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FMI
Por Era Dabla-Norris , Vitor Gaspar , Marcos Poplawski-Ribeiro
Los importantes cambios de política en curso han aumentado la incertidumbre global. La serie de recientes anuncios arancelarios por parte de Estados Unidos y las contramedidas de otros países han incrementado la volatilidad de los mercados financieros, debilitado las perspectivas de crecimiento y aumentado los riesgos.
Esto se produce en un contexto de crecientes niveles de deuda en muchos países y de unas finanzas públicas ya sometidas a tensiones, que en muchos casos también deberán afrontar nuevos y permanentes aumentos del gasto, como en defensa.
El aumento de los rendimientos en las principales economías y la ampliación de los diferenciales en los mercados emergentes complican aún más el panorama fiscal.
Proyectamos que la deuda pública mundial aumentará 2,8 puntos porcentuales este año, más del doble de las estimaciones para 2024, lo que elevará los niveles de deuda por encima del 95 % del producto interior bruto.
Es probable que esta tendencia al alza continúe, y que la deuda pública se acerque al 100 % del PIB para finales de la década, superando así los niveles de la pandemia.
Estas cifras se basan en las proyecciones de referencia de Perspectivas de la Economía Mundial , que reflejan los anuncios arancelarios realizados entre el 1 de febrero y el 4 de abril.
En un contexto de considerable incertidumbre política y un panorama económico, la política fiscal se enfrenta a disyuntivas cruciales: equilibrar la reducción de la deuda, crear reservas ante la incertidumbre y satisfacer las necesidades urgentes de gasto ante perspectivas de crecimiento más débiles y mayores costos de financiamiento. Superar estas complejidades será esencial para impulsar la estabilidad y el crecimiento.

Riesgo de mayor deuda
Los riesgos de la deuda ya eran elevados. Según el informe de deuda en riesgo del Monitor Fiscal , que utiliza datos hasta diciembre de 2024, en un escenario extremadamente adverso, la deuda pública mundial podría alcanzar el 117 % del PIB para 2027. Esto representaría el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial, superando las proyecciones de referencia en casi 20 puntos porcentuales.
Los riesgos para las perspectivas fiscales se han intensificado aún más. Los niveles de deuda podrían superar las estimaciones de deuda en riesgo si los ingresos y la producción económica disminuyen de forma más significativa que las previsiones actuales debido al aumento de los aranceles y al debilitamiento de las perspectivas de crecimiento.
Además, la creciente incertidumbre geoeconómica podría incrementar los riesgos de la deuda, impulsando la deuda pública a través del aumento del gasto, especialmente en defensa.
También podría aumentar la demanda de apoyo fiscal para quienes son vulnerables a perturbaciones graves derivadas de choques comerciales, lo que impulsaría el gasto.
El Monitor Fiscal estima que un aumento significativo de la incertidumbre geoeconómica podría provocar un aumento de la deuda pública de aproximadamente el 4,5 % del PIB a medio plazo.

Las condiciones financieras más restrictivas y volátiles en Estados Unidos podrían tener un efecto dominó en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, lo que se traduciría en mayores costos de financiamiento.
Esto impacta significativamente los precios de las materias primas, resultando en precios más bajos y una mayor volatilidad. Las limitadas mejoras fiscales podrían aumentar aún más los riesgos derivados del aumento de las tasas de interés, especialmente porque muchos países tienen importantes necesidades de financiamiento.
Las altas tasas de interés podrían limitar el gasto esencial en programas sociales e inversión pública. Además, la reducción de la ayuda externa, debido al cambio de prioridades en las economías avanzadas, dificulta el financiamiento para los países de bajos ingresos.
Complejas compensaciones políticas
En un mundo incierto y en constante cambio, los países deberán, ante todo, sanear sus finanzas públicas. Esto implica implementar políticas prudentes dentro de marcos fiscales sólidos para fomentar la confianza pública y ayudar a reducir la incertidumbre.
La política fiscal debe priorizar la reducción de la deuda pública y el establecimiento y la ampliación de los márgenes de maniobra para afrontar las presiones del gasto y las crisis económicas.
Esto implica encontrar el equilibrio adecuado entre el ajuste y el apoyo al crecimiento económico, adaptado a la situación particular de cada país, los recursos disponibles y las condiciones económicas generales.
Los países con presupuestos públicos limitados deberían implementar planes de consolidación graduales y creíbles y permitir que los estabilizadores automáticos, como las prestaciones por desempleo, funcionen eficazmente. Cualquier nueva necesidad de gasto debería compensarse con recortes del gasto en otros sectores o con nuevos ingresos.
Para los países con mayor flexibilidad fiscal, es importante utilizar los recursos disponibles con criterio, dentro de planes a mediano plazo bien definidos.
El apoyo fiscal a las empresas y comunidades afectadas por graves dislocaciones comerciales debería ser temporal y específico, con un fuerte énfasis en la transparencia y la gestión eficaz de los costos.
En términos más generales, las economías avanzadas deberían abordar los problemas relacionados con el envejecimiento de la población mediante la reorganización del gasto, el impulso de las reformas de pensiones y salud, y la ampliación de la base impositiva.
En las economías emergentes y en desarrollo, la mejora del sistema tributario es crucial debido a los ingresos históricamente bajos. Los países en desarrollo de bajos ingresos deberían mantener el rumbo de los ajustes fiscales, dados los desafíos financieros.
La reestructuración oportuna y ordenada de la deuda, junto con dichos ajustes, es esencial para los países que enfrentan dificultades de endeudamiento.
Además, la política fiscal, junto con otras políticas estructurales, debería centrarse en impulsar el crecimiento potencial.
Esto puede ayudar a facilitar la difícil disyuntiva entre el crecimiento y la sostenibilidad de la deuda.
Por ejemplo, reformas bien diseñadas de las pensiones y los subsidios energéticos pueden generar ahorros que puedan destinarse a programas sociales e inversiones en infraestructura.
A medida que los importantes cambios en las políticas y la creciente incertidumbre transforman el panorama económico mundial, las perspectivas fiscales han empeorado.
Para afrontar eficazmente estos desafíos, los gobiernos deben centrarse en fomentar la confianza pública, garantizar una tributación justa y gestionar los recursos con prudencia. De este modo, pueden fomentar la resiliencia y promover el crecimiento sostenible en tiempos de incertidumbre.
—Este blog se basa en el Capítulo 1 del Monitor Fiscal de abril de 2025, “ Política fiscal bajo incertidumbre ” .