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Banco Mundial
No hay un solo rostro para el retorno.Puede ser el de Alejandro, ingeniero mecatrónico de Medellín, que trabajó como servidor público antes de migrar a Estados Unidos, de donde fue deportado dos veces.
O el de Erika, una joven hondureña que migró siendo niña y, años después de haber sido retornada, aún lidia con secuelas emocionales. Entre ellos hay décadas de diferencia, historias y niveles educativos opuestos.
Pero comparten una misma condición: ser retornados.
Contexto del retorno
El retorno es un fenómeno global con causas y trayectorias diversas. Muchas personas cruzan fronteras en sentido contrario al que imaginaron cuando migraron.

Algunos regresan voluntariamente; otros, deportados, o por un shock como la pandemia o por crisis económicas, a veces sin nada más que una maleta y una historia interrumpida.
En América Latina, el retorno ha cobrado especial relevancia. Por ejemplo, en los últimos cinco años, Estados Unidos repatrió a más de 2,7 millones de mexicanos, 550 mil guatemaltecos, 480 mil hondureños y 200 mil salvadoreños, además de decenas de miles de ciudadanos de otros países de la región.
Los perfiles son diversos: profesionales con experiencia internacional, jóvenes que dejaron la escuela al migrar, adultos mayores, personas solas o con hijos nacidos en el exterior. Algunos regresan con redes de apoyo; otros, sin documentos ni techo. Esta diversidad exige respuestas flexibles, oportunas y especializadas.
¿Qué se está haciendo?
El equipo del Banco Mundial revisó más de 65 programas globales de apoyo a retornados. Aunque el análisis no es exhaustivo, permitió identificar tendencias y vacíos. La mayoría de las iniciativas se centran en empleo, emprendimiento y acceso a servicios.
Si bien pocas abordan la complejidad del retorno de forma integral, hay algunos esfuerzos que destacan por su enfoque holístico. En Colombia, los Centros Intégrate agrupan servicios legales, sociales y económicos en un solo lugar.
En África, la Joint Initiative de la OIM y la UE combinó empleo, servicios básicos y desarrollo comunitario. Y en Bangladesh, el programa Recovery and Advancement of Informal Sector Employment ofrece formación, microcréditos y apoyo psicosocial a retornados tras la pandemia.
Pese a estos avances, persisten desafíos en seguimiento, coordinación y adaptación a los distintos perfiles.
Desafíos del retorno

Reconocer y aprovechar este potencial es parte fundamental de una política de retorno, que además debe responder a los nuevos retos, como posibles presiones sobre servicios públicos, empleo y urbanismo, y caída en remesas.
Pero la reintegración no es automática. Muchos han estado años fuera y regresan cambiados a un país que ha cambiado y con el que no están conectados.
Además, para algunos, como los menores no acompañados y las víctimas de violencia de género, hay retos urgentes. Los retos son múltiples y muchas veces simultáneos, e incluyen:
Acceso limitado a servicios básicos: salud, educación, vivienda y protección social no siempre están disponibles o adaptados para quienes no cuentan con documentos de identificación o no se encuentran incluidos en los registros sociales.
Trabas legales y administrativas: muchos retornan sin documentos vigentes y sin validación de los estudios o la experiencia laboral adquirida en el exterior.
Problemas psicosociales: ansiedad, trauma o duelo migratorio son comunes, pero rara vez atendidos.
Dificultad de insertarse en el mercado laboral o educativo: el desempleo es alto y escasean programas de formación, empleo y emprendimiento. Los perfiles laborales de los retornados no siempre encajan con lo que demanda el mercado laboral en su país de origen.
Estigma social: en algunos casos, el retorno es visto como un fracaso, lo que dificulta la integración.
¿Qué se puede hacer?
Acompañar el retorno de manera integral es una decisión de política estratégica. La experiencia internacional muestra que los programas de reintegración funcionan mejor cuando comienzan antes del retorno, son integrales y adaptados a cada persona.

Alejandro y Erika necesitan cosas distintas, pero ambos necesitan ser vistos no solo como retornados, sino como ciudadanos con potencial para contribuir al desarrollo de sus países.
Para lograrlo, los gobiernos y sus aliados deben actuar en varios frentes. Se requiere identificar mejor a quienes retornan, perfilar sus necesidades y habilidades y construir respuestas multisectoriales.
Es clave mejorar la coordinación entre instituciones, comunidades, ONGs y sector privado, así como establecer mecanismos de seguimiento y adaptación. Una buena política de retorno no se improvisa: se construye con evidencia, escucha y articulación.
El retorno como oportunidad
El retorno no debería sentirse como una derrota. Si Alejandro encontró puertas cerradas y Erika aún carga heridas, es porque muchas veces se retorna a un país que no está preparado para recibirlos.
Pero esto puede cambiar. Hacer del retorno una oportunidad implica políticas y programas que reconozcan la diversidad y actúen con dignidad, rapidez y visión de futuro.
El documento del Banco Mundial busca contribuir a esta conversación. Ofrece insumos prácticos para que gobiernos, financiadores y aliados trabajen juntos en construir puertas de entrada que favorezcan el desarrollo.
El retorno, lejos de ser un punto final, puede ser el inicio de un nuevo comienzo.
Jaime Saavedra Alberto J. Ocampo Luz Stella Rodríguez-Novoa Olga Lucía Romero