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EL ESPECTADOR
La guerra de Secesión o guerra civil estadounidense fue un conflicto bélico librado en los Estados Unidos desde 1861 hasta 1865. Como resultado de una controversia histórica sobre la esclavitud, la guerra estalló en abril de 1861, cuando las fuerzas de los Estados Confederados de América atacaron Fort Sumter en Carolina del Sur, poco después de que el presidente Abraham Lincoln asumiera su cargo. Los nacionalistas de la Unión proclamaron lealtad a la Constitución de los Estados Unidos. Se enfrentaron a secesionistas de los Estados Confederados, que defendían los derechos de los estados a expandir la esclavitud.
Entre los 34 estados de los Estados Unidos en febrero de 1861, siete estados esclavistas del sur individualmente declararon su secesión de los Estados Unidos para formar los Estados Confederados de América, o el Sur. La Confederación creció para incluir once estados esclavistas. La Confederación nunca fue diplomáticamente reconocida por el Gobierno de los Estados Unidos, ni fue reconocida por ningún país extranjero (aunque el Reino Unido y Francia le otorgaron estatus beligerante). Los estados que permanecieron leales a los Estados Unidos (incluidos los estados fronterizos donde la esclavitud era legal) se conocían como la Unión o el Norte.
La Unión y la Confederación rápidamente levantaron ejércitos voluntarios y conscriptos que lucharon principalmente en el Sur a lo largo de cuatro años. La Unión finalmente ganó la guerra cuando el general Robert E. Lee se rindió ante el general Ulysses S. Grant en la batalla de Appomattox Court House, seguido de una serie de rendiciones de generales confederados en todos los estados del sur. Cuatro años de intensos combates dejaron entre 620 000 y 750 000 personas muertas, más que el número de muertes militares de los Estados Unidos en todas las demás guerras combinadas (al menos hasta aproximadamente la Guerra de Vietnam).1 Gran parte de la infraestructura del sur fue destruida, especialmente los sistemas de transporte. La Confederación colapsó, la esclavitud fue abolida y 4 millones de esclavos fueron liberados. La Era de la Reconstrucción (1863-1877) se superpuso y siguió a la guerra, con el proceso de restaurar la unidad nacional, fortalecer el gobierno nacional y otorgar derechos civiles a los esclavos liberados en todo el país. La Guerra Civil es el episodio más estudiado y escrito sobre la historia de los Estados Unidos.2 Hace 160 años, el 12 de abril de 1861, en una isla costera del océano Atlántico, a la entrada de la bahía de Charleston (Carolina del Sur) fueron disparados unos cañonazos que resonaron en todo el mundo. El blanco fue el Fuerte Sumter, una guarnición del Ejército de Estados Unidos bautizada con el nombre del general Tomás Sumter, uno de los héroes de la guerra de independencia de la Unión Americana.
El ataque, dirigido por el general Pierre Gustave de Beauregard, fue la primera acción armada de los Estados Confederados de América, como se llamó la unión conformada en 1861 por los estados rebeldes del Sur estadounidense, contra el gobierno federal con sede en Washington. Esa acción marcó el inicio del conflicto de cuatro años que estuvo a punto de destruir la república creada por las antiguas colonias británicas americanas antes de cumplir su primer siglo.
Abraham Lincoln acababa de ser elegido como el décimo sexto presidente de Estados Unidos. Su triunfo era visto como una amenaza por los estados del Sur, pues Lincoln había prometido acabar con la esclavitud, sobre la cual descansaba la prosperidad de aquellos estados. La presencia del general Beauregard al frente de los atacantes del fuerte tuvo un significado más que simbólico, pues el militar sureño pertenecía a una acaudalada familia blanca de Luisiana, dueña de una de las plantaciones algodoneras cuyos propietarios se enriquecieron gracias al trabajo de los esclavos llevados de África.
La abolición de la esclavitud, propugnada por Lincoln, significaba el final de un sistema económico que había proporcionado riqueza a muchos hacendados privilegiados del Sur, pero sumido en la servidumbre y la miseria a varios millones de afroamericanos. También significaba el final de una organización social y cultural basada en el racismo y la discriminación, en la que los blancos eran dueños de vidas y haciendas en el sentido literal de la expresión.
