
News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Cualquiera habla de fútbol y puede caer en lugares comunes, algo así como reflexionar sobre política, da lo mismo: en los dos campos todos al tiempo esgrimen sus argumentos, pero al final la verdad ilumina solo cuando los buenos resultados aparecen. Lo demás es bruma, o niebla, o sombras. El buen político, o su partido, porque la gobernanza no es de un solo individuo: sí ayuda al bien común, y sí combate la pobreza, y sí propicia educación donde su cobertura «toca» a todos sus ciudadanos, y sí el empleo florece, y la vivienda propia no es privilegio de unos pocos, y sí le da solución a esa larga y ancha etcétera, y etcétera, entonces seremos una potencia. Ya no sólo «reserva moral», porque si son felices nuestros ciudadanos y sus condiciones de vida son óptimas, no hay nada más que decir: habrá billete en la tierra de Macondo y con ese capital podremos hacer bellezas. Y entonces la política y su arco iris será la nueva alianza, la paz total, en palabras del gobierno actual. Pasa lo mismo con el fútbol, y en este caso, nos referimos a Millonarios. Aquel equipo que alguna vez fue llamado el mejor del mundo. El mismo que azotó al Real Madrid con un contundente marcador de 6 a 2. Ese clásico conjunto, algunos dicen que en la actualidad juega bonito, que danza con la pelota en sus pies, que acorrala al rival como cualquier hombre lobo en la oscuridad y que hipnotiza a sus víctimas como Béla Lugosi; un terrorífico chupa sangre que deja raquíticos a sus adversarios. Que la demolición. O que se defiende con la pelota en los pies. O que tiene amuleto, o buena suerte, o lo que sea (ya estoy verraco), no ha ganado nada, mientras no sea campeón. Me hace recordar a Moisés. Que todo lo hizo bien para que su pueblo saliera indemne de la aridez y de la muerte, y los salvó con fe y tenacidad, pero murió el pobre hombre viendo a lo lejos su tierra prometida. Guardando distancias, con prudencia: de nada nos sirve Gamero, si este profesor no corona a su equipo siendo campeón de la liga colombiana, independiente, pero no del Valle, o si, puede ser, o del otro Independiente de Avellaneda, me explico: que Gamero corone la meta, que levante un trofeo, que dé la vuelta olímpica con el ballet azul, aparte de enseñar solidez en un equipo preñado de individuales y hacerlo merecedor de jugadores solidarios… Juego de equipo, unidad, alegría, espectáculo, pero lo más importante: que el Embajador (qué bonito nombre), como cualquier otro combinado patrio, ya sea rojo, morado o vino tinto, que haga goles y más goles. El pugilista nato, perdón por el ejemplo -estoy en contra de la violencia-, no sólo dejará grogie al oponente, sino que lo líquida con una esgrima de fantasía. Y en el fútbol, esa fantasía se llama goles. Escuchen, goles. Por favor, goles. Alguna vez lo escribí; el fútbol, y su triunfo es fácil. Si nos meten dos, yo debo meter tres. Si nos meten tres, yo debo meter cuatro. Es la lógica del fútbol y también de las matemáticas; algunos dirán, y eso lo sostienen los agua fiestas: que menos por más da menos, y que menos por menos da más; entonces yo le diría a esos sabios del 4-4-2, o del 4-3-2-1, o del 5-3-2, o de un solo punta, o 2 extremos y un falso 9, mejor dicho de aquellos «comunicadores» que a diario posan en los Medios de Menotis, Bilardos, Guardiolas, Anchelotis, Mesis, Ronaldos y demás estrellas, que lo único potente, decisivo, claro, pródigo y turbulento en el vital deliquio por siempre insaciado, como lo dijera ese alto poeta Porfirio Barba Jacob, es mostrarnos cariñosos y contundentes metiéndola en la valla contraria sin piedad, como el noruego Haaland con el Manchester City, quien lleva 13 partidos jugados y ha metido 19 goles. Esa, la de Haaland y su convicción, debe ser la letanía diaria, constante y eterna de ese equipo amado llamado Millonarios. O de cualquier otro equipo, así se llame el Club de los Vagos. Lo fundamental es la victoria. Y para eso se hace necesario derrotar al adversario. Llenarlo de goles. Esa es la ley de la selva y su «método científico». Lo demás es pura y física carreta… En la exigencia está la excelencia (cómo para variar) …
Sábado, octubre 8 de 2022.