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Por Fabio Suescún Mutis, Obispo Castrense de Colombia.
El nuevo periodo de la historia que vive la humanidad ha traído cambios que repercuten sobre las relaciones humanas y en concreto sobre la institución familiar.
Las condiciones especiales de vida de los militares y de los policías influyen también sobre el matrimonio y el hogar. La vigencia de la familia pertenece a la esencia misma de la humanidad y el bienestar familiar se refleja sobre la persona y el trabajo de quien es servidor del país y de la comunidad.
La familia está en el corazón de Dios. Ha sido por Él establecida como fuente de vida, de amor y de seguridad para el individuo y para la sociedad. La iglesia y las distintas instituciones deben estar atentas a la armonía de los hogares, pues de ellos depende la calidad humana de quienes componen la nación.
Nuestra Iglesia Católica enseña que la familia cristiana es una comunidad creyente y evangelizadora, que testimonia la presencia salvadora de Cristo en el mundo a través de la unidad y fidelidad de los esposos, la conservación y trasmisión de la fe de los hijos. Por consiguiente, la familia está llamada a edificar el Reino de Dios y a participar activamente en la vida y misión de la Iglesia, cuyos miembros, alimentados por la palabra de Dios, confortados con los sacramentos y los auxilios de la gracia, e irradiando el espíritu del Evangelio, vienen hacer una pequeña porción viva de la Iglesia.
No en vano, el Papa Juan Pablo II, nos recuerda que “las verdaderas exigencias” inscritas en la persona humana no son diversas de aquellas que hacen su vida “conforme al proyecto de Dios”, (Novo millenniolneunte, 47). Por eso, la santidad de los conyugues y la gloria de Dios alcanzan concomitantemente en la vida de los esposos que realizan su voluntad. Los conyugues cristianos “cumpliendo su misión conyugal y familiar (…) llegan cada vez más a su pleno desarrollo personal y a su mutua santificación, y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios” (Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes,48).
De la misma manera, el documento conclusivo de la conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, Brasil (2007) con especial interés por el tema de familia, resalta la importancia de esta institución. A ella hace múltiples referencias: señala que la promoción de la familia es una de las prioridades en la misión evangelizadora de América Latína, y particularmente, destaca el concepto donde se afirma que, “la familia debe ser uno de los ejes trasversales de toda acción evangelizadora de la iglesia” (DA, 435), por ser “uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños” (DA, 114).
En definitiva, los esposos y hogares cristianos, conscientes de la fuerza del amor grande y poderoso del que participan por el sacramento del matrimonio podrán, no obstante, la humana debilidad, ser luz y sal para los hombres y las familias de este nuevo milenio. Un matrimonio vivido de manera plenamente conforme con el plan de Dios, llena los deseos y exigencias de la persona humana. Es el proyecto divino el que garantiza el bien de la persona, tanto de los cónyuges como sobre todo la de los más frágiles, que son los hijos.
Este libro titulado “El Valor de la Familia en la Vida Militar”, el cual me complace prologar, es un texto que refleja de manera precisa muchos de los elementos anteriormente tratados, desde la visión de un hombre en armas. El señor B. General, Edgar Alberto Rodríguez Sánchez quien ha desempeñado la carrera militar como una vocación de servicio a la sociedad, lleva más de veinte años mostrando inquietud académica y vivencial por el tema de la familia.
Él quiere rescatar, según sus palabras, “el valor de la familia como base fundamental de la sociedad y mostrar el hogar como un templo de vida, ya que el valor de la familia en el medio militar, es lo más importante para formar hombres y mujeres que tengan sus valores cimentados en el amor y la comprensión de la vida humana y de su vida militar”. Por esta razón decide abordar temas tan sensibles como la importancia de los valores, la fidelidad, el amor sano y verdadero, la superación de los momentos difíciles, la conservación del amor, el secreto para que la relación de los momentos difíciles la conservación del amor el secreto para que la relación de pareja sea eterna, las relaciones entre padres e hijos y culmina con la exaltación de la mujer en su papel de madre y soporte del hogar.
En mi calidad de Obispo castrense de Colombia, quiero expresar mi especial reconocimiento al señor B. general. Rodríguez Sánchez, por su acucioso trabajo y preocupación constante por resaltar la importancia de la familia en el medio militar. Considero que el militar debe ser consciente de la seria preparación que requiere establecer su propia familia. Hoy cuando todo se planea con especial cuidado, y de manera especial en el contexto militar, de acuerdo con métodos y tecnologías cada vez más experimentadas, dejar una determinación tan importante como lo es la formación de la familia a la improvisación, es un grave riesgo. La felicidad de la vida conyugal y la grandeza de tener un hogar merecen una conveniente formación en el arte de amar. Estoy seguro que este texto servirá a los miembros de nuestras fuerzas militares como herramienta oportuna para la preparación y fortalecimiento de la institución militar. Su autor, con un lenguaje preciso, busca sensibilizar desde su misma condición de militar a otros que enamorados de su profesión y defensores de la familia, quienes se hacen heraldos en una cruzada por el fortalecimiento de los valores que caracterizan y fundamentan la institución matrimonial