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FMI
El octogésimo aniversario de la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) es una ocasión propicia para hacer un balance del pasado y poner la mirada en el futuro, para apreciar la asombrosa resiliencia de la economía mundial tras los recientes shocks sucesivos, y también para refl exionar sobre cómo el FMI y sus países miembros podrían aprovechar esta resiliencia para lograr una mayor prosperidad compartida.
La economía mundial ha recorrido una senda turbulenta desde el final de la pandemia: comenzó con trastornos en las cadenas de suministro, una crisis energética y alimentaria desatada por la guerra de Rusia en Ucrania y una escalada de la inflación, que luego dieron paso a un endurecimiento sincronizado de la política monetaria a escala mundial. Los sólidos marcos de las políticas en muchos países contribuyeron a la resiliencia mundial.
Muchos países han superado el trance, pero a expensas de altos niveles de endeudamiento y mayores costos del servicio de la deuda. Ahora los desafíos son dos. El primero consiste en proteger la estabilidad macroeconómica ante nuevos shocks geopolíticos, ajustes fiscales bruscos y la tarea de reencauzar la inflación hacia los niveles fijados como meta.
Las poblaciones que continúan soportando las secuelas de las sucesivas crisis necesitarán asistencia constante, al igual que los países de ingreso bajo que presentan cicatrices más profundas.
El segundo desafío consiste en aprovechar la resiliencia económica mundial para afrontar y aprovechar acontecimientos transformativos que exigen una respuesta mancomunada, como el cambio climático, la digitalización y una revolución de la inteligencia artificial que, ya sea para bien o para mal, podría redefinir la naturaleza del trabajo.
Para mitigar los riesgos y sacar máximo provecho de las oportunidades que presentan estas transformaciones, se precisará cooperación multilateral, algo que el FMI está en condiciones de promover. La institución es el eje de la red mundial de seguridad financiera, un foro que congrega a los países miembros con el fin de conformar un seguro colectivo contra la amenaza de las crisis financieras.
El objetivo es fomentar la cooperación monetaria internacional, el comercio y la prosperidad para todos. La conclusión de la Decimosexta Revisión General de Cuotas puso de manifiesto la capacidad del FMI para unir a los países miembros en un espíritu de colaboración mundial y multilateralismo. Este espíritu de cooperación internacional también se vio reflejado en las medidas adoptadas por más de 40 países miembros, cuyas contribuciones hasta 2023 respaldaron el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza al afianzar su capacidad para movilizar préstamos en condiciones concesionarias para los países miembros más pobres.
Este logro, y la labor del FMI en general, dan fe de nuestro grado de interconexión y —junto con instituciones socias como el Banco Mundial— de nuestra cooperación con los países miembros en aras de la estabilidad económica y la prosperidad compartidas.
En el caso del FMI, esa estabilidad y prosperidad se promueven mediante labores de análisis y asesoramiento sobre políticas a favor de los países miembros, que se proporcionan mediante programas de préstamo y actividades de fortalecimiento de las capacidades. En un mundo en constante cambio, el FMI tampoco deja de examinar su propio trabajo y las herramientas con las que lo lleva a cabo, a fin de garantizar que, ciñéndose a su mandato, la institución continúe respondiendo a las necesidades actuales y a más largo plazo de los países miembros.
En abril de 2024, al anunciar el nombramiento de Kristalina Georgieva para un segundo período de cinco años como Directora Gerente del FMI, el Directorio Ejecutivo la felicitó por su dedicación a la tarea de garantizar que la institución continúe adaptándose y evolucionando.