

News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Habrá que pisar callos y puede ser que algunos -lo presiento-, terminen cojitos, sobre todo aquellos que devengan su salario y fungen como empleados de entidades estatales. Aunque es claro destacar algunos funcionarios probos y rectos, también debemos, y con urgencia, advertir que es necesario apretarnos el cinturón y empezar por ayudar al país.
Se quiere decir que el Estado produzca recortes en el gasto de la nómina oficial.
Por sus altísimos costos, estos cargos afectan, como mínimo, programas sociales y también el bolsillo de los contribuyentes. Para tal efecto, y, en consecuencia, y por un declive en la situación fiscal, al Estado le obliga despedir y despedir, sin contemplaciones.
A más de un funcionario público le tocará golpear puertas en la empresa privada. Pero, si le tocó, le tocó. Amigo burócrata, busque empleo, intente ser emprendedor, o genere riqueza de manera legal. No siga actuando como una rémora, ni se haga el avispado, al pegarse de un empleo, que lo paga el Estado, y por supuesto que los contribuyentes.

Pronto, más rápido que temprano, será usted despedido, puesto que las finanzas de la patria no aguantan más. Sé de antemano -ya se dijo-, que son miles los que trabajan de manera eficaz, pero también sé, porque usted lo sabe, que también hay miles de empleados que llegan a hibernar y a pasarla rico en puestos públicos, todo a expensas del Estado.
Como ejemplo, Trump en USA, con su amigo Musk, vienen haciendo recortes en los gastos federales, pues se advierten altísimos costos. Y a la final, todo a cargo del erario público. Dicho esto, demasiados funcionarios gringos vienen temblando, unos por su comprobada ineficacia y también los buenos, tiemblan, por aquello de pagar «justos por pecadores».
Habrá que esperar hasta dónde Elon Musk, se sale con las suyas en beneficio de los mismos contribuyentes gringos. Después de todo, cuenta, y hasta cierto punto, con la aprobación de Trump.
Adicional a lo que venimos narrando les contaré un caso colombiano, el país del Sagrado Corazón, donde la siguiente acción sirve como tapa de una olla infectada. Un día cualquiera me encontré a un ciudadano, amigo, funcionario de alguna entidad oficial, con problemas en el dedo gordo del pie derecho. Una diabólica uña encarnada lo mantenía apesumbrado y dolorido; caminaba en chancleta. Al verlo le comenté que un podólogo podría retirarle la mala uña, por devaluados ochenta mil pesos, y que en cuarenta minutos saldría caminando y alentado de la clínica…

Y el hombre me contestó: «Cómo se le ocurre a usted aconsejarme semejante mal, no está bien, ya he hablado con el médico de mi EPS: por medio de una cirugía, cortarán la uña encarnada, coserán la parte afectada y ya santo remedio, me darán ocho días de incapacidad»… Y de seguido, concluyó: «me interesa la incapacidad para estar ocho días tranquilo en mi casa». Varios días después lo volví a ver sonriente con una sutura y nueve puntos en su dedo gordo del pie derecho. Y preciso: se jactaba de su astucia. Descansaba plácido en su casa…
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