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IPS
IQUITOS, Perú – En medio de la ciudad de Iquitos, la capital de Loreto, en la Amazonia norte de Perú, se fundó el barrio de Belén, también llamado la Venecia Amazónica o la Venecia de América.
Casas de madera, apiñadas y descuidadas, enclavadas en las orillas y que parecen flotar cuando el río Itaya sube su caudal. Una corriente, que además de canoas y botes para transportar a la gente, viene siempre cargada con bolsas, botellas y demás desperdicios que convirtieron a esta cuenca del Amazonas en el relleno sanitario de todo Iquitos.
Los bosques amazónicos conservan 20 % del agua dulce del planeta. Solo el lado peruano contiene más de 97 % del agua disponible en el país, según la Autoridad Nacional del Agua (ANA).
En una clasificación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Perú es la octava nación del mundo con más disposición del líquido elemento. Sin embargo, la situación es crítica: siete de cada 10 personas en la Amazonia ―e incluso 9 de cada 10 en algunas regiones― carecen de acceso a servicios de agua y saneamiento, según un estudio de World Vision.
El cambio climático o crisis climática va jugando su rol, impactando en la calidad de vida de los pueblos amazónicos. Haciendo que el río se desborde más de lo habitual en época de crecida y se seque más de la cuenta el resto del tiempo.
En este año, se está viviendo una sequía hidrológica en la Amazonia que aisla a poblaciones en Perú y que en Brasil afectó a más de 600 000 personas solo en el estado de Amazonas. Año tras año, la situación de Belén y gran parte de los pueblos amazónicos se va complicando en varios frentes. Eso sin contar la contaminación proveniente de la minería ilegal, la tala y las industrias extractivas.
“Es la máxima ironía, las familias que viven en la cuenca de la masa de agua más importante de la Tierra no tienen acceso a agua limpia, los niños y las niñas mueren de enfermedades infecciosas prevenibles y muchos se enfrentan al hambre”, afirmó Joao Diniz, miembro del consejo directivo de World Vision América Latina y el Caribe.
Urbanismo amazónico
En el año 2012 un incendio destruyó unas 200 casas en el barrio de Belén. Ese trágico suceso hizo que el gobierno empiece a buscar mejores alternativas para asentar a esta población. Es así que en 2016, trasladaron a alrededor de 2600 personas a la Nueva Ciudad de Belén, a unos 12 kilómetros de distancia.
No sufrirían más por los vaivenes de un río afectado por el cambio climático y tampoco por los deshechos que flotaban en las puertas de sus casas.
La creación de la Nueva Ciudad de Belén hizo que el Ministerio de Vivienda de Perú lanzara unas convocatorias para realizar proyectos urbanísticos que ayuden a sus pobladores.
“Nos interesaba mucho abordar la arquitectura y el urbanismo desde el lado medioambiental, teniendo en cuenta los impactos del cambio climático en la Amazonía”, dijo la arquitecta Belén Desmaison, que, al ver la convocatoria del gobierno, organizó al equipo que se embarcaría en un viaje lleno de retos. Le
llamaron Proyecto Ciudades Auto Sostenibles Amazónicas (Casa) – Pucp.
Es así que con el apoyo del Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (Ciac), de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Pucp) y la Universidad de Londres (UCL) se aventuraron en esta idea.
De 2018 a 2019, Casa brindó recomendaciones para la mejora del proceso de reasentamiento para el barrio de Belén. El alcance del proyecto era un nuevo asentamiento de 2500 casas para 16 000 personas. Además de planificar la construcción, Casa analizó las posibilidades de mantenimiento y adaptación a los cambios medioambientales y sociales.
“La Amazonia es muy cambiante. Los ríos se mueven, cambian de cauce, sube y baja el caudal. En los últimos años las sequías han sido más persistentes. Tenemos que pensar en un todo”, comentó Desmaison, actual coordinadora de Casa, que espera que estos proyectos puedan ser aceptados por las autoridades, ya que “ellos son los que tienen que llevar todo lo que estamos trabajando en la academia, a la realidad”.
Una realidad que impacta. No solo es el cambio climático, la correcta disposición de la basura o las sequías, sino también las actividades extractivas como la minería y los hidrocarburos, que “contaminan y cada vez las personas de la Amazonia tienen agua de menos calidad”, declaró Kleber Espinoza, también coordinador de Casa.
Luego de realizar el plan de reasentamiento en la Nueva Ciudad de Belén, iniciaron una segunda fase (2018-2021). Crearon un prototipo: celosía bioclimática expandible. Esta construcción almacenaría el agua de lluvia y estaría integrada a una cocina ecológica.
“En lugar de tener tanques [de agua] elevados, todo se almacena en tubos de plástico y tiene su propia energía [paneles solares], que no está conectada a la red eléctrica. También tiene un baño seco. Es una casa bien equipada y económica”, dijo Eliazar Ruiz, responsable del mantenimiento de esta vivienda piloto y poblador de la Ciudad de Nueva Belén.
Este artículo se publicó originalmente en Diálogo Chino.
RV: EG