Bogotá. Marzo. News Press Service. CORABASTOS, la central de abastos más importante de Colombia se prepara para desarrollar una de las jornadas más importantes de cedulación digital los próximos 22, 23, y 24 del presente mes de marzo.
En coordinación con la Registraduría Nacional del Estado Civil y la Registraduría Distrital, implementa el gran evento con base en que por este estratégico lugar confluyen diariamente miles de personas como son trabajadores, empresarios, vendedores, campesinos, amas de casa y público en general para comercializar y adquirir productos de la canasta familiar.
Alexander Vega, registrador nacional; el gerente general de CORABASTOS, Francisco Javier Salcedo, Mauricio Cedeño, gerente comercial de la entidad y los registradores distritales Diana Biviana Díaz y Rodrigo Tovar Garcés son quienes encabezan y organizan el evento para proveer del documento al mayor número de personas aprovechando el gran movimiento de ciudadanos en ese sector de Bogotá.
CORABASTOS se encuentra ubicada en la localidad de Kennedy de Bogotá, en la Avenida Carrera 80 No 2-51, en una amplia área, y quienes deseen gestionar su cédula digital podrán ingresar por la puerta tres del edificio
Las instalaciones de la central de abastos estarán dispuestas para que toda la gente que asista allí y tramite su cédula digital, previo pago de $ 63.050, de manera fácil y oportuna.
MODERNIZACIÓN DEL ESTADO
La cédula digital permite dar cumplimiento a los planes de desarrollo y las políticas públicas que buscan hacer más eficientes y accesibles los servicios a cargo del Estado.
Colombia requiere de una identificación que permita habilitar el acceso a los servicios ciudadanos digitales del Estado y a las demás entidades que prestan servicios a través de internet.
Se recuerda que la cédula digital será la llave de acceso a las políticas públicas que buscan hacer más eficientes los servicios a cargo del estado, y por eso Colombia requiere de una identificación que permita habilitar el ingreso a los servicios ciudadanos digitales del Estado y a las demás entidades que prestan servicios a través de internet.
LLAVE DE ACCESO
La cédula digital será la llave de acceso, han explicado las autoridades, para que todos los colombianos accedan a servicios, rápido y confiables, garantizando la seguridad de sus datos; todo esto, aprovechando la tecnología de la información y las comunicaciones evitando trámites innecesarios.
Con la cédula digital se cumple con lo dispuesto en el Plan de Desarrollo y las políticas públicas para hacer más eficientes y accesibles los servicios a cargo del estado colombiano.
Colombia requiere de una identificación que permita habilitar el acceso a los servicios ciudadanos digitales del Estado y a las demás entidades que prestan servicios a través de internet.
Se recuerda qué desde diciembre del año 2020, la cédula digital empezó a ser expedida por la Registraduría Nacional del Estado Civil y a partir de entonces ha estado a disponibilidad de los colombianos
Por ahora, el documento, estará dirigido a aquellos que voluntariamente la requieran mediante el trámite de duplicado.
La entidad incluso señaló que en adelante los trámites de duplicado de cédula de ciudadanía que se desee actualizar, bien sea foto o firma, se atenderán bajo el formato de cédula digital.
CORABASTOS
Al estratégico lugar elegido por las autoridades para expedir la cédula digital, entran todos los días 12 mil toneladas de alimentos para darles de comer a los más de ocho millones de habitantes de Bogotá. A CORABASTOS concurren también todos los días, aproximadamente 6.500 comerciantes que allí trabajan además se los tres mil coteros que ayudan a llevar los bultos repletos de frutas, verduras, papa, yuca, arroz, arracacha, pescado y toda clase de productos que componen la canasta familiar de los colombianos.
En la noche llegan filas de camiones cargados repletos de productos para surtir las bodegas, y a partir de las tres de la mañana comienza la actividad complementada con los más de 1.500 personas que ofrecen tinto con arepas de queso, buñuelos; también en la madrugada brindan decenas de caldos de gallina que ayudan a muchos desafiar el frío, se exprimen centenares de jugos de naranja y en muchas ocasiones se vende tinto con ‘bajo’, es decir revuelto con aguardiente.
