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Con la crisis climática, el fin del uso del petróleo ha estado en el centro de las discusiones como nunca antes, pero terminar con la dependencia mundial del oro negro va a requerir unos esfuerzos colosales.
“En 2021, varios acontecimientos demostraron claramente que esta industria no tiene futuro”, apuntó Romain Ioualalen, de la ONG Oil Change International.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó hace unos meses un informe que defiende el fin inmediato de cualquier nueva inversión en los combustibles fósiles.
Esto supuso toda una revolución por parte de una institución fundada en plena crisis petrolera de los años 1970 para garantizar la seguridad energética de los países ricos.
Otro momento destacado de este año fue la cumbre sobre el clima COP26, celebrada en Glasgow (Escocia), en la que una coalición de países (entre los que no se contaba ningún gran productor de crudo) se comprometió a abandonar las energías fósiles.
Estas últimas, que representan el 80% de la energía consumida actualmente, fueron señaladas en la COP26 como las responsables del cambio climático.
“Ya no es ningún tabú hablar del fin de la extracción de hidrocarburos en las reuniones internacionales sobre el clima”, destacó Ioualalen.
No hace mucho, los defensores del medio ambiente alcanzaron una victoria simbólica: el proyecto del yacimiento petrolero de Cambo, frente a las costas de Escocia, fue suspendido tras la retirada del gigante Shell.
“DEPENDENCIA”
“Se sabe desde hace varios años que el fin del petróleo está próximo”, señaló Moez Ajmi, de la firma EY.
«¿Pero está listo el mundo para vivir sin petróleo? La dependencia aún es muy fuerte, desde mi punto de vista”.
La AIE considera además que la demanda petrolera mundial seguirá con su recuperación hasta alcanzar el próximo año los niveles previos al covid-19, cerca de 100 millones de barriles por día.
Además, la cotización del petróleo se ha recuperado en los últimos meses y los países productores esperan seguir recibiendo el beneficio de esos ingresos.
«Los discursos sobre un sector que será relegado al pasado y que cesarán todas las nuevas inversiones en el petróleo y el gas son erróneos», declaró Mohammed Barkindo, secretario general de la OPEP.
“La transición tendrá lugar, estoy convencido porque hay una verdadera toma de conciencia, pero va tomar tiempo”, consideró por su parte Patrick Pouyanné, presidente del gigante petrolero francés TotalEnergies.
A su juicio, las discusiones actuales se concentran en el fin de la oferta petrolera antes de una revolución en las formas de consumo.
La demanda de energías fósiles «declinará porque se le ofrecerá a los consumidores cosas nuevas, como los vehículos eléctricos», indicó Pouyanné.
En el primer semestre de 2021, los autos eléctricos representaron un 7% de las ventas mundiales de coches, según BloombergNEF. Una parte todavía muy minoritaria, pero de fuerte dinamismo. Moez Ajmi insiste también en la necesidad de transformar la demanda con «concreciones reales».
“AÑO DE TRANSFORMACIÓN”
“Los argumentos de las compañías petroleras y los grandes países productores son cortoplacistas y cínicos: buscan todos los medios posibles para justificar un rumbo que no es durable”, lamentó Romain Ioualalen.
“Estamos ciertamente aún lejos de una economía descarbonizada, pero las inversiones que realicemos hoy en el sistema energético son las que nos conducirán [a ella]”, adelantó.
Sea cual sea el horizonte para el fin del petróleo, las grandes empresas del sector se están preparando, lo quieran o no, bajo una presión creciente.
Otrora reticentes, las petroleras estadounidenses ExxonMobil y Chevron anunciaron este año inversiones en la transición energética.
“El 2022 tiene el potencial de ser un verdadero año de transformación», vaticinó Tom Ellacott, de la consultoría Wood Mackenzie.
“Permanecer al margen del camino de la descarbonización no es una opción». En la agenda del nuevo año, según los expertos, hay más inversiones en electricidad eólica o solar, pero también en tecnologías de captura de carbono o hidrógeno.