

Bogotá, marzo de 2025. News Press Service. “Digo que no puede decirse amor, el amor se come como un pan, se muerde como un labio, se bebe como un manantial; el amor se llora como a un muerto, se goza como un disfraz. El amor como un callo, aturde como un canal, y es sabroso como la uva de cera y como la vida es mortal”.
“El amor no se dice con nada, ni con palabras ni con callar, trata de decirlo el aire y lo está ensayando el mar. Pero el amante lo tiene prendido, untando en la sangre lunar, y el amor es igual que una brasa y una espiga de sal”.
“La mano de un manco lo puede tocar, la lengua de un mudo, los ojos de un ciego, decir y mirar. El amor no tiene remedio y sólo quiere jugar”
Jaime Sabines.
Poema de Jaime Sabines, nacido en México en 1926 y transformado en 1999, quien nunca pretendió serlo en el sentido solemne del término. Escribía con la urgencia de quien sient demasiado, con leguaje cotidiano de quien habla con el corazón en la mano. Su poesía no es un artefacto de museo ni una pieza académica; es un refugio para quienes aman, sufren, dudan y se preguntan qué significa estar vivos.
Nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en una familia de raíces libanesas y mexicanas, Sabines fue, antes que escritor un hombre de su tiempo. Vivió la guerra, la política, el amor sin adornos. Su vida no estuvo separada de su poesía, sino que ambas se entrelazaron en un vaivén de emociones reales, de palabras directas que siguen sonando hoy, décadas después de su muerte.
El poema descrito, publicado por la revista Calle 13 de Bogotá, que dirige el periodista José Acelas, hace parte de su extensa obra que revela que la poesía no es solo para los libros de texto ni para los expertos en literatura.

Es para la gente común, así como la Revista Calle 13, para quien ha llorado en una madrugada silenciosa, para quien ha amado sin certezas, para quien ha sentido el vacío de la pérdida. Sabines escribió para nosotros.
Uno de los grandes temas de Sabines fue el amor, pero no el amor de los cuentos de hadas, sino el amor humano, con todas sus contradicciones. El amor que quema, que obsesiona, que se escapa de las manos