News Press Service
Yahoo noticias
Javier Taeño
Javier Milei lleva poco más de medio año al frente de Argentina, pero ya empieza a notarse el efecto de sus medidas. Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos muestran que son cinco meses consecutivos de desaceleración de precios, por lo que el control de la desbocada inflación parece que va dando sus frutos. Se está consiguiendo recortando el gasto público y acabando con la emisión monetaria del Banco Central para financiar el déficit público, pero al mismo tiempo, está aumentando la pobreza y empeorando la recesión económica.
De esta manera, el líder de ultraderecha está cumpliendo a rajatabla su plan previsto en el país, pero la diplomacia no se le está dando tan bien. Sus recientes visitas a España y Alemania así lo han demostrado.
Ya antes de llegar al poder, el presidente argentino dedicó unas duras palabras contra China, Brasil o el Papa. No es lo mismo gobernar que no hacerlo y cuando ganó las elecciones tuvo que dar marcha atrás. Tanto el gigante asiático como el país sudamericano son dos importantísimos aliados comerciales, por lo que Milei tuvo que matizar mucho sus palabras. Su visita al Vaticano fue también buena prueba de su cambio de postura. Pero estos no han sido sus únicos enfrentamientos.
Han sido varios los encontronazos que ha vivido con España, principalmente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su todavía corto mandato. Milei ha visitado dos veces el país en menos de un mes y ambas han estado marcadas por la tensión. La primera fue para acudir a un evento de la formación ultra Vox junto a otros líderes de la ultraderecha. La segunda ha sido para recibir un reconocimiento de manos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Dos ocasiones que han servido para profundizar aún más su brecha con el Ejecutivo español.
Este viaje a Europa ha ido acompañado además de una visita a Alemania. Era la primera vez que Milei se reunía con un líder socialdemócrata, por lo que el momento era importante. Pero una vez más, la delegación argentina ha demostrado que la diplomacia no está siendo su punto fuerte.
Ha sido un encuentro breve, con escasas instantáneas en común, una escueta nota de prensa y sobre todo, muy diferente a lo que suele ocurrir en Berlín cuando el Gobierno alemán recibe a un alto dignatario extranjero.
El recibimiento suele incluir honores militares, una reunión bilateral y una rueda de prensa posterior en común, pero nada de esto ha ocurrido con la visita del presidente argentino. ¿El motivo? Javier Milei.
El plan inicial de Alemania era que el encuentro fuera como todos los demás, pero fue el Gobierno argentino el que pidió modificar la agenda, ya que no quería que el mandatario respondiera a las preguntas de los periodistas alemanes o los corresponsales extranjeros. Cabe recordar que Milei ha tenido una relación complicada con la prensa desde que ganó los comicios.
.“Se trata de una reunión de trabajo muy breve y a petición del presidente argentino. Me he enterado de que ha dado muy pocas o ninguna conferencia de prensa desde que asumió el cargo, así que al final accedimos a esta petición«, explicó el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Hebestreit.
¿Una oportunidad perdida?
De esta manera, lo que iba a ser una gran puesta de largo del presidente argentino en uno de los países más potentes económicamente del mundo ha terminado convirtiéndose en un encuentro descafeinado que ha quedado en un segundo plano.
Era una oportunidad de oro para Milei de dar a conocer sus políticas y buscar algunas sinergias con un importantísimo actor internacional. También de tener una relación cordial con un Gobierno socialista, sin embargo, el mandatario argentino ha preferido otro rumbo.
Así pues, su breve visita a Europa (con la República Checa como último destino) ha estado marcada por un nuevo enfrentamiento con el Ejecutivo español y un encuentro raro con Alemania. Desde luego, parece claro que las relaciones con otras naciones es una asignatura pendiente para el líder ultra. Y es que ya se sabe que la política es el arte de hacer posible lo imposible. Y eso incluye llegar a acuerdos con gente con la que no compartes ideología si eso significa el bien para el país.