

News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
En alguna ocasión y siendo aún bisoño en el oficio me dirigí bien peinado y peluqueado al colegio oficial de la zona x de Bogotá a entrevistarme con el rector x de las tres jornadas (mañana, tarde y noche), y luego de timbrar en la institución apareció el individuo más poderoso del plantel, es decir, el celador, quien, y con sus trescientos dientes me invitó hacer fila para que pudiera entrevistarme con hombre docto, ducho y por sobretodo, honesto: el Rector. Yo quería decirle al personaje que si podía allí dictar unas conferencias gratis y de paso promover mis libros sin ninguna obligación ni compromiso… había fila. Atendió al primero, luego al segundo, tercero, y me tocó a mi de cuarto lagarto. Con aire de vencedor arrimé donde el graduado en Administración y Supervisión educativa y efusivo lo saludé como se le saluda a un amigo luego de cinco años de no verlo. Mi general estiró sus frios cinco dedos; poco escaso de cortesía, torció su boca, se mordió uno de sus labios y con aire de suficiencia me ladró: «Estoy cansado, puedo escucharlo durante tres minutos, pero ojalá sea rápido»… «Gracias, mi estimado señor, no le quitaré mucho tiempo, sólo vine a decirle que somos especialistas en el programa Escuela de Padres; quiero ofrecerle unas conferencias gratuitas en beneficio de sus familias: actitud, comunicación familiar… en fin, sobre afecto, valores, solidaridad»…

El educador abriendo sus ojos como platos me interrumpió y sin ningún tipo de recato soltó varias y atropelladas frases que me hicieron sentir como rockero en compañía de un monje tibetano: » Ay mi hermano, no me duerma con tanta parla, ni trate de convencerme con su cháchara sobre valores, honestidad, sinceridad, mejor háblame del CVY (cómo voy yo ahí en el negocio)… me sentí herido; como un sapo entre las garras de un halcón… bueno, señor, el negocio podría ser así… (no fui capaz de seguirle hablando porque las náuseas me atacaron como nunca); lo dejé con las palabras en la boca y ahora, luego de varios años, cuando me acerco al colegio en cuestión me asalta el pánico y de inmediato huyo como alma que lleva el diablo…