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ANIF
La contracción de 14,6% anual en el número de nacimientos en Colombia evidencia el cambio demográfico al que nos enfrentamos y la necesidad de conocer las dinámicas de los adultos mayores para pensar en políticas públicas que satisfagan sus necesidades.
En términos de la situación laboral, se observa que a medida que aumenta la edad de los trabajadores también se incrementa la proporción de los que tiene un trabajo como cuenta propia (47,2% para los adultos entre 50 y 54 años vs. 78% para aquellos que tienen más de 75 años). Esto suele asociarse con mayores niveles de informalidad.
Según la Encuesta MiPyme de ANIF, cerca del 30% de los tomadores de decisiones en las empresas tiene 50 años o más. Además, los adultos de más de 75 años mencionan la necesidad de complementar su ingreso como la segunda razón más importante para haber creado su empresa.
Estos datos revelan la existencia de una desprotección de las personas durante la vejez. Se requiere pensar en políticas que garanticen y mejoren el bienestar de los adultos mayores, así como en políticas que permitan aprovechar su capacidad productiva.
Diseñar un mercado laboral y un entorno de protección económica y social que incluya a esta población debería ser una prioridad. La semana pasada el DANE compartió los resultados de defunciones y natalidad para el primer trimestre de 2024, volviendo a poner sobre la mesa la discusión del cambio en la pirámide poblacional colombiana.
Para el periodo de estudio, se registró una disminución en los nacimientos de 14,6% con respecto al primer trimestre de 2023, lo que sugiere una reducción cercana a 25.000 bebés nacidos vivos. En contraste, las defunciones aumentaron 2,3%, es decir, un aproximado de 2.000 muertes adicionales.
Esto refleja un envejecimiento de la población, situación que se ha venido observando los últimos años. Ante este aumento en la cantidad de adultos mayores en el país es importante pensar en estrategias que les ayuden a tener una buena calidad de vida.
En este documento se realiza una breve caracterización de la población de adultos de 50 años o más. El objetivo es tener un panorama sobre la situación en la que se encuentran para entender qué iniciativas deberían empezar a priorizarse para garantizar su bienestar.
Al considerar que este grupo etario es heterogéneo, se desagrega la población entre los 50 y los 75 años en 6 subgrupos de 5 años cada uno y se agrupa la población de más de 75 años para analizar más detalladamente la población mayor. Para empezar, se analizó la situación laboral de estas personas.
En términos de posición ocupacional de las personas de 50 años o más, se observa que, para todos los grupos etarios, el trabajo como cuenta propia es aquel que predomina. Llama la atención que, a medida que aumenta la edad, este tipo de posición incrementa su participación.
En efecto, mientras 47,2% de los adultos de 50 a 54 años son trabajadores cuenta propia, el porcentaje asciende a 78% en el grupo de más de 75 años.
En contraste, la proporción de adultos ocupados como “obreros o empleados de empresa particular o gobierno” disminuye a medida que aumenta la edad del grupo poblacional. Específicamente, en el primer grupo, el 40% es un obrero o empleado, mientras que en el grupo de más de 75, la proporción es de tan solo 7,3%.
Luego, se analizaron los resultados de la Encuesta MiPyme de ANIF, desagregando por los mismos rangos de edad, para determinar la relación que las personas de 50 años en adelante tienen con las empresas: si son tomadores de decisiones en alguna o, si son dueños, las razones por las cuales las personas decidieron emprender.
Los datos revelan que más de una cuarta parte de los tomadores de decisiones en las empresas tenían 50 años o más, lo cual evidencia su capacidad productiva. En términos de las razones por las cuales decidieron empezar con su empresa, la identificación de una oportunidad de negocio es la principal razón para todos los grupos etarios.
Ahora bien, la segunda razón más importante para la decisión de emprender varía entre grupos: para los adultos entre 50 y 70 años poder ejercer su oficio, carrera o profesión es la segunda que más pesó, para el grupo de 71 a 75 años es la tradición familiar o la herencia, y iii) para lo de más de 75 años, es poder complementar el ingreso familiar y/o propio.
Estos resultados son desalentadores, pues revelan que entre más edad tenga el adulto mayor, se enfrenta a más problemas económicos que los obligan a buscar ingresos adicionales.
Si bien este es un análisis sencillo, se estudian variables que desde ANIF se han considerado importantes para comprender qué podría necesitarse en términos de políticas públicas para garantizar y mejorar el bienestar de los adultos mayores colombianos.
La posición ocupacional de los trabajadores suele usarse como proxy de formalidad o informalidad, lo cual permite sacar algunas conclusiones sobre necesidades que podrían suplirse.
En particular, es común que haya una alta correlación entre el cuentapropismo y la informalidad, así como una alta correlación entre los empleados particulares y la formalidad.
Así, los datos analizados implican que menos de la mitad de la población de 50 años o más es formal y evidencia los retos que existen en torno a la protección de los adultos mayores. Por un lado, quienes se encuentran cerca de la edad de pensión (57 años mujeres, 62 hombres) pueden tener dificultades para cotizar si sus condiciones laborales no se lo permiten, lo cual implica que cuando lleguen a la edad de retiro no contarán con la protección suficiente para su vejez.
Esta puede ser una de las razones por las cuales los adultos continúan trabajando más allá de la edad de pensión. Por otro lado, quienes continúan trabajando a pesar de haber cumplido la edad de pensión también se enfrentan a retos, pues si son trabajadores informales, sus ingresos pueden ser inestables, lo que afecta su situación económica y, por ende, su bienestar en edades en las que son más vulnerables.
Aunque las ayudas económicas para el adulto mayor pueden ser un alivio, son solamente una solución de corto plazo, que no es solución a lo que enfrentan. El envejecimiento poblacional requiere empezar a pensar en soluciones de un horizonte de tiempo más largo.