Un país dividido
Entre el Norte y el Sur de Estados Unidos surgieron desde muy temprano grandes diferencias sociales, económicas y políticas que alcanzaron un punto culminante a mediados del siglo XIX. En el Sur se desarrolló una economía agrícola basada en el trabajo esclavo y concentrada en el algodón, la caña de azúcar, el arroz y el tabaco, que se cultivaban en grandes plantaciones. En el Norte nació la industria manufacturera y se formó una clase proletaria constituida por ciudadanos libres, aunque sus condiciones de trabajo fueron en muchos casos semejantes a las de los esclavos.
En el Norte surgieron movimientos partidarios de abolir la esclavitud, alentados por escritores como Harriet Beecher Stove, autora de La cabaña del tío Tom, la novela publicada en 1852 que desnudó la maldad y la inmoralidad del sistema esclavista. Varios hechos agudizaron las diferencias: entre ellos, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 6 de marzo de 1857 contra Dred Scott, un afroamericano esclavizado en San Luis (Misuri) aunque había vivido varios años en Illinois y Wisconsin, donde la esclavitud era ilegal; el rechazo de la Constitución proesclavista del futuro estado de Kansas, y la prohibición a empresas sureñas de emplear esclavos en la construcción de un ferrocarril en Nebraska. A esto se agregaba la competencia entre el Norte y el Sur en el comercio internacional, a la cual contribuía el Reino Unido al otorgar protección a los productos sureños para favorecerlos respecto a los del Norte, que competían con sus manufacturas.
En este ambiente se realizó la elección presidencial de 1860, en la que la esclavitud fue un tema central de discusión. En el Partido Demócrata ganaron terreno los partidarios de la secesión del Sur, mientras en el Republicano, al que pertenecía Lincoln, prevaleció la oposición a la esclavitud. Con el triunfo de Lincoln quedó planteada la confrontación con los secesionistas y sellada la suerte del esclavismo.
La rebelión del Sur
Era inevitable que la clase dirigente del Sur, que se había beneficiado del sistema esclavista durante dos siglos, se resistiera a su eliminación. De hecho, siete estados del Sur ya habían decidido separarse de la Unión Americana cuando se produjo la elección de Lincoln: en orden cronológico, Carolina del Sur, Misisipi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas. En los meses siguientes otros cuatro dieron el mismo paso: Virginia, Arkansas, Carolina del Norte y Tennesee.
La Confederación se constituyó en un congreso de los líderes sureños en Montgomery (Alabama) el 11 de marzo de 1861 y eligió como su presidente a Jefferson Davis, un militar y político que había sido miembro del Congreso estadounidense y poseía una plantación en Misisipi. Al frente del Ejército del Sur fue puesto el general Robert E. Lee, un militar graduado en la Academia de West Point con una larga carrera en las fuerzas federales, en las que permaneció hasta cuando Virginia, su estado natal, optó por la secesión en abril de 1861.
Cuando Lincoln asumió la presidencia el 4 de marzo de ese año, el estado de guerra entre las dos partes del país era un hecho a la vista de todos, así como el motivo principal de la disputa. El propio Lincoln lo definió en su discurso de posesión al decir que una parte del país consideraba que la esclavitud era correcta y debía ser mantenida, mientras que otra, a la que él pertenecía, la consideraba injusta y por lo tanto debía ser eliminada.
En el mismo discurso, Lincoln manifestó su decisión de mantener a toda costa la unión de los 34 estados que entonces conformaban el país, aunque tuviera que emplear la fuerza contra los estados rebeldes del Sur. Sostenía que esa unión estaba consagrada a perpetuidad por la ley universal y la Constitución, por lo cual ningún estado podía separarse legalmente de ella a menos que la Constitución fuera derogada por la voluntad del pueblo.
País ensangrentado
Contra esta posición de Lincoln se estrelló la insurrección del Sur. En miles de lugares del extenso territorio estadounidense, desde el sur de Pensilvania hasta Texas y desde Nuevo México hasta Florida, así como en el océano Atlántico, el Golfo de México y los ríos del territorio continental, los soldados del Norte y el Sur se enfrentaron en batallas terrestres y navales. Los ejércitos reflejaron en su tamaño la disparidad de las poblaciones respectivas (22 millones del Norte y 9 millones del Sur): el Norte envió más de dos millones de soldados a la guerra y el Sur puso más de un millón.
Las fuerzas de la Unión dirigidas por el general Irving McDowell libraron una de las primeras batallas con el Sur en julio de 1861 en Manassas (Virginia), donde los generales Joseph Johnston y Beauregard tuvieron su primer éxito al obligar a los unionistas a regresar a Washington. Este revés fue contrarrestado a comienzos de 1862 por el ejército unionista al mando del general George B. McLellan, que frenó a los sureños que comandaba el general Lee en Virginia, aunque no logró vencerlos.
