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La biodiversidad sostiene “silenciosamente” el bienestar de la humanidad
El bienestar humano depende en gran medida de los bienes y servicios que proveen la biodiversidad y sus ecosistemas, concepto conocido como “contribuciones de la naturaleza a las personas” o también “servicios ecosistémicos” (IPBES, 2019). Sin embargo, los procesos de la biodiversidad en muchos sentidos son “silenciosos” e “invisibles” (difícil de ver), difíciles de dimensionar en sus diferentes niveles (genes, especies y ecosistemas), pueden ser muy variables en tiempo.
Lo anterior explica en parte el que las sociedades humanas modernas no hayan incluido a la naturaleza como elemento estratégico de la planeación del desarrollo, en las instituciones y en el mercado.
A diferencia de otros procesos, como el adelgazamiento de la capa de ozono o el cambio climático, que aún pueden ser reversibles, la actual crisis de biodiversidad en ciertos lugares tiene magnitudes que están acumulando cambios en la riqueza, estructura y función de los ecosistemas a niveles potencialmente irreversibles o que ya que han alcanzado la irreversibilidad.
Los científicos, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos han emitido numerosas alertas por el retraso en atender de manera prioritaria la crisis por la pérdida y degradación de la biodiversidad, subrayando la gravedad de las consecuencias potenciales. La inacción o la acción insuficiente se debe en parte a la dificultad de implementar respuestas transversales de forma sistémica.
Aunque existen múltiples instrumentos de políticas que abordan de forma parcelada distintas áreas de la producción y consumo, hay un atraso en el ejercicio pleno de las mismas en la región (PNUMA, 2020).
Se puede ver una abstracción del impacto que tendría un sistema de cambios coherentes y articulados entre sí en comparación con el sistema inercial actual.
Estudios con distintos escenarios futuros muestran que no hay ganadores si se continúa con el sistema inercial actual, por lo que no actuar no es una opción (World Bank, 2021). La pérdida y degradación de la biodiversidad es un tema crítico para América Latina y el Caribe dada la dependencia de su extraordinario patrimonio biocultural para su desarrollo. La biodiversidad es un activo fundamental que representa una parte elevada de la composición de la riqueza nacional. Por ejemplo, en 2018 se estimó que la bioeconomía representó entre 12,8% y 15,7% del PIB de Costa Rica (CEPAL, 2023). Al mismo tiempo, la región enfrenta en su territorio uno de los mayores grados de riesgo del mundo para su biodiversidad marina, terrestre y de agua dulce