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El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó su cuarta edición del Informe Regional de Desarrollo Humano para 2021, titulado ‘Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe’, en el cual la entidad sostiene que la región se encuentra atrapada en la desigualdad y el poco crecimiento.
El reporte evalúa cómo, además, la situación se acrecentó con la crisis derivada por la covid-19.
Luis Felipe López Calva, subsecretario general adjunto de la ONU y director regional de PNUD para América Latina y el Caribe, asegura que la pandemia ha profundizado problemas estructurales de la región, que se suman a problemáticas coyunturales derivadas de esta. “América Latina y el Caribe ha sido la región más afectada por la pandemia, contribuimos con un tercio de las muertes por covid, aunque solo tenemos 9% de la población mundial”, sostiene.
El reporte recuerda que la desigualdad, al igual que la pobreza, es multidimensional, por lo que busca soluciones integrales para que los países puedan combatir esa “trampa”.

Marcela Meléndez, economista jefe del PNUD para la región, sostiene que “el crecimiento bajo también se relaciona con que nuestra región está rezagada en productividad”, pero asegura que primero es necesario entender mejor esa trampa. Por medio de medidas objetivas de desigualdad, como el índice de Gini, pero también con medidas subjetivas, a partir de la percepción de los habitantes de la región.
UN CÍRCULO VICIOSO
El reporte establece tres elementos que refuerzan esa trampa entre desigualdad y bajo crecimiento: la concentración de poder, la violencia, y la ineficiencia en políticas de protección social, factores comunes en la región. De acuerdo con el PNUD, el quintil más rico de la población en Latinoamérica y el Caribe concentra en promedio el 56% de los ingresos de los países.
En cuanto a la concentración del poder, el problema que evalúa el documento radica en que al estar centrado en unos pocos que defienden sus intereses particulares, resulta en políticas distorsionadas. De hecho, el reporte asegura que en Latinoamérica existe una tendencia a que un pequeño número de grandes corporaciones dominen el mercado.
Esto se ve reforzado con la percepción de 77% de los habitantes de la región, quienes consideran que su país está gobernado por un pequeño grupo que trabaja por intereses particulares, en lugar del bien común, lo cual termina afectando a las instituciones.
En cuanto a la violencia, el PNUD asegura que la desigualdad fomenta la violencia policial, criminal y social, pero destaca que hay una doble causalidad, pues esta afecta “de manera desproporcionada” a los más vulnerables, lo que “contribuye a perpetuar y amplificar la desigualdad en varios aspectos del desarrollo humano”, que van desde los derechos, hasta los ingresos, la educación, la salud y la representación política.
De hecho, los indicadores del organismo señalan que en Latinoamérica y el Caribe se concentran 34% de las muertes violentas a nivel global.
La desigualdad contribuye a perpetuar y amplificar la desigualdad en varios aspectos del desarrollo humano
PROTECCIÓN SOCIAL
El reporte señala que la protección social bien enfocada se puede materializar
en “la llave” para salir de la trampa entre la desigualdad y el bajo
crecimiento.
“Los mercados de trabajo en América Latina
y el Caribe son altamente informales, la mayoría de trabajadores no tiene
protección en materia de salud, desempleo, invalidez”, señala Meléndez. El informe destaca
que la combinación de programas de seguridad social contributiva y no
contributiva, junto con transiciones de los trabajadores entre la formalidad y
la informalidad, resultan en una menor eficacia del aseguramiento, lo que repercute
en la desigualdad.
Ante la estructura fragmenta que posee la región, el PNUD aboga por sistemas
universales de protección social, más específicos, con un sistema más inclusivo
y redistributivo, que sea fiscalmente sostenible y amigable con el crecimiento.
Meléndez señala que las percepciones de los ciudadanos son importantes en este
punto porque permiten identificar sus preferencias por las políticas
redistributivas. Para los latinoamericanos, el 60% más rico debería pagar impuestos altos,
mientras el 20% más pobre debe recibir transferencias. “Hay espacio para generar consensos al rededor de un
movimiento y reformas más progresivas”, asegura la economista.
El organismo va más allá y sugiere que, para balancear la distribución de
poder, los gobiernos exploren líneas de acción como la regulación del lobby y el financiamiento de
las campañas políticas. Para
combatir la violencia, se propone el fortalecimiento de los sistemas de
justicia local y la expansión de la atención en salud mental para las víctimas
de violencia.
LA REGIÓN
Dentro de los análisis en torno a las percepciones de las personas, el informe
del PNUD encontró que en la región persisten algunas posiciones como que en
general, las personas tienen claro el nivel de desigualdad de sus países, a
pesar de que tienden a sobreestimar el ingreso de los más ricos.
En cuanto a la percepción de distribución de ingresos, para los latinoamericanos es “injusta”, al igual que
la percepción de los servicios públicos y la garantía de los derechos.
A su vez, la mayoría de la población en la región reconoce que se siente
“frustrada” por la injusticia en los procesos, en especial por la gran
influencia política que tienen unos pocos grupos poderosos sobre las
decisiones.