Alentado por estas acciones, el ejército del Sur cruzó el río Potomac hacia Maryland y el 17 de septiembre de 1862 se enfrentó a los unionistas en la batalla de Antietam, la más sangrienta en la historia militar estadounidense. Allí McLellan obligó al ejército de Lee a volver a Virginia para no ser destruido.
La batalla decisiva
La acción más decisiva fue la batalla de Gettysburg, librada entre el primero y el 3 de julio de 1863, en la que el ejército del Norte rechazó el avance de las tropas comandadas por Lee con grandes pérdidas para ambos bandos. Esta acción marcó el punto de inflexión de la guerra y dio lugar al discurso más famoso de Lincoln, pronunciado al inaugurar el Cementerio Nacional de los Soldados en el mismo campo de batalla. Allí dijo que el sacrificio de los que ofrendaron sus vidas no fue en vano porque lo hicieron “para que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la tierra”.
La Confederación solo obtuvo una victoria el 18 de septiembre de 1863 en la batalla de Chickamauga, en el norte de Georgia. En cambio, los unionistas bajo el mando del general Ulises Grant obtuvieron varios triunfos que les permitieron controlar los ríos Tennesee, Cumberland y Misisipi, abrir el camino a Atlanta, que cayó en su poder el 2 de septiembre de 1864, y llegar al corazón de la Confederación en Richmond, su capital, que fue tomada el 3 de abril de 1865. Apoyado por el general William Tecumseh Sherman, Grant aplicó el concepto de la guerra total para obtener la derrota completa de las fuerzas confederadas y de su economía. En una sucesión de batallas apabulló a Lee y lo obligó a rendir su ejército el 9 de abril de 1865 en Virginia.
Seis días después, y tras haber ganado la reelección, Lincoln fue asesinado de un disparo en la cabeza cuando asistía a una función de teatro en Washington. Había preservado la unión del país y abolido la esclavitud, pero tuvo que pasar un siglo antes de que se cumpliera su sueño de garantizar el acceso pleno a los derechos civiles y la igualdad ante la ley a los estadounidenses que carecían de ellos, comenzando por los afroamericanos.
Racismo invencible
La emancipación de los esclavos, promulgada por Lincoln en plena guerra el 22 de septiembre de 1862 para entrar en vigor el primero de enero siguiente, no se realizó tan pronto como él lo había querido. Su cumplimiento enfrentó muchos obstáculos, desde la resistencia a la liberación física de los esclavos hasta el freno a su integración a la sociedad hasta bien entrado el siglo XX.
Después de la guerra la segregación racial fue adoptada en el Sur mediante las leyes llamadas de Jim Crow, nombre alusivo a la caricatura de un esclavo discapacitado realizada por un comediante de la época. Con el lema “iguales pero separados”, estas leyes separaron por razas los servicios, instalaciones y establecimientos públicos, de modo que a muchos de ellos solo tenían acceso los blancos. Aunque la legislación sobre derechos civiles adoptada por el Congreso de Estados Unidos en 1964 puso fin a esas leyes y terminó con la segregación, el racismo todavía se resiste a morir, como lo vemos en la realidad de la sociedad estadounidense hoy.
Las bajas de la guerra
Según investigaciones realizadas tras la terminación de la guerra civil estadounidense, el número de soldados caídos en combate o por accidentes, hambre y enfermedades durante los cuatro años de lucha alcanzó a 620.000. Esta cifra es casi igual a las 644.000 bajas estadounidenses en las demás guerras antes de la de Vietnam, incluidas la Primera y la Segunda Guerras Mundiales.
La batalla más sangrienta de la guerra civil fue la de Gettysburg, en la que hubo 51.000 bajas. Le siguieron la de Chickamauga, con 34.624 bajas, y la de Spotsylvania, con 30.000. Las demás batallas, entre las cuales estuvieron las de Antietam y Manassas, registraron más de 20.000 bajas cada una.
La mayoría de los soldados fueron enterrados donde murieron. Muchos de ellos fueron exhumados después y reubicados en los cementerios Nacionales o Confederados. Sin embargo, debido al tiempo y el esfuerzo necesarios para desenterrarlos a todos, varios miles de cadáveres no fueron reubicados, por lo cual se hallan en tumbas desconocidas.