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En la lucha contra la pobreza, los datos son un arma poderosa que puede transformar la vida de los pobres. Pero también son una espada de doble filo. Se necesitan nuevas reglas del juego —un contrato social en materia de datos— para aprovechar todo el valor de ellos, protegiendo al mismo tiempo a las personas de los daños derivados del uso indebido y garantizando un acceso y representación equitativos.
COMBATIR LA POBREZA CON DATOS
Los
datos se han vuelto omnipresentes: los flujos mundiales de datos se han
multiplicado por mil en los últimos 20 años. Lo que no siempre se aprecia es la
medida en que los datos ofrecen el potencial de mejorar la vida de las
personas, especialmente la de los pobres y la de los que viven en países de
ingreso bajo.
Reflexionemos sobre el siguiente ejemplo. El estado indio de Odisha es
susceptible de sufrir ciclones devastadores. Cuando se produjo un desastre en
1999, hasta 10 000 personas perdieron la vida. Esta tragedia hizo que la
Autoridad de Gestión de Desastres del Estado de Odisha realizara una gran
inversión en datos de previsión meteorológica. Cuando otra tormenta de magnitud
similar afectó la zona en 2013, la captación y difusión de datos de alerta
temprana permitió evacuar a casi 1 millón de personas a un lugar seguro,
reduciendo el número de muertos a solo 38.
Los beneficios directos de los datos sobre las vidas y los medios de
subsistencia pueden provenir no solo de iniciativas gubernamentales, como en
Odisha, sino también de una plétora de nuevos modelos de negocio privados.
Muchos estamos familiarizados con las plataformas de transporte a demanda que
han revolucionado el transporte público en las grandes ciudades. En Nigeria, la
empresa de plataformas Hello Tractor ha adaptado el concepto de una plataforma
de transporte por carretera que permite a los agricultores alquilar equipos
agrícolas a la carta y aumentar su productividad.
Organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo también están utilizando
datos recopilados por los ciudadanos como forma de exigir una rendición de
cuentas a los Gobiernos. Por ejemplo, la plataforma Forest Watchers permite a
la gente denunciar directamente la deforestación del Amazonas. Y en Egipto, las
mujeres pueden informar sobre la ubicación de incidentes de acoso sexual,
gracias a la herramienta HarrassMap.
APROVECHAR TODO EL POTENCIAL DE LOS DATOS
A
pesar de todos estos usos innovadores, los datos siguen estando muy
infrautilizados, y se desaprovecha gran parte de su valor económico y social.
Recoger y utilizar datos para un único fin sin ponerlos a disposición de otros
para su reutilización es un desperdicio de recursos. Mediante la reutilización
y combinación de datos procedentes de fuentes públicas y privadas, y la
aplicación de modernas técnicas de análisis, los conjuntos de datos fusionados
pueden abarcar a más personas, con mayor precisión y frecuencia. Aprovechar
estas sinergias entre los datos puede reportar beneficios reales.
En Croacia, los datos del censo de población se combinaron con datos de
encuestas de hogares y datos administrativos para crear mapas granulares de la
pobreza (gráfico 1), revelando grandes diferencias en los niveles de vida entre
municipios y también bolsones de pobreza dentro de las regiones más
favorecidas. Dado que la asignación de fondos de la Unión Europea (UE) depende
de la renta per cápita de una zona, los municipios pobres situados en regiones
no pobres están en desventaja. Con este nuevo mapa de la pobreza, Croacia pudo
concentrar mejor los fondos de la UE en las zonas más pobres y así orientar
mejor los recursos y ayudar a reducir la desigualdad.
ESPADA DE DOBLE FILO
Sin
embargo, cuantos más datos se reutilicen, mayor será el riesgo de que se haga
un mal uso de ellos. A medida que los datos se combinan, reutilizan y readaptan
de formas cada vez más creativas, el alcance de los efectos positivos aumenta
rápidamente. Al mismo tiempo, también existe la posibilidad de que se utilicen
indebidamente, a menudo de forma imprevista.
Por ejemplo, los registros detallados de llamadas (RDL) de los teléfonos
móviles se crean para fines del sector privado, pero recientemente han sido
noticia porque los Gobiernos los utilizan para el rastreo de contactos en
relación con la COVID-19. En marzo de 2020, por ejemplo, el Gobierno de Israel
aprobó una normativa de emergencia que permitía el uso de los RDL para rastrear
a las personas infectadas y frenar la propagación del virus. En los primeros
días de la pandemia, el uso de los RDL en Israel supuso la identificación de
aproximadamente un tercio de sus casos de COVID-19. Sin embargo, este nuevo uso
de los datos de los RDL para rastrear a las personas provocó un debate y una
reacción negativa por la preocupación que suscita el posible uso indebido de
esos datos por parte del Gobierno. Muchos legisladores del país plantearon
inquietudes relativas a la privacidad, y, finalmente, la Corte Suprema ordenó
interrumpir el programa.
