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Banco Mundial
Sebastián Franco Bedoya
El debate es muy intenso: ¿La globalización está en retirada o no? En caso afirmativo, ¿en qué medida y cuáles son las consecuencias para la prosperidad mundial y la reducción de la pobreza? Estas no son preguntas fáciles de responder, en gran parte porque hay definiciones diferentes de la globalización, que dan lugar a formas distintas de medirla. Una reciente investigación del Banco Mundial, basada en una nueva definición, sugiere que la globalización sigue vigente.
Pero primero, proporcionaré algo de contexto. Durante más de 50 años, la globalización ha sido un agente catalizador del desarrollo económico, la integración comercial y la generación de prosperidad. Ha ayudado a sacar de la pobreza a más de 1000 millones de personas.
Desde la década de 1990, se ha convertido en una vía para que las empresas en las economías emergentes ingresen a las cadenas de valor mundiales y prácticamente dupliquen su participación en las exportaciones.
Los impresionantes avances en las comunicaciones, el transporte y las tecnologías de la información han facilitado y abaratado las transacciones comerciales, el acceso a los mercados y el intercambio de recursos, conocimientos y tecnología entre países situados en puntos opuestos del planeta.
Por otra parte, algunos críticos en las economías avanzadas culpan a la globalización por la pérdida de empleos en el sector de las manufacturas, y otros la señalan como una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero.
Recientemente, la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania y las tensiones entre China y Estados Unidos han llevado a países y empresas a repensar las estrategias mundiales.
Pero ¿hasta qué punto la globalización está en retirada realmente? Algunos estudios encuentran pocas pruebas sistemáticas al respecto, mientras que otros concluyen que la “apertura comercial” ha disminuido en el último tiempo en algunas regiones, al coincidir con un ritmo más lento de las reformas al comercio y representar una amenaza para el crecimiento.
Esto no es solo un ejercicio académico. La medición exacta de la globalización es necesaria para comprender el impacto de los desafíos actuales de la economía mundial. La política económica no puede correr el riesgo de sobreestimar la desglobalización o subestimar los costos de tal escenario. Por esta razón, necesitamos una definición clara con aplicaciones empíricas precisas que pueda orientar la política económica.
La relación entre comercio y PIB —que calcula la importancia relativa de las importaciones de un país y las exportaciones hacia su economía— es una manera de medir el nivel de “apertura” al comercio.
Esta relación aumentó constantemente hasta 2008, luego sufrió una caída repentina en 2009 tras la crisis financiera mundial. En 2011 se había recuperado, pero carecía del mismo vigor que antes de la crisis, lo que sugiere, según algunos, que la globalización estaba declinando.
Ciertos economistas continúan utilizando la relación entre comercio y PIB como una medida de la apertura, aunque muchos otros aducen que es un patrón inadecuado y no implica necesariamente la existencia de elevadas barreras comerciales. En cambio, podría reflejar factores tales como el tamaño o la estructura de la economía o su proximidad geográfica a los socios comerciales.
Por lo tanto, la globalización debe entenderse mejor (i) como una extensión más allá de las fronteras nacionales de las mismas fuerzas del mercado que operan en todos los niveles de la actividad económica. Usando esta definición, medimos la intensidad de la globalización como el crecimiento del comercio internacional en relación con el comercio interno .
Por ejemplo, los fabricantes automotrices venden algunos automóviles en el mercado interno y exportan el resto. La comparación de la evolución de las exportaciones de automóviles con las ventas internas brinda una mejor medida de la dinámica de la globalización que la relación entre comercio y PIB.
El modelo utilizado para captar la dinámica relativa del comercio internacional y nacional es lo que los economistas denominan modelo de gravedad estructural, que permite realizar comparaciones entre países y a lo largo del tiempo, captando dinámicas de la globalización más intuitivas que la relación entre comercio y PIB.
La reducción de las barreras comerciales y los avances en las tecnologías de la información, entre otros factores, hacen que el comercio internacional crezca más rápido que el comercio interno, con un mundo cada vez más globalizado y con mayor conectividad económica y cooperación entre los países.
Sobre la base de esta investigación, no hay evidencia de que la economía mundial haya entrado en una era de desglobalización. La relación entre comercio y PIB de China, por ejemplo, ha tendido a la baja desde 2006 y ahora se encuentra por debajo del promedio mundial y del nivel de 2001, cuando China ingresó en la Organización Mundial del Comercio.
Sin embargo, incluso considerando las recientes tensiones comerciales con Estados Unidos, sería difícil argumentar que la economía china es drásticamente menos “abierta”, como sugeriría la relación entre comercio y PIB. Una mejor explicación es que el comercio se ha vuelto menos importante para el PIB de China a medida que su economía interna se encuentra en un período de auge.
Un análisis de la globalización coherente con la teoría económica requiere el estudio de la dinámica de sectores específicos. Por ejemplo, las manufacturas han sido tradicionalmente un sector de gran intensidad comercial, pero los adelantos de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) parecen hacer que los servicios sean más comercializables, lo que indica que habrá más oportunidades de globalización en el futuro.
En el gráfico 1 se trazan los principales resultados de nuestra investigación. Este gráfico muestra que la dinámica de la globalización en las manufacturas ya era fuerte en 1965, mientras que la agricultura y los servicios “tomaron vuelo” a fines de las décadas de 1970 y 1990, respectivamente. No hay señales de una tendencia de desglobalización después de 2008.
También se analiza la dinámica de las manufacturas en todos los países. Estos resultados revelan dinámicas diferentes y sitúan a China como un líder de la globalización a partir de la década de 1980, superando significativamente a la economía mundial durante el período completo. Esto difiere de lo que señala la relación entre comercio y PIB.
Otros resultados también proporcionan más información al ilustrar que países como India, donde la globalización de las manufacturas se encuentra rezagada, han superado a la economía mundial en el sector de los servicios.
En el debate sobre la globalización se utilizan varios términos: desaceleración de la globalización (slowbalization), desglobalización (deglobalization) y reglobalización (reglobalization). Cada uno de ellos muestra un panorama muy diferente sobre los cambios en la economía mundial.
Nuestra investigación contribuye a estos debates ofreciendo un conjunto de herramientas relativas a la globalización para comprender la situación actual de la economía mundial y ayudarnos a prepararnos para la dinámica del futuro.