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OPINIÓN
Por Mario Arias
Maquillado eslogan con el que el impresentable, solapado, teatral, embustero ‘presidente eterno’ renovó el engañoso lema de la¡seguridad demoníaca!, que exigía: “litros”, “chorros”, “ríos”, “barriles de sangre”, en el marco de la directiva ministerial 029/2005, que tanto dolor -demasiado- acarreó, que tantos torrentes de lágrimas derramaron las inconsolables madres, viudas, huérfanos, lisiados, deudos de las víctimas inocentes, resultas de las escalofriantes, espeluznantes desapariciones de líderes sociales y defensores de DD. HH, masacres, falsos positivos, monstruosos a ojos del mundo que sonrojan a Colombia.
Espiral de fuego, en rigor, baño, orgía de sangre de inusitada gravedad para la salud moral y jurídica de la nación, causa de la crisis moral, social y económica, del sinnúmero de víctimas reconocidas por sus victimarios; estimulados, premiados según sus propias confesiones a la JEP, la mayoría uniformados subalternos del Comandante en Jefe, responsable político que en el ocaso de su vida, inició -caripelado- la temeraria gira distractora, exculpatoria por varias universidades, -disfrazado con su raído traje de víctima-, en defensa -adujo- de lo indefendible, el azaroso legado concordado con el ignominioso, maledicente balance siguiente: Desde la firma de los acuerdos de paz, a septiembre de 2023, 1.539 víctimas, según INDEPAZ, 434 masacres, 385 firmantes, agregados los 6,402 jóvenes contabilizados por la JEP.
Holocausto que en este primer semestre registró 85 líderes sociales y defensoras de DHs; desagregados: 15 mujeres y 70 hombres: https://caracol.com.co/2023/10/19/85-defensores-de-derechos-humanos-fueron-asesinados-el-primer-semestre-de-2023/
¿Cómo y cuándo se degradó la tragedia?: Veámoslo, no sin anticipar que dicho baldón pesa tanto en la memoria del pueblo -que continúa en el hoyo- como una piedra de molino en el cuello. Balance que le es enrostrado por donde pasa el muy odioso innombrable, en cuanto foro se presenta al grito de ‘paraco’, que le es enrostrado; periplo entendido como una nueva, afrenta, cobarde emboscada en desmedro -gravísimo- de la manoseada justicia, como de los operadores.
Libreto patentado por el opulento dinosaurio, cuya reputación anda por los suelos, quien porfía en desfigurar, falsear, trastocar la verdad que lo acosa, ignorada por la aletargada, errática, incompetente, retorcida Fiscalía, convertida en defensoría del inculpado, que no cejo en desvelar en pro del bien común, empeñada en blindar -contra evidencia-, al inculpado por fraude procesal y soborno a testigos -los menos graves del portafolio de delitos que lo ‘adornan’-, vistos por dos salas de la CSJ, una de las cuales ordenó su detención -proyectada por el magistrado, César Augusto Reyes-, aprobada por unanimidad que, luego de la infamante reseña, purgó durante 66 días en su jaula de oro del Ubérrimo.
Machote (irascible) que, para zafarse de su juez natural -la Corte- renunció, después de anunciar que nunca la evadiría, quedando a órdenes de dos valerosas juezas y un tribunal superior, que denegaron la tramposa, reiterada preclusión solicitada por dos amañados, subordinados del ‘mejor fiscal del mundo’; decisión que lo tiene ad-portas del llamado a juicio.
Gira que -huelga decir- alucina con la creencia que podrá recuperar el poder mediante el borreguismo, la presión de fanáticos, sectarios, sumisos áulicos de todos los pelambres, al servicio de los sórdidos intereses -non sanctos- del insufrible, inescrupuloso terrateniente, acaparador de tierras y baldíos; adulado, aplaudido -con estudiado, ficticio ardor, fingida pasión- por las: Cabal y Paloma, el cautivo rebaño de manipulados alzafuelles y ayayeros que se desgañitan aullando vivas, zalemas al mal embalsamado gerifalte -en cuarentena política-, reforzados por portátiles agitadores, encargados de prefabricar los aplausos arrancados a las engañadas audiencias.
Ardid orquestado desde su atalaya en Llano Grande, por el insoportable, jactancioso, sarcástico, vociferante de marras que, aferrado a los privilegios perdidos, sin parase en mientes, escruta la manera de rescatar -con uñas y dientes- el poder, mediante un juez ‘manualito’ -buscado con la lámpara de Diógenes- que lo favorezca, valide sus caprichosas falacias, la fraguada defensa, lo absuelva, revierta su suerte, lo salve del inexorable aherrojo que vislumbra; absolución que lo reivindicaría de la bofetada electoral infligida por el petrismo, que desmoronó el mito de su imbatibilidad, inmunidad, omnipotencia, omnisciencia; dramática derrota que le dio un vuelco inesperado al panorama político nacional.
Implorada limosna que coadyuvaría el blanqueo de la sucia imagen; la reconstrucción de su banal, remendada figura, influencia, disuelta por el lenguaraz, despreciable adulón señalado a dedo, chisgarabís, tirabeques, vasallo que medró a su lado; servil corifeo que dejó al país al garete: desmemoriada polichinela que absolvió por TV -abuso de poder, de intromisión en el poder judicial- las misceláneas, interminables sindicaciones que lo abocaron a la imposible tarea de desvirtuarlas, limpiar su ensangrentado pasado, salvar el pellejo, el liderazgo.
