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En el árido paisaje del sur de Irak, donde se erige la antigua ciudad sumeria de Eridu, un descubrimiento reciente enriquece nuestra comprensión del desarrollo de las primeras civilizaciones urbanas. Gracias a las modernas técnicas de teledetección y al análisis arqueológico de imágenes satelitales históricas, un equipo interdisciplinar ha identificado una extensa red de canales de irrigación de unos 6000 años de antigüedad, en concreto, del periodo Ubaid.
Este nuevo estudio no solo confirma la importancia de las prácticas de irrigación en el sur de Mesopotamia en época temprana, sino que también redefine la relación entre las primeras ciudades y su entorno agrícola.
Fundada hacia el 5400 a.C., Eridu se considera una de las ciudades más antiguas de la humanidad. Se sitúa en el extremo sur de Mesopotamia, en lo que hoy es la provincia de Dhi Qar, Irak. Esta urbe fue un centro clave durante el periodo Ubaid (c. 6500–3800 a.C.). Su posición cercana al Golfo Pérsico —que, en la antigüedad, se encontraba mucho más al norte de lo que está hoy— le confería un papel estratégico en la interacción entre el mar, los humedales y la tierra cultivable.
La agricultura en esta región dependía por completo de los sistemas de irrigación artificial, debido tanto a la escasa pluviosidad como a la salinización progresiva del suelo. Hasta hace poco, la evidencia directa de estos sistemas de irrigación antiguos había sido limitada, en parte por la transformación del paisaje y la erosión del registro arqueológico. Sin embargo, las nuevas tecnologías aplicadas al trabajo de campo están permitiendo recuperar esa información perdida.

Una metodología innovadora: imágenes CORONA y datos LiDAR
El reconocimiento de la red de canales en Eridu fue posible gracias al análisis de imágenes de satélite CORONA, que los satélites espías estadounidenses tomaron durante las décadas de 1960 y 1970. Estas imágenes, desclasificadas en los años 90, han resultado ser una fuente de incalculable valor para la arqueología. Han permitido analizar zonas donde el registro superficial ha sido dañado por la erosión, la expansión urbana o la actividad agrícola contemporánea.
El equipo liderado por Jennifer Pournelle y sus colegas aplicó una técnica de mapeo sistemático sobre las imágenes CORONA. El mapeo se complementó tanto con datos obtenidos con la tecnología LIDAR como con observaciones de campo. Estos tres métodos combinados permitieron identificar trazos lineales, curvaturas y estructuras asociadas a los antiguos canales.
Las condiciones desérticas actuales, además, permitieron observar con una nitidez sin precedentes los canales rellenos de sedimentos. Estas trazas apenas resultan perceptibles a nivel del suelo, pero se aprecian con notable claridad desde el cielo.

Una red de irrigación de 6000 años
Los investigadores pudieron reconstruir un complejo sistema hidráulico de canales primarios, secundarios y terciarios que abastecían zonas agrícolas situadas al este y noreste de Eridu. Esta red muestra una organización planificada, con alineaciones rectilíneas que se extienden a lo largo de hasta 4 kilómetros de longitud. La red data de entre el 5000 y el 4000 a.C., una época en la que se creía que la irrigación aún no estaba desarrollada a gran escala en el sur de Mesopotamia.
Otro descubrimiento llamativo que los investigadores han podido confirmar concierne la coexistencia de canales perennes y canales estacionales. Esto sugiere un manejo sofisticado de los flujos de agua disponibles, probablemente procedente de ríos distributarios del antiguo sistema del Éufrates o de humedales permanentes.
Una gestión hidráulica comunitaria
En oposición a la visión tradicional que atribuye la construcción de grandes obras hidráulicas a reyes o estados centralizados, este hallazgo respalda la hipótesis de una gestión comunitaria del agua en los orígenes de la urbanización.
Mantener los canales operativos implica coordinación, mantenimiento y consenso entre múltiples grupos. La necesidad de trabajar en común podría haber sido un factor clave en el surgimiento de estructuras sociales más complejas.
Por otro lado, los patrones detectados indican que las parcelas irrigadas eran de pequeño tamaño. Esto refuerza la idea de que se practicó una agricultura diversificada de subsistencia, antes del auge de los monocultivos intensivos que caracterizaron períodos posteriores como el Uruk (c. 4000–3100 a.C.).

El papel de Eridu en el sistema
La ubicación de Eridu en el extremo suroccidental del sistema de canales sugiere que la ciudad, además de ser un importante centro religioso —albergaba, de hecho, uno de los templos más antiguos dedicados al dios Enki—, también funcionó de nodo articulador de un paisaje productivo complejo.
Los canales parecen conectar las zonas de cultivo con la urbe Eridu, lo que implicaría el desplazamiento de recursos hacia la ciudad, pero también posibles redistribuciones hacia el exterior.
En este contexto, Eridu habría funcionado como un centro de convergencia entre la producción agrícola, la gestión del agua y las prácticas religiosas. Estos factores interdependientes se encuentran en las bases del nacimiento de la urbanización mesopotámica.
Cambios ambientales y resiliencia
El estudio también documenta cómo el sistema de canales se alteró de forma progresiva por los cambios ambientales. La retracción del Golfo Pérsico y la dinámica fluvial del Éufrates, por ejemplo, desplazaron los recursos hídricos hacia el norte. Esto provocó una reconfiguración de la red de canales e incluso el abandono de algunas zonas agrícolas.
Pese a ello, los habitantes de la región adaptaron sus prácticas hidráulicas y agrícolas a las nuevas condiciones. Esta adaptación incluyó la reutilización de antiguos canales, la construcción de nuevos cauces y una mayor dependencia de los humedales como fuentes de agua.
Implicaciones para la arqueología mesopotámica
El descubrimiento obliga a revisar las cronologías de la irrigación y la urbanización. Demuestra que la ingeniería hidráulica precede en, al menos, un milenio al auge urbano del periodo Uruk.
En segundo lugar, pone en valor el papel de las comunidades locales en la transformación del paisaje, frente a narrativas más jerárquicas centradas en el poder estatal. No solo demuestra la existencia de técnicas complejas de irrigación ya en el V milenio a.C., sino que también arroja luz sobre los mecanismos sociales y ecológicos que permitieron el surgimiento de las primeras ciudades. Por último, esta investigación abre nuevas vías para explorar otras zonas del sur de Irak mediante análisis similares. Un estudio sistemático de la zona podría revelar patrones ocultos de ocupación y explotación del terreno a lo largo de milenios.
Referencias
- Jotheri, J., M. Rokan, A. Al-Ghanim, L. Rayne, M. de Gruchy y R. Alabdan R. 2025. «Identifying the preserved network of irrigation canals in the Eridu region, southern Mesopotamia». Antiquity, 2025: 1-7. DOI: 10.15184/aqy.2025.19