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El País
En un reportaje de The New York Times (NYT), se describen los cultivos de coca en Colombia como “estar en un campo de maíz en Iowa: no puedes ver el final”.
El funcionario del medio de comunicación que por varios años ha trabajado en los procesos de interdicción de drogas en Colombia, afirmó que hay un incremento de cultivos en el país. “Estamos viendo una producción a niveles con los que soñó Pablo Escobar”, anotó.
Según la publicación, en 2022 se alcanzó un nuevo tope máximo de producción anual de hoja de coca y cocaína. De hecho, se precisó que la fabricación de droga incrementó un 24 % respecto al año anterior, según datos de Naciones Unidas.
De acuerdo con el reportaje de NYT, el presidente Petro está desarrollando una estrategia enfocada en atacar las redes de narcotráfico, sin embargo, ha dejado de un lado la erradicación de la hoja de coca, lo cual, según funcionarios de la ONU y de Estados Unidos publicados en el reportaje, ha incrementado la producción de cocaína.
“Dado el desinterés de Petro en la erradicación forzosa, en la práctica no hay barreras de entrada al campo de coca”, afirmó exembajador Kevin Whitaker, hoy miembro no residente del Atlantic Council, cuya cita fue publicada en NYT.
El medio de comunicación afirmó que: “Los nuevos fertilizantes también han ayudado a facilitar el cultivo de más coca, incluso cuando muchos grupos armados colombianos que contribuyen al continuo conflicto del país dependen mucho menos de las drogas para obtener ingresos y están recurriendo a otras actividades ilícitas que no atraen tanto escrutinio por parte de las fuerzas del orden, como la minería de oro, la tala de árboles y el tráfico de migrantes”.
A pesar del nuevo modelo, NYT informó que al menos el 55 % de las regiones productoras de coca en Colombia han visto caer en picada las ventas de coca.
Además, muchas comunidades donde suele haber falta de presencia del Estado, han sufrido problemáticas y viven una situación crítica. El artículo publicado en NYT se refirió a algunos casos.
Como es el caso de Caño Cabra, una población que está controlada por un grupo armado ilegal. De hecho, el medio de comunicación antes mencionado anotó que sus habitantes expresan que: “No hay electricidad, ni agua corriente ni escuela pública”.
Durante vacaciones, los hijos de Hernández, una joven de 16 años y un muchacho de 14, tuvieron que trabajar durante sus vacaciones de la escuela en los campos de coca, para poder disfrutar del desayuno gratuita que brindaba el dueño de la finca, pues el salario era muy bajo.
“Todos nosotros llevamos mucho tiempo sin comer carne porque no hay dónde comprarla y no hay con qué comprarla”, narró Hernández en NYT.
Bajo esa premisa, el medio de comunicación antes mencionado ejemplificó otro caso en su artículo publicado.
“María Manrique era dueña de una farmacia en el pueblo de Nueva Colombia, cerca de Caño Cabra, pero a medida que las ventas de coca se evaporaban, los clientes comenzaron a alegar que no tenían dinero para comprar medicamentos. Así que el año pasado se mudó a la ciudad más cercana, San José del Guaviare. La adaptación fue dura. Extrañaba su ciudad natal y las vistas abiertas del campo. Se sentía claustrofóbica y sola”, dijo el NYT.
Escenas como esta, donde los cultivos de coca se han apoderado de la tierra, son lugar común en muchos municipios de Colombia. | Foto: Elpais.com.co
Manrique, quien trató la depresión con un especialista y comenzó a ganarse la vida vendiendo empanadas, anotó que en la capital tiene acceso a la insulina para su diabetes y su hijo menor tiene educación.
Hay que mencionar que para algunos colombianos, la industria de la coca ha sido su única opción. “Esto daña a la humanidad y somos conscientes de ello. Pero para nosotros significa salud, significa educación, significa el sustento de las familias de las regiones”, afirmó Jefferson Parrado, de 39 años, presidente del Concejo local de la región que incluye Caño Cabra.
“¿Qué ingresos reemplazarán los ingresos de la coca? ¿Otros ingresos ilegales? ¿La minería, el tráfico de personas, de vida silvestre, de madera? ¿La extorsión?”, se cuestiona.