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Por GERNEY RÍOS GONZÁLEZ
El general Alberto Mejía Ferrero, embajador plenipotenciario y extraordinario de Colombia en Australia (2019-2021) describe que entre los siglos XVI y XVII las tropas invasoras especialmente en Europa se servían de las cosechas de los enemigos para el sostenimiento de sus hombres. Los batallones que avanzaban por territorios fértiles eran alimentados con prestancia, pues la movilidad los empujaba hacia nuevas zonas cultivadas. Pero en “sitios” de las plazas, la vida se tornaba sedentaria y las vituallas prontamente se agotaban. Al pasar los días, la hambruna diezmaba a las tropas, lo que a la postre significaba derrota.
En el arte de la guerra de esos tiempos, la captura de una fortaleza significaba que la hazaña debía cumplirse antes que las provisiones terminaran. En esta forma, tropas francesas a las órdenes de Napoleón vieron la necesidad de montar el escenario de suministros. El politólogo francés, Michel Le Tellier, Marqués de Louvois (1639 – 1691), ministro de Luis XIV, en la reorganización del ejército creó los magazines, especie de alacenas o depósitos para alimentos y pertrechos, ubicados en ciudades y fortalezas, considerados de especial estrategia para el asalto y abastecimiento de elementos de apoyo para el combate.
Estos almacenes tenían provisiones solo para quince días y debían ser utilizados en caso de urgencia. Duró la experiencia casi siglo y medio y su influencia en el desarrollo de la guerra tiene un fuerte asidero en la ingeniería militar, ciencia que siempre estuvo a cargo de la organización y movimiento de las tropas en toda campaña bélica. Abastecimiento es acopio de alimentos, alojamientos, municiones y transportes.
En los primeros años del siglo XIX los ejércitos de Francia se desplazaron por Europa, asimilando las enseñanzas de otros contingentes con excelente movilidad y destruyendo al enemigo con todos sus elementos de combate, en una técnica conocida como “dispersión de las tropas”.
Napoleón Bonaparte, (1769 – 1821), Emperador de los franceses, estudió en la Escuela Militar de Brienne (Aube), y se distinguió en el sitio de Tolón 1793. La campaña de Italia (1796 – 1797), durante la cual obtuvo las victorias de Lodi, Castiglioni, Arcole y Rívoli, le dio gran prestigio. El éxito conseguido en su campaña de Egipto (1798 – 1799), así como los reveses sufridos por el Directorio en Francia, al principio de su gesta en 1799, le permitieron dar el golpe de Estado de Brumario (9 de diciembre de 1799).
Primer Cónsul y luego Cónsul vitalicio (1802), llevó a cabo una notable obra legislativa y de gobierno (Código Civil, Banco de Francia, Universidad, Legión de Honor); gracias al Concordato con Pío VII ligó la Iglesia al Estado.
El 18 de mayo de 1804, el Senado le confirió la dignidad imperial con el nombre de Napoleón I. Dueño del poder por sus victorias militares, tenía que mantenerse en él por medio de otros triunfos. Empezó entonces una larga guerra contra Europa, primero en Inglaterra, serie de campañas señaladas por los triunfos de Austerlitz, Jena, Eylau, Friedland, Wagram… pero la “aventura” de España (1808) y la campaña de Rusia (1812), hicieron palidecer su estrella, al tiempo que acabaron por arruinar a Francia.
Derrotado en Leipzig (1813), los aliados invadieron el territorio francés y entraron en París (1815). Napoleón abdicó en Fontainebleau y se retiró a la isla de Elba (1814). En 1815 volvió a París (100 días). Sin embargo, la coalición europea, vencedora en Waterloo, irrumpió de nuevo el país y el Emperador fue desterrado a la isla Santa Elena, donde murió en 1821, después de doloroso cautiverio. Pocos hombres han ejercido sobre su época una influencia tan grande y duradera, con un manejo logístico que entregó triunfos cuando lo aplicó en forma excelente y derrotas, por desdeñar esa ciencia.
En el caso del ejército austriaco, éste aprendió lecciones nuevas, empleando vagones tirados por caballos que transportaban abastecimientos de diversa índole. Para 1809 en su ofensiva contra el Emperador Bonaparte utilizó este medio logístico con enormes cantidades de comida, armas, pertrechos, dormitorios y enseres necesarios al sostenimiento de la ofensiva militar. La Logística conquistó nuevos espacios en el movimiento de las tropas ofensivas.
El perfeccionamiento de las labores de apoyo en los ejércitos modernos, tiene de aliado principal la alta tecnología que equipa a los batallones de suministros, haciéndolos de una movilidad asombrosa, por tierra, aire y mar. Las batallas son cuestión de horas para someter al enemigo. Lo sofisticado del sistema radica en las enseñanzas del pasado; al decir de Napoleón, son los estómagos bien nutridos los que mueven a las tropas, al lado del transporte en diferentes medios y la provisión oportuna de elementos para la batalla.