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El Mundo
Javier Colás
Anastasia Trofimova colaboró en el pasado con el medio de propaganda ruso RT y fue traductora de ‘The New York Times’. Acaba de proyectar en el Festival de Cine de Venecia su documental ‘Rusos en guerra’ que ha causado un gran escándalo y por el cual ha sido acusada de diseminar propaganda rusa.
La documentalista Anastasia Trofimova pasó varios meses en una de las unidades del ejército ruso en las regiones ocupadas de Ucrania y entrevistó a militares. Quería mostrar «la gente completamente normal» que lucha en el ejército ruso. Su película quiere refutar la idea occidental de que todos los soldados rusos son criminales.
El 5 de septiembre se proyectó en el Festival de Cine de Venecia su documental titulado Rusos en guerra. En él los soldados rusos hablan abiertamente de algunas cosas, aunque no de todo. Algunos dicen que no entienden por qué están luchando y se arrepienten de haber ido a la guerra.
Trofimova nació en Moscú y estudió en Toronto y Ámsterdam. En el pasado lanzó varios proyectos con el canal de televisión RT, fundamentalmente sobre el ISIS y Siria, una de las dictaduras protegidas por el Kremlin. Al mismo tiempo, también fue asistente y traductora para The New York Times y The Washington Post.
Su vida coincide con la clásica experiencia vital de moscovita atropellada por la guerra pero que, con el paso del tiempo encuentra un sitio en el sistema. En 2022, días después de la invasión a gran escala, Trofimova mostró su oposición a la guerra: «Ningún líder ha causado un daño tan global y absoluto a nuestro país y a nuestro pueblo en toda su larga y difícil historia. Rusia no es Putin ni tampoco es Rusia un grupo de castrati de Rublyovka [un lujoso suburbio donde vive la élite en Moscú] que han tomado al país como rehén».
En esta aventura ucraniana, Trofimova filmó casi todo el material en las zonas controladas por Rusia en los territorios ucranianos de Donetsk y Lugansk, una zona donde los periodistas normalmente no pueden moverse libremente. Ella asegura que la invitó un integrante de un batallón, y que accedió a la zona diciendo que era esposa de un soldado. Y que consiguió colarse en el frente en un camión de combatientes gracias a la complicidad de algunos de ellos.
INDIGNACIÓN
Políticos y diplomáticos ucranianos expresaron su indignación por la proyección de la obra de la documentalista rusa. Algunos espectadores y mucha gente que no lo ha visto pero ha leído sobre el documental creen que Rusos en guerra es propaganda imperialista rusa. La directora se defiende: «Quiero dejar claro que esta película franco-canadiense es contra la guerra y se hizo con un gran riesgo para todos, sobre todo para mí».
El documental no habla de la destrucción y los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso en Ucrania. No aparecen reclutas forzosos ni ex prisioneros, sólo tipos cansados de disparar. Hablan de las condiciones miserables en las que se libra una guerra que salió de la mente de Putin con tintes de glorias pasadas. «Las armas son viejas y las tropas viajan en vehículos que no protegen contra los ataques. Lo único que hay en abundancia son cigarrillos y alcohol», escribió un corresponsal de Reuters al salir de la sala de proyección.
Producido por el estudio parisino Capa Presse así como por la productora canadiense Cornelia Principe, el de Trofimova es uno de los pocos documentales sobre el lado ruso de la guerra, ofreciendo una estampa muy humana, tal vez demasiado: se ve a un grupo de médicos que recogen los cuerpos de los muertos y todos empiezan a llorar cuando tres de sus compañeros regresan del campo de batalla en bolsas negras. Se ve cómo mueren los rusos, pero no como matan.