

News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Cada día que pasa el desconcierto es creciente, la inestabilidad aumenta y la incertidumbre como un río crecido inunda todos los rincones de la madre patria y del planeta entero; y entre susto y tragedia lo único que nos queda es el escepticismo y la duda y también la desconfianza. Y como dijera aquel poeta lúbrico y bohemio: “el hombre es un ser aterrado”; y otro de los poetas, éste ya no maldito, anunció, en el reverso de sus poemas que, “cuando un hombre desconocido encuentra a otro, o lo mata, o le pregunta algo”; pues bien, ya estamos cansados de tanta muerte y hambrunas y guerras y corrupción y chismes y calumnias; lisonjas e injurias, que mejor dicho, como dijera otro de los vates, este sí habitante de calle: “sólo quienes han comido ajo pueden darnos palabras de aliento”; ahora mismo, tenemos que brindarle soluciones al desprevenido transeúnte que pulula y transita por decenas de huecos y pestilencia, asomándose, y haciendo cocos, entre alcantarillas y ratoneras de nuestra gran ciudad; señoras y señores: he descubierto el agua tibia (para mamarle gallo a tanto intelectual desocupado que no cree en nadie, ni en nada, como yo, otro más de los tantos soñadores, con varios libros listos para publicar, pero quien sigue parodiando la canción…

“no tengo dinero, ni nada que dar, lo único que tengo es amor para dar”… seré, siendo fiel a la causa, un líder servicial, filántropo para más señas, dedicado única y exclusivamente a brindar consejos para que vivamos mejor. Dicen los jóvenes: “Párenle bolas”. Lo primero que debemos hacer los humildes es creernos el cuento que podemos triunfar. O es que el exitoso come algo diferente a lo que devora el común de los mortales; nada: así como el ganador come frijoles, el perdedor también los engulle, lo único que cambia es el apetito. Regla, numero one: cambiemos la palabra apetito por ambición. Y no hay otra. Usted, mi amigo contertulio debe tener en sus tres letras, de frente, la palabra ambición. Y con mayúscula: ambición, apetito, ganas, coraje, enjundia, vehemencia y de ahí para adelante póngale sazón, u oficio, o experiencia, o como dijera ese gran pensador Edgar Morín, profundizar e indagar en el conocimiento pertinente; entre más reflexione, y analice, o conozca, o penetre, en los secretos del oficio elegido, mejor le irá porque “la práctica hace al maestro”. Después, templanza, puesto que el tesoro no se obtiene hurgando la primera vez, sino que es necesario hacerle, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis; y más veces, hasta ya cansado, ahora sí merecer el cofre pleno de dinero; en otras palabras, nadie se hace rico de la noche a la mañana, porque tiene que darle y darle hasta que le salga punta… y en ese trasegar y camino, de seguro que hallará muchos fracasos, de ahí la templanza -enseñado al sufrimiento-, pues el oro, para que salga de mejor calidad, debe pasar por temperaturas altas. Así de “fácil”. La esmeralda se le muestra al guagüero luego de remover miles de toneladas de tierra y barro, antes no.

Regla tetra, porque ya perdí hasta la cuenta: visualizar el éxito es clave, soñar con el triunfo es decisivo. Debo afirmar que anoche soñé con montañas de billetes verdes, y a la final reconocí que, como todos los días pienso en plata, dinero, lana, claro, después de two, three, comprendí lo que alguna vez me decía uno de mis jefes: “quién ama los verdes, la plata lo persigue”… Bese la pelota como lo hace Cristiano Rolando, o actuando o portándose, como a diario lo hace Messi, que en este momento entrena, o habla con su director técnico, o patea al marco, o dribla a uno, dos, o a tres, y sueña con meter el gol de chilena, o chalaca, o de chanfle, en otras palabras, piense que todo le saldrá bien, no sin antes hacer los méritos para triunfar. Entrenar a diario es fundamental; quiero decir, no se quede entre las cobijas, salga a trabajar, de sol a sol, pero eso sí hágalo con inteligencia porque cuando el gran maestro dijo que “es necesario ganar el pan con el sudor de la frente, lo que quiso decir fue con la inteligencia, no tan sólo abriendo chambas, mejor siendo creativo, o también con la palabra de moda que se llama “reinventarnos”, como el ave fénix, resurgiendo de las cenizas. Debo parar acá un instante. Y citar a Lorenzo Benavides, el antagonista de Dionisio Pinzón, en la clásica película “El Gallo de Oro”, cuando el varón apostándole a sus gallos en el palenque, sentenciaba en tono altisonante y para que no quedara duda alguna… -Otra: arriesgue, no una, sino varias, cientos de veces… ¿por qué Max Verstappen es el piloto de fórmula 1, más rápido del mundo? porque arriesga al límite, porque mantiene el pie en el acelerador un metro más que sus oponentes; y ¿por qué es el más veloz del mundo? porque mete el pie en el freno un metro después que los otros; por esos “pequeños detalles”, es el más rápido del mundo, porque se expone, arriesga más; para tener un pollo hay que comprar un huevo. Si usted es medroso, o tacaño, poco consigue; demostrarle al mundo que usted es generoso, sirve para que los otros no lo vean como un avaro; mejor un hombre pudiente, pero no como los ebrios que ordenan: “cervezas para todos”. En definitiva, tenga los pies sobre la tierra, no gaste más de lo que gane, ahorre dinero, guarde para su futuro, y no hable tanto, mejor produzca utilidades a cada minuto, porque una onza de práctica equivale a dos libras de teoría; quiero decir, por más que aparente, la fortuna sólo se le da a los previsivos, pero también a los astutos; por eso admiro, aunque también compadezco, a los políticos, los cuales se ufanan de hacer obras en beneficio del pueblo y por ello sueltan la lengua como “perro tomando leche”, jactándose de ser transparentes y pulcros en el manejo de la cosa ajena; sólo debo concluir que lo único rescatable, después de viejo, y sin beber alcohol, sólo agua pura, es confesar que sólo creo en la virginidad de mi suegra, en nadie más creo; ¡ah! y tal vez en Sísifo que sigue cargando hasta la eternidad su piedra viva. Y como para variar, soy sincero, como Pilatos quiero decirles que “yo me lavo mis manos”.