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La Opinión
Por Mario Arias
Por providencial, placentera coincidencia, al espulgar el baúl de los recuerdos -ritual de fin de año- a efecto de mantener vivo el pasado, encontré -para beneplácito- un añoso, lejano registro fechado un día como hoy -23 de diciembre-, en que muy joven aún -en plena efervescencia vital- compartía un aniversario más de vida del atildado, eterno, notable amigo, AUGUSTO TREJOS JARAMILLO, en compañía de su -esposa GRACIELA y de LAURITA y GUSTAVO+ (hermanos), efeméride imposible de pasar entonces por alto, que trae a mí memoria a sus pares: Jorge Amaya+, Álvaro Panqueva+ y Clímaco Giraldo.
En razón a que últimamente lo veo poco, le hago llegar virtualmente en este memorioso día mis parabienes, un brindis por su bienestar, a quien considero -sin ambages- uno de los aclamados, exitosos, lúcidos -si no el que más- principales exponentes de nuestra generación. Encomiástico, ‘mercurial’ personaje que conservo como amigo, a quien comparo -sin exagerar- con nuestro insobornable, común MAESTRO -con mayúscula sostenida- LUÍS GRANADA MEJÍA, auténtico, corajudo, egregio jefe político, vertebralmente honesto, modelo de caballerosidad, limpieza moral; un águila alerta que nunca se doblegó ante el poder, ni sucumbió -nunca- frente a la corrupción, del que nos quedó su ejemplo, su legado heroico, dilapidado por algunos coterráneos.
Circunstancia, fecha y sentimiento que aprovecho para ampliar mi corta nota dedicada desde Lima-Perú (28/11/2018), al cálido, comprensivo, excepcional, generoso, íntegro, inigualable, sencillo -como pocos-, cumpleañero, oficiante de dichos valores.
Abierto, flexible, disciplinado, meticuloso, organizado, de gran inteligencia, claro, conciso, ecuánime, frentero, honesto, irrepetible; estructurado, forjado intelectual, moralmente desde muy joven; apasionado motor social adornado con un garbo exquisito; voraz, incansable lector; recursivo, sagaz, versátil, consumado jurista de quilates; docente universitario; politólogo que abrió los ojos, habló donde otros los cerraron, callaron; dotado con una ágil, amena, adjetivada, didáctica, eléctrica, justa, medida, sustanciosa prosa, llena de energía. Arquitecto de su destino.
Proverbiales virtudes que afloraron a lo largo de su vida, abrillantadas, enaltecidas, fortalecidas por la profunda fe en Dios, por su entereza, férreas convicciones socio-políticas, históricas; experimentado, influyente, pionero, respetado actor que exhaló energía por todos los poros; brilló en el hemiciclo legislativo, cuyo sabio, relevante, transparente desempeño, deja tras de sí una marca indeleble, clave en la configuración del extinguido, ingrato ‘yepismo’.
Dimensión política cimentada, comprometida de manera persistente, segura, afín con su ‘alzatismo’ de cuna, ejercido y defendido a ultranza, como visionario ciudadano -justo y bueno-, querido por los influenciados de manera positiva, punto de partida que fueron de nuestra entrañable, imborrable, indisoluble y solidaria amistad que nada escatimó, escondió; donoso apego que ni siquiera la muerte podrá deshacer.
Dilecto, portentoso, talentoso amigo, único, irrepetible, orlado con una agudeza singular, arquetipo de “El milésimo hombre” delineado por Rudyard Kipling, basado en que solo un hombre -entre mil- está más cerca que un hermano; los novecientos noventa y nueve ‘Bobos vivos’ restantes, que en el mundo han sido, de manera inequívoca solo les interesa las apariencias, la gloria, el poder, el oro, la plata, mientras el ´hombre mil’ permanece a nuestro lado hasta el final, incluso, si estamos con un ‘pie en la horca’. Todo lo que uno espera de un amigo: afecto, cariño, entrega, lealtad, presencia, solidaridad en las dificultades, en AUGUSTO se dieron por generación espontánea, sin límites ni cuentagotas, sin nada a cambio. Calidades que he sentido siempre cercano a mi mundo.
Con el respeto debido por el monacal silencio, apartamiento del mundanal ruido programados, para disfrutar de los suyos, como curtido bibliófilo, de sus libros, revistas, manuscritos y periódicos, interrumpo hoy -23 de diciembre- dicho solaz, para recalcar, resaltar algunos rasgos de su austera personalidad -insensible al halago-, hacer un sencillo paneo de su cenital, coherente, fértil, reveladora existencia de hombre de bien, honra y prez de la magistratura, la academia; la familia; de nuestra añeja, emotiva, entrañable, hermanada, honrosa amistad sin sombras, interminable y fecunda.
Carismático, paradigmático selecto, firme en sus convicciones y repudios, ejercita en libertad el fundado, lúcido cuestionamiento, sarcástica crítica al rumbo del país, al trágico, impensado quehacer nacional e internacional, cuyo espíritu hace parte esencial, primordial -desde una perspectiva idiosincrática- de mí identidad
Espontáneas, filiales palabras de exaltación, admiración, gratitud incancelables a la impecable trayectoria, señorío de este colombiano ejemplar, inspiradas por la ininterrumpida amistad vigente mientras los dioses del Olimpo lo dispongan; dedicatoria que emerge de lo más íntimo, recóndito del corazón, apoyada en la cita evangélica: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22, 21).