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Banco Mundial
A medida que nos acercamos a la semana de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), la agenda climática mundial se está definiendo en función de los intensos debates sobre el financiamiento relacionado con el clima. Sin embargo, la pregunta acerca de quién tiene acceso a este financiamiento es la gran ausente en estas conversaciones.
Se reconoce ampliamente que es necesario canalizar dicho financiamiento hacia los más afectados por el cambio climático. El tema está en el centro del diálogo sobre las pérdidas y los daños y fue un punto destacado en el discurso del secretario General de la ONU, António Guterres, con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, en que subrayó que es “una vergüenza que se deje desamparados a los más vulnerables, luchando desesperadamente por afrontar una crisis climática con cuya causa no han tenido nada que ver”, y argumentó que “el sistema financiero mundial debe formar parte de la solución climática”.
También ha sido clave en las negociaciones de la COP desde que se estableció el Mecanismo Internacional de Varsovia para las Pérdidas y los Daños en 2013.
Sin embargo, el mundo está lejos de hacer realidad esta visión. Se han destinado aproximadamente USD 4,8 billones para la acción climática, pero el 75 % de este financiamiento se ha invertido en los países de ingreso alto, y se estima que menos del 10 % llega a los niveles locales.
La respuesta, sin embargo, podría estar a nuestro alcance. En un reciente documento del CGAP, sostenemos que las finanzas inclusivas puede ser la forma más eficaz de distribuir el financiamiento climático a nivel comunitario y propiciar una transición justa y una acción climática realmente global.
Los servicios financieros son esenciales en cualquier acción climática que las personas quieran llevar a cabo. Los productos de ahorro y crédito dotan a las personas de las herramientas necesarias para invertir en tecnologías más limpias, adoptar prácticas más sostenibles y crear medios de subsistencia más resilientes.
Las remesas y los pagos del Gobierno son cruciales para ayudar a los hogares a sobrellevar las crisis climáticas y evitar mecanismos de respuesta negativos. Las soluciones de seguros fortalecen la gestión de los riesgos, desbloquean las inversiones en medios de subsistencia y ayudan a las personas afectadas a reconstruir sus vidas después de una crisis.
Por el contrario, sin acceso a financiamiento, quienes se ven afectados por el cambio climático no pueden anticipar, enfrentar y recuperarse adecuadamente de las conmociones climáticas, ni pueden adaptarse para aumentar su resiliencia y mejorar sus medios de subsistencia.
Por lo tanto, es esencial que este financiamiento sea accesible para todos los que experimentan impactos climáticos, incluidos los habitantes de los países de ingreso bajo y mediano, que son mucho más vulnerables.
El presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, y su majestad la reina Máxima de los Países Bajos, defensora especial designada por el secretario general de las Naciones Unidas para promover la financiación inclusiva del desarrollo, pusieron de relieve esta oportunidad en nuestro documento.
“Las finanzas inclusivas cumplen una función única y fundamental a la hora de garantizar que el financiamiento climático llegue a las personas más vulnerables y las empodere para actuar… Dada la creciente escala y frecuencia de las conmociones climáticas, ha llegado el momento de actuar juntos para hacer de las finanzas inclusivas una piedra angular de la respuesta al cambio climático”.
El sector de las finanzas inclusivas ya es un ecosistema bien establecido que canaliza de manera eficaz y segura grandes volúmenes de financiamiento de inversionistas de impacto, fondos intermediarios e instituciones financieras de desarrollo hacia poblaciones de bajos ingresos a través de instituciones financieras que están fuertemente reguladas. Los prestadores de servicios financieros (PSF) inclusivos tienen relaciones existentes con los clientes en las comunidades de bajos ingresos, una comprensión profunda de las necesidades de los clientes y experiencia en cómo satisfacer esas necesidades con soluciones financieras.
También cuentan con fuertes controles internos para evitar la asignación deficiente o el uso indebido de los fondos, y son supervisados cuidadosamente por entes reguladores del sector bancario. Estas características les permiten asignar el capital de modo eficiente y eficaz donde más se necesita.
Los PSF inclusivos han hecho esto a gran escala durante décadas. Un ejemplo es la revolución del dinero móvil: en 2012, había 30 millones de usuarios activos de dinero móvil en todo el mundo, mientras que hoy en día existen 1800 millones de cuentas que procesan USD 1,4 billones al año. La mayoría de esas cuentas pertenecen a usuarios de bajos ingresos no bancarizados.
Además, los prestadores de finanzas inclusivas han establecido un sólido historial de atención eficaz a los segmentos de bajos ingresos y de generación de resultados positivos, lo que ha quedado demostrado en numerosas evaluaciones.
En cambio, el financiamiento climático existente para los países de ingreso mediano bajo ha sido difícil de desembolsar, debido a que los volúmenes son cuantiosos y los procesos de desembolso demoran varios años.
La tasa de desembolso de la asistencia para el desarrollo relacionada con la adaptación es de apenas el 59 %, en comparación con el 91 % de la asistencia externa para el desarrollo en general.
El Fondo Verde para el Clima y otras entidades de financiamiento similares son criticados habitualmente a raíz de sus procesos engorrosos que a menudo tardan cinco años o más antes de que se desembolse el dinero.
Los PSF inclusivos cumplen una función única a la hora de ampliar la base de la acción climática para los 8000 millones de personas que viven hoy en el mundo.
Son la forma más eficaz de convertir grandes volúmenes de financiamiento climático en financiamiento de pequeña escala que llega directamente a los hogares de bajos ingresos, y tiene evaluaciones de riesgos adicionales relativamente simplificadas y tiempos de respuesta rápidos.
Las finanzas inclusivas también pueden ayudar a aliviar el déficit de financiamiento climático mundial. Cuentan con un historial comprobado en relación con la movilización de capital privado para actividades de desarrollo, habiendo transformado el sector, que hace 30 años estaba impulsado por organizaciones no gubernamentales y orientado a la concesión de donaciones, en una industria comercial masiva en la actualidad.
El financiamiento mundial otorgado por PSF inclusivos asciende hoy en día a más de USD 180 000 millones al año.
Es hora de que las finanzas inclusivas ocupen un lugar esencial en la agenda climática. A medida que se llevan a cabo las negociaciones mundiales sobre el financiamiento climático, la pregunta de cómo llegar y empoderar a las poblaciones más afectadas debe estar en primer plano.