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Acostumbrados a pagar una de las gasolinas más baratas de América, los colombianos enfrentan un inédito aumento de precios desde que el Gobierno decidió reducir subsidios que aumentaban su déficit e iban en contra de sus promesas ambientales.
En octubre de 2022, dos meses después de asumir el poder, el presidente Gustavo Petro comenzó a ajustar los precios de la gasolina. Al 2 de mayo, ya valía 11.767 pesos por galón (2,5 dólares), 28 % más respecto a siete meses antes. Es el mayor aumento en los últimos cuatro años.
Y hay zonas del país donde el precio por galón ya superó los 12.000 pesos
El alza responde a la urgencia de Petro de reducir el gasto fiscal generado por el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fepc), un programa estatal que subsidia su costo desde 2007 para evitar un impacto en los consumidores.
Petro apuesta por eliminar esa carga para el Estado y usar los recursos liberados en mejorar la inversión social, cuando el hueco en el Fepc llega a los 36 billones de pesos (7.826 millones de dólares).
Además, el presidente considera que subsidiar los combustibles va en contravía de sus políticas ambientales para enfrentar la crisis climática, como suspender las actividades de exploración de petróleo y gas.
Las medidas golpean el bolsillo de los colombianos, quienes en marzo enfrentaron la mayor inflación en lo que va del siglo (13,34 % interanual) y su descontento permeó las redes sociales, identificó la unidad de verificación digital de la agencia
El contexto internacional avisa de los posibles efectos de subir los precios o controlar la distribución de combustible. En Ecuador las protestas acorralaron al Gobierno hasta forzarlo a bajar tarifas en junio de 2022 y en Bolivia, centenares de agricultores se manifestaron contra las restricciones impuestas por el Gobierno a la venta de diésel importado en las gasolineras.
El Fepc cubre la diferencia entre los precios del petróleo en el mercado internacional y el valor interno fijado por el Gobierno, bajo un modelo que perpetúa el déficit en las arcas del Estado.
Colombia, que produce el 80 % de la gasolina que consume a través de Ecopetrol, reconoce a esta empresa el valor internacional del combustible.
Pagarle a la petrolera un precio inferior al del mercado impactaría también en los ingresos fiscales del país, pues «sería otra forma de subsidio«, dijo a la AFP el experto Sergio Cabrales.
La situación se agravó en 2022, cuando los precios internacionales del crudo subieron a la par de su demanda tras la caída causada por la pandemia y la contracción de la oferta vinculada al conflicto en Ucrania.
Pero la administración de Iván Duque (2018-2022) mantuvo el subsidio, presionado por masivas protestas.
«Eventos como la pandemia o el estallido social de 2021 hicieron que el gobierno anterior prefiriera no subir el precio de la gasolina. Su capital político era inexistente«, explicó Hernando Zuleta, experto de la Universidad de los Andes.
La ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, asegura que el gobierno anterior dejó un saldo negativo en el Fepc de 15,9 billones de pesos (unos 3.550 millones de dólares), acumulado desde abril de 2022.
Pero las alzas del combustible decretadas por Petro no solo están encaminadas a cubrir la diferencia que dejó su antecesor, sino a reducir la brecha colombiana con el precio internacional.
«Aún sigue causándose un déficit, incluso con las alzas«, explicó el especialista Julio César Vera.
Así lo reconoce el Gobierno, que estimó que en 2023 gastará 26,3 billones de pesos (5.825 millones de dólares) para cubrir el adeudo, lo que prolonga la situación.
El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, coincide en que el galón de gasolina debe llegar a los 16.000 pesos (3,2 dólares) para alcanzar la paridad internacional.
Hasta ahora, la medida no ha tocado los precios del diésel, usado para el transporte de materias primas y de pasajeros, tratando de evitar un impacto mayor sobre la inflación.
AFP