

Bogotá, noviembre de 2024. News Press Service. El pasado 19 de noviembre, desde ANIF realizamos el Seminario de Sostenibilidad: cómo establecer buenas prácticas ambientales, sociales y de gobernanza en el núcleo del tejido empresarial colombiano.
En este se discutió el avance de las prácticas sostenibles, específicamente en las Pymes colombianas a partir del resultado de nuestra Encuesta Mipyme ANIF 2022-2023 (EMP).
Dado esto, en este Comentario Económico presentamos un resumen de los principales hallazgos a nivel ambiental para las pequeñas y medianas empresas del país, así como los sectores que lideran la adopción de estas medidas. Antes de indagar en el tipo de prácticas ambientales de las Pymes en el país, es importante entender el término de sostenibilidad.
Si bien este concepto es bastante amplio, en sus orígenes fue definido como la capacidad de atender las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas1.
Además, se compone por tres pilares: i) ambiental, relacionado con conservar la biodiversidad y los recursos naturales; ii) económico, relacionado con alcanzar el crecimiento de largo plazo preservando aspectos ambientales, sociales y culturales de las comunidades; y iii) social, relacionado con la promoción del bienestar desde la cohesión, estabilidad e inclusión. Luego, con la importancia que tomó el término de sostenibilidad en distintos sectores, incluyendo el empresarial, surgieron los criterios ASG.
Si bien estos se originaron como una métrica para evaluar proyectos de inversión que cumplían con un estándar de compromiso con el medio ambiente, prácticas sociales y de buen gobierno, hoy en día estos conceptos representan un enfoque integral dentro de las organizaciones.
De esta forma, las prácticas sostenibles dentro de las empresas se pueden evaluar a partir de estos tres campos. Si bien en este comentario nos enfocaremos en el análisis ambiental, éste es el primero de una triada de comentarios en los que luego se analizarán también las prácticas a nivel social y de gobernanza. En materia ambiental, la EMP revela que el 76% de las pequeñas y medianas empresas ha implementado al menos una acción para mejorar su desempeño ambiental.

Estas prácticas están mayoritariamente asociadas a la reducción de costos operativos. Específicamente, el ahorro de agua es la acción que predomina (67%), seguida del ahorro eléctrico (63%) y el reciclaje de residuos (62%), Gráfico 1.
Los resultados de la EMP también evidenciaron que solo el 29% de las Pymes tiene planes definidos para gestionar sus prácticas ambientales. Esto evidencia un importante rezago y la necesidad de realizar un mayor acompañamiento para la correcta implementación de las medidas sostenibles.
Es necesario que estas acciones se vuelvan parte de una estrategia de largo plazo que pueda ser incorporada a nivel empresarial. Como novedad, en esta edición de la EMP se realizó un experimento para analizar el potencial efecto de dar información sobre los beneficios económicos de implementar prácticas sostenibles.
Los resultados revelan que dicha información sobre los beneficios económicos, ya sean cuantificables (ahorro específico en costos energéticos) o intangibles (créditos subvencionados y asistencia técnica), aumenta probabilidad de tomar acciones a favor de la sostenibilidad. Lo anterior evidencia la importancia de otorgar más información para las empresas sobre las ventajas a mediano y largo plazo de implementar acciones ambientalmente responsables.
En suma, si bien adoptar acciones a nivel ambiental tiene múltiples beneficios para las Pymes colombianas, todavía es bajo el porcentaje de Pymes en el país que las implementa. Más allá de la reducción de costos, estas medidas suelen estar positivamente correlacionadas con la productividad de las empresas, lo que luego les permite aprovechar oportunidades para integrarse en nuevas cadenas de valor e incluso acceder a nuevos mercados.
Asimismo, en múltiples ocasiones, las Pymes con orientación más sostenible pueden acceder de manera más fácil a crédito.
Para esto es necesario la articulación de múltiples sectores que otorguen los incentivos correctos para la adopción de este tipo de prácticas, así como un mayor apoyo en la gestión del riesgo con productos adaptados a la realidad de estas empresas.
ANIF