Y debemos agregar que otra vez se agrega en las sagradas escrituras:
“Al principio fue el verbo y el verbo se hizo hombre”
“Una palabra bien dicha calma multitud de contiendas”.
Dos anteriores axiomas para sustentar que el vehículo de comunicación por excelencia son las palabras y que a diario la lucidez nos permite hacer un uso adecuado de ellas.
Porque se conoce el grado de educación de quien habla. Sin embargo, aquella frase que nos sirve de título no debería citarse jamás.
“Excúseme, lo lamento”.
Nada de eso. Acertar es el desafío, un lenguaje proactivo: “Le agradezco por la oportunidad, sabré aprovecharla”. O felicitemos: “Me siento muy feliz de saber que me recuerdas con cariño”. “O los felicito a todos por su excelente trabajo”, Cero críticas, ninguna ofensa, lejos de los peros, o de los sin embargo… cada vez que nos inventamos excusas nos alejamos del goce y del disfrute.
Para finalizar:
Un largo recorrido del aprendizaje y de la sabiduría empieza por saber escuchar; los líderes piden opinión, consultan, están atentos a las sugerencias, se rodean de espíritus superiores, son humildes, saben esperar.
Habrá que indagar y procurar poner en práctica.
Es la ruta de quienes orientan el camino y de los líderes de opinión. O del padre eficaz, o del amigo que motiva…
Mirar al frente y ni el pasado ni menos el futuro; vivir hoy…
3 de octubre 2023.