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Es lo que ha determinado un informe de la Oficina de Estadísticas Laborales, este jueves.
Según el documento, entre abril y junio, la economía de la superpotencia se contrajo por segundo trimestre consecutivo, a un ritmo anual del 0,9%, provocando así la caída del PIB. Dos síntomas de lo que se considera una recesion técnica.
Esta situación se debería a la inflación y a la crisis económica mundial derivada de la guerra en Ucrania.
Sin embargo, el Gobierno estadounidense no comparte este diagnóstico y considera seguir teniendo una economía robusta.
La Reserva Federal (Fed), y muchos economistas, tampoco consideran tener una situación económica tan trágica. La Fed espera lograr un «aterrizaje suave», según sus declaraciones, y conseguir una desaceleración económica que logre frenar los precios disparados sin desencadenar una recesión.
El informe llega en un momento crítico, en el que los consumidores ya han tenido que enfrentarse a los altos precios y al aumento de los costes de los préstamos.
El temor a esta recesión ha despertado la ansiedad del público sobre la economía y está enviando señales contradictorias.
Pese a que el sigue creciendo, los estadounidenses están perdiendo la confianza en la economía. Su evaluación de las condiciones económicas a seis meses vista ha alcanzado su punto más bajo desde 2013, según el grupo de investigación The Conference Board.
Con la proximidad de las elecciones de mitad de período de noviembre, el descontento de los estadounidenses perjudica directamente al actual presidente Joe Biden, cuya aprobación pública ha disminuido. Según el organismo de análisis político FiveThirtyEight, que publica cotidianamente el porcentaje de apoyo y desacuerdo de Biden entre la población, el 28 de julio de 2022, Biden contaría con la validación de un 39% de