

News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Estoy acá, atravesado por delirios y esperando tal vez la mañana porque la noche aún no se despeja con la madrugada. El día anterior todos, en la mesa me dijeron que “rápido, habla sin tantos rodeos”, y preferí ser monosilábico para no despertar la furia de quienes me acompañaban. Son las 4:50 de un nuevo día. La pereza me embarga. Miró el café en su respectivo pocillo e intento darle un sorbo, pero recuerdo que antes debo consumir un vaso completo de agua para que la bebida negra amortigüe bien entre mis intestinos. Como puedo me levanto, no sin antes ajustar mis calzones porque sé que al salir de pronto alguna de mis nueras, o la misma muchacha del servicio ya se encuentren levantadas y qué pena yo con mis miserias en pleno descanso. Ya saben ustedes que tengo setenta años y a esta edad, parece que ya no se tienen afanes. En el caso de este anciano toca voltear sin misericordia porque el pan de cada día hay que conquistarlo y no hay otra opción. Pienso en Trump, en el Papa y en tantos otros ciudadanos de bien y caigo en cuenta que ellos siguen trabajando y claro, con sus objetivos y planes intactos, y yo no puedo ser la excepción.

Afuera llueve a cántaros, esta Bogotá sigue siendo insegura y la última recomendación que hizo el noticiero habla de ladrones en moto. Qué es necesario tener mucho cuidado. Salgo en medio del aguacero y recuerdo dos nuevas noticias: la primera me susurra que sigue el racionamiento del agua y la otra me dice que debo cambiar las guardas y todo porque la única cerradura de mi casa, luego de sesenta años, parece que se siente apenada como yo al sentarme a la mesa… ella me mira en silencio y en medio de mi afán escucho su orden perentoria: “no importa que esté vieja, pero es necesario que me cambie por otra porque a los ladrones no se les puede dar papaya”.
Marzo 20 de 2025.