UN NUEVO CONTRATO SOCIAL PARA LOS DATOS
Estas idas y venidas sobre el uso de los datos de los RDL ilustran cómo las naciones entablan un diálogo interno sobre las reglas del juego para el uso apropiado de los datos. El Informe sobre el desarrollo mundial 2021 subraya la urgente necesidad de que todos los países establezcan nuevos contratos sociales para orientar el uso adecuado de los datos. Los contratos sociales satisfactorios se basarán en reglas que ayuden a materializar el valor potencial de los datos, creando al mismo tiempo la confianza en todas las partes interesadas de que no se verán perjudicadas y de que compartirán los beneficios resultantes de un mayor uso de los datos (gráfico 2). Aunque encontrar el equilibrio adecuado variará de un país a otro —lo que reflejará las diferencias existentes en normas y valores sociales—, todos se beneficiarán de los avances tecnológicos que protegen a las personas al tiempo que facilitan su uso.
El contrato social cobra vida gracias a una gestión de datos eficaz, lo que implica formular políticas que cierren la brecha informática, proporcionando el acceso universal a la banda ancha y garantizando que todos los países puedan acceder a una infraestructura moderna para intercambiar, procesar y almacenar los crecientes volúmenes de datos. También conlleva el desarrollo de marcos regulatorios e instituciones que salvaguarden los datos a través de medidas de ciberseguridad y protección de datos, al tiempo que permitan compartir y reutilizar los datos de forma segura. Hasta ahora, en todo el mundo apenas el 40 % de estas normas de buenas prácticas sobre datos están en vigor. La gestión de datos también tiene consecuencias más amplias para la economía, ya que las empresas de plataformas basadas en datos son un sector en rápido crecimiento, que contribuye cada vez más al comercio internacional y a la movilización de impuestos.
Una
vez establecido un contrato social y una buena gestión, facilitar una mayor reutilización
y reaprovechamiento de los datos requiere mejores sistemas de datos. Este
informe proporciona una visión ambiciosa de un sistema nacional integrado de
datos (SNID) que pueda cumplir la promesa de generar datos de alta calidad y
que puedan ser compartidos de forma segura por todas las partes interesadas,
incluidos el Gobierno, la sociedad civil, los círculos académicos, los
ciudadanos individuales y el sector privado. Aunque casi todos los países están
lejos de hacer realidad esta aspiración, X-Road de Estonia —que permite el
intercambio automático de información entre bases de datos públicas y privadas,
garantizando confidencialidad, integridad, transparencia e interoperabilidad
entre las partes— apunta a lo que puede ser cada vez más posible para otros
países.
Y en el centro de todo esto están las personas. Todos debemos comprender mejor
las múltiples formas en que se pueden utilizar los datos, tanto para ayudar
como para causar daño. Para que un sistema funcione bien, se debe contar con
personas que produzcan, procesen y administren datos de alta calidad, y
personas que redacten e implementen estrategias, políticas y regulaciones de
datos. Asimismo, es necesario que las personas los utilicen para exigir una
rendición de cuentas a los sectores público y privado. Y que las personas
utilicen los datos como factor de producción tanto en el sector público (para
el diseño de políticas y la ejecución de programas) como en el sector privado
(para la toma de decisiones y las innovaciones en productos y servicios).
Todo esto requiere sólidos conocimientos en materia de datos. Al reconocer la
importancia de estas aptitudes, Nepal ha convertido en una prioridad enseñar a
la gente a trabajar con datos. El Programa de Alfabetización en materia de
Datos de Nepal consiste en un curso diseñado para respaldar las habilidades
técnicas especializadas y para mejorar la cultura del uso de datos. La Escuela
de Administración de la Universidad de Katmandú está incorporando este kit de
herramientas de alfabetización en materia de datos en sus programas.
En el Informe sobre el desarrollo mundial 2021 se reconoce que
materializar todo el valor de los datos será difícil y requerirá un alto grado
de compromiso y esfuerzo. Pero el costo de no lograrlo es un mundo de
oportunidades perdidas y mayores desigualdades.