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Por Elías Prieto Rojas
Como amante de las letras existe un sentimiento que traspasa fronteras y universos enteros; no se entiende, no aparece energía diferente, nada puede filtrar ni decantar la alegría que significa dialogar con las mentes más brillantes del planeta a través de la lectura; pues bien, trasladando ese placer inmenso a otro plano, si me aceptan este último término, debo referirme al baile de toda una nación que «tira paso» con la llegada al fútbol colombiano del «Tigre» Radamel Falcao García a los huestes del legendario Millonarios. Ese gran ser humano, el mejor en algún momento del fútbol a nivel mundial, goleador, estandarte de la selección nacional, ese mismo ser aterriza en nuestro país para darle altura, vigor, pasión y (póngale el nombre que quiera) al torneo profesional rentado de nuestra querida y amada patria. Sabemos que los estadios se llenarán ahí mismo cuando se anuncie la visita del crack portando la camiseta azul. Ayayay papá, ayayay, y saber que no podré ir al Coloso de la 57 porque mi corazón, a pesar de estar fuerte y pleno necesita reposo. Entonces, aficionados al fútbol y también deportistas en general: mujeres, niños, adultos y especímenes diversos; el Rey Falcao con sus goles pisa la grama del templo sagrado: un pase en profundidad, aparece el tigre en el área, dribla a uno, al arquero y… 50 millones de hinchas bajan de las graderías a celebrar… (bienvenido Falcao, necesitábamos esa alegría)…
21 de junio 2024.