Los
negocios en CORASTOS son variados, allí se compran y venden por bultos y por
cargas cebollas que crecen a orillas de la laguna de Tota, las piñas dulces del
norte del Valle del Cauca, los maracuyás de las riberas del Alto Magdalena, las
papas criollas de Usme y de Chipaque o los duraznos que crecen a la mitad de
camino entre Sogamoso y Duitama entre muchísimos otros productos, suman 180.000
las personas que cada día —y en especial cada noche, una tras otra, todo el
año, con excepción del Viernes Santo y del primero de enero— llegan a esa
especie de ciudadela de los excesos del suroccidente de Bogotá.
AYUDAS Y SEGURIDAD
Ciento
ochenta mil entre quienes no se han tenido en cuenta los mendigos, que se hacen
presentes todas las noches, aunque no en abundancia. Saben que a pesar de que
allí cada gramo cuenta y cada fruto suma, hay muchos comerciantes que siguen practicando
la caridad convencidos de que algún dios se los multiplicará. Saben que
aquellos vendedores que se han ganado una muy buena fama por la calidad de sus
productos desechan los frutos o las hortalizas que les llegan con alguna
magulladura o pasados de punto. Los tiran al piso sin consideración, en
pequeños arrumes que más tarde recogerán los encargados del aseo, y de los
cuales los más necesitados realizan una selección para rescatar aquellos
alimentos a los que todavía se les puede sacar algún provecho.
Y dicen que no son solo mendigos los que ayudan a hacer más ligera la carga de
los responsables de levantar la basura: también algunos rebuscadores que así y
solo así pueden ofrecer por 1000 o 2000 pesos almuerzos abundantes que están
más del lado del corrientazo que del ejecutivo. Ojos que no ven…
Otros que no forman parte de las estadísticas oficiales, pero que también
visitan Corabastos cada noche, son los atracadores. Muchos de ellos
provenientes de un barrio aledaño llamado oficialmente María Paz, pero
popularmente conocido como El Cartuchito, saben que entre su mundo de escasez y
el mundo de la abundancia de la central de abastos no hay más que una puerta
por la que hace mucho tiempo aprendieron a colarse, casi siempre fingiendo ser
braceros o ayudantes en alguno de los muchos oficios de fuerza que allí se
desempeñan.
A pesar de que cada bodega cuenta al menos con un par de vigilantes y muchos
otros recorren de punta a punta el inmenso predio con sus chalecos eléctricos,
a pesar de que hay incluso una estación de Policía destinada con exclusividad a
la central, a pesar del ojo atento de los comerciantes, que han aprendido a
hacerse guiños ante los sospechosos, es rara la noche en que no se reporte al
menos un atraco. Son tantos los recovecos en el interior de las bodegas, es tal
la algarabía y la confusión en los días de mayor venta, que las estadísticas
siempre llevan alguna mancha.
La tentación es muy grande: con excepción de algunos puestos en las bodegas de
granos y procesados, en todos los demás los negocios se realizan en efectivo. Y
hay compradores que llegan con camiones vacíos que llenan hasta el tope para
surtir otros mercados, restaurantes elegantes, comederos populares e infinidad
de tiendas de barrio. O que vienen de otras ciudades, como Daniel Murcia, que
dos veces a la semana viaja desde Tunja —sí, desde Tunja, a pesar de que Boyacá
es quizás la principal despensa de la capital— para surtir su mercado con
frutas y verduras de otras regiones. Todos saben, compradores y amigos de lo
ajeno, que comerciantes como él suelen llevar en sus bolsillos varios millones
en billetes recién sacados del banco.
Así transcurren todos los días y todas las noches las actividades en CORABASTOS que se constituyó el 6 de marzo de 1970 encargada de racionalizar el sistema de mercadeo de alimentos y organizar su distribución