Amnésico hazmerreir que lo elevó a ‘prohombre’ -superlativo-, todopoderoso ‘hacedor’, ‘héroe nacional’ –“que tanto ‘querí”- que equiparó con El Libertador, quien de la forma más humillante, rastrera, no cesa de exaltarlo de rodillas, de presentarlo como paladín de la patria, digno de imitar por las generaciones venideras; de calificar -por si faltara- de ‘virtuosos’ sus macabros excesos, cuando no, justificándolos o negándolos.
Gira con un efecto “recordatorio”, del cómo el frívolo, Andrés Pastrana, su estigmatizado desgobierno -una sátira sobre la mezquindad- le allanó el camino al áspero, impiadoso halcón, que desató la barbarie, ideológicamente fundamentada con contradictoria, edulcorada, lírica, polarizadora cháchara, que engendró la ‘Seguridad demoníaca’, las heridas que difícilmente cicatrizarán -por no decir: nunca-. Represivo, vengativo ‘Reino del Terror’, comandado por el ‘machote’ -con las manos manchadas de sangre inocente-, que dizque ‘acabó’ con ‘LAFAR’. Heridas -sangrantes aún- que la agraviante, incendiaria, indignante gira les echó sal; entendida como preaviso del escabroso retorno, perpetuación del innombrable.
Percepción que como siempre supera la realidad.
Abrumadora, letal, pasmosa, sobrecogedora leyenda negra de horror, que amedrenta, sin que encuentre -confieso- palabras precisas para describirla, sintetizarla fielmente, como a su nada amigable, reblandecido protagonista, señalado como presunto aliado de los paramilitares -mercenarios a sueldo- (perdón por la redundancia), adoctrinados bajo la égida de la ‘Seguridad Demoníaca’, que enfrentó a sangre y fuego a los de que piensan distinto, avivada por el subyacente ánimo vindicativo, emanado por el violento asesinato de Alberto Uribe Sierra (su padre), el 14 de junio de 1983, en la hacienda Guacharacas, supuesto nido de los ‘Doce Apóstoles’.
Añoso antecedente que arranca con las Convivir mudadas al elefantiásico, intimidante, nefasto paramilitarismo -que nunca dejó de crecer, al que nadie se atrevía a tocar, menos al astuto, conjetural, Irredento, malévolo, miedoso fundador, nombrado a sottovoce. Mitológica hidra de siete cabezas que a medida que las cortaban renacían; alimañas expandidas como verdolaga en playa, por todo el territorio, al punto de elegir -se aseguró- presidente de la República y cuarenta % (aproximado) del Congreso, según las ruidosas denuncias del corajudo senador Petro, que lo catapultaron, políticamente; apogeo que lo llevó el 19 de junio de 2022 al ‘Solio de Bolívar’.
Aborrecible, amoral, apocalíptica, catastrófica, consentida, corrosiva, fatídica, maligna, miope, repudiada, sanguinaria política -se agotan lo adjetivos- sinónima de la mayor, peor vileza que, sin dubitación, aspira reverdecer mañana (domingo 29 de octubre).
Fallido, proyecto que se empeñó -vanamente- en contener, difuminar al Presidente, cuyo último esfuerzo se dio en la segunda vuelta presidencial, cuando clonó al dispar, fatigado, singular, Rodolfo Hernández; instrumentalizado fantoche que, exhausto, a duras penas se sostiene en pie, al que el agónico ‘presidente eterno’ impulsó; dislate que acaba de parar nuevamente en seco la Procuraduría, al inhabilitarlo por agresión física y verbal e irregularidades en un proceso de contratación como alcalde.
Tras “proteger sus derechos”, radicó una tutela declararla improcedente por el Tribunal Superior de Bogotá, como el subsidiario recurso de reposición; traspiés que el pasado lunes finiquitó la autoridad electoral, al dejar en firme -cinco a cuatro- la revocatoria de su nueva candidatura; maniobra replicada por el innombrable a lo largo y ancho del país, con candidatos con ADN distinto, prestados a otras agrupaciones de garaje, que los dioses del Olimpo no consentirán.
Astucia demostrativa de la creciente falta de coherencia, juicio, sindéresis que perviven en el cuestionado, impulsivo, obstinado, oportunista, testarudo ‘putas de Aguadas’ que, en medio de un palpable clima de desconfianza, incertidumbre, tensión social, violencia, sin pestañear insiste y persiste en insuflarle aire artificial a la interminable pesadilla que me ocupa.
Parodiando -para terminar- a Víctor Hugo, que sostuvo que “todas las grandes fortunas fueron construidas sobre un crimen”, considero que el descrédito, deshonra del críptico, feroz, ignominioso, infame, paranoico, mal embalsamado innombrable -de arcabuz al hombro y mortaja lista- se debe a su clandestino, criminal, inconfesable accionar que, a pesar de sus lloriqueos, el mea culpa de sus obedientes mandaderos y segundones, la historia no lo perdonará.
Bogotá, D.C. 28 de octubre de 2023