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La necesaria extradición de ‘Otoniel’
Por: Margarita Restrepo
No queda
duda de que el mayor golpe contra el terrorismo y el narcotráfico de los
últimos años fue la captura del capo alias ‘Otoniel’, operación que como hemos
sabido, empezó a gestarse el mismo día en que el presidente Duque asumió el
gobierno, el 7 de agosto de 2018. La estructura delincuencial que comanda
‘Otoniel’ es considerada como la mayor amenaza contra la seguridad de Colombia
y, porqué no decirlo, de la región. Ese bandido controlaba el grueso del
tráfico de drogas ilícitas, operación que combinaba con acciones terroristas en
todas las zonas del país donde su banda tiene presencia.
No se equivoca el presidente Duque cuando afirma que su captura es un golpe de
similar importancia a la baja en 1993 de Pablo Escobar. ‘Otoniel’ era una
amenaza para la estabilidad política, económica y social del país. Su captura
debe ser leída como un golpe a la espina dorsal del crimen organizado. Debo
reconocer mi estupefacción causada por los mensajes que ciertos sectores de la
extrema izquierda empezaron a lanzar tan pronto se confirmó la captura del
sujeto. ¿Cómo así que no debe ser extraditado? No nos llamemos a engaños. El
sistema penitenciario colombiano es vergonzoso y desde una cárcel en nuestro
país, ‘Otoniel’ podrá seguir manejando toda su organización criminal, con los
daños que eso puede causarle a la sociedad general.
Se han conocido serias denuncias que dan cuenta de unos acercamientos que en el
pasado sostuvo el senador Cepeda -al que le seduce infinitamente estar
codeándose con delincuentes- con ‘Otoniel’. Entonces tenemos que él fue el
hombre fuerte en la operación que culminó en la impunidad de las FARC que trajo
consigo, no podemos olvidarlo, un monumental lavado de dinero fruto del
narcotráfico.Como si lo anterior no fuera suficiente, ahora nos enteramos de
que el mismo Cepeda, con el respaldo decidido de organizaciones afines a él
como el “Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo”, también anduvo tratando
de convertir al sanguinario ‘Otoniel’ en “actor político”. Es evidente que
Cepeda está buscando la manera de convertir a ‘Otoniel’, a través de prebendas
judiciales y penitenciarias, en un falso testigo que diga quién sabe qué
barbaridades. Y claro, para ese bandido, que se ha paseado a lo largo de su
vida por todos los grupos terroristas que han delinquido en Colombia, no le
significará mayor esfuerzo leer el libreto que le pongan por delante con tal de
salvarse de ser extraditado y, en vez de ello, ser recluido en una celda como
la que Cepeda le consiguió a Juan Guillermo Monsalve en la que abunda el licor,
las mujeres y desde la que se pueden cometer todos los delitos posibles.
Para poder cumplir con el requerimiento de extradición elevado por las cortes
de los Estados Unidos, se necesita que la corte suprema emita una autorización
previa que consiste simplemente en confirmar que el capturado sea quien es y no
se trate de un homónimo; que los delitos por los que fue requerido también lo
sean en Colombia y, finalmente, que la eventual pena que sea impuesta no sea
superior a la pena máxima contemplada en la legislación colombiana, es decir:
60 años. Cuando la corte suprema haga su trabajo, el presidente Duque, en
uso de sus facultades discrecionales, podrá suscribir el documento resolutivo a
través del cual alias ‘Otoniel’ le será entregado a la justicia americana. Se
equivocan quienes dicen que los delitos cometidos por él en Colombia, que son
muchísimos, quedarán sin sanción. Eso no es verdad. Cuando ‘Otoniel’ regrese de
cumplir su condena en los Estados Unidos, de una vez ingresará a una prisión en
Colombia donde seguramente pasará el resto de su existencia.