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Estudios indican que gobernantes y ministros de Hacienda han construido un sistema para alcanzar estabilidad de recaudo en el corto, mediano y largo plazo, pero hoy, de acuerdo con la Comisión de Expertos en Beneficios Tributarios, debe reformarse de manera estructural.
Los cambios más importantes a la estructura fiscal, heredada de la colonia, comenzaron en el Congreso de Cúcuta, que se celebró en 1821. Allí se suprimió la Alcabala, así como el impuesto llamado sisa, el tributo indígena y el monopolio de aguardientes y naipes. Recordamos que mediante la Ley 30 se estableció el impuesto de renta por primera vez en la historia colombiana, aunque solo se empezó a aplicar a través de la Ley 56 de 1918, durante la administración de Marco Fidel Suárez. Nueve años después, durante el gobierno de Miguel Abadía Méndez, se introdujeron cambios sustanciales en este impuesto, como el establecimiento de tarifas progresivas.
Durante los años 30 se fortalecieron los impuestos indirectos, mediante las leyes 81 de 1931, 78 de 1935 y 63 de 1936. Además, se introdujeron las deducciones por depreciación, se estableció un sistema de retención de la fuente, se creó el impuesto de exceso de utilidades y el de patrimonio, entre otros.
Tras la Segunda Guerra Mundial, bajo el gobierno de Alfonso López Pumarejo, se creó una sobretasa al impuesto de renta y se aumentaron las tarifas. Mientras que en los años 50, en el régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla, se gravaron los dividendos distribuidos por sociedades anónimas.
IVA
Otro de los cambios importantes de la época sucedió en 1963, cuando se introdujo por primera vez el impuesto sobre las ventas (IVA), con tarifas que oscilaban entre 3% y 10%. Durante los años siguientes, la mayoría de las reformas se enfocaron en aumentar el recaudo, como con la creación del impuesto a la gasolina y el Acpm.
A partir de 1990 el ritmo con el que se empezaron a hacer las reformas tributarias en el país empezó a acelerarse. De hecho, solo desde el año 2000, en cuatro periodos presidenciales, se han hecho 12 reformas, es decir, un promedio de una modificación cada año y medio. Según expertos, este fenómeno empezó desde la constitución de 1991.
El derrotero de la economía colombiana se encuentra sustentada en el recaudo de los impuestos y demás contribuciones qué de conformidad a lo plasmado en nuestra Constitución Política, deben pagar todos aquellos que de una u otra manera perciben ingresos tanto en el sector público como privado, impuestos que están taxativamente establecidos en el Estatuto Tributario.
En términos técnicos, el Gobierno dentro de sus políticas económicas, fundamentalmente en aras de impulsar el desarrollo del país tanto en infraestructura como el inversión social, se ve obligado con frecuencia a presentar al Congreso, proyectos de Ley encaminados a obtener mayores ingresos, que obviamente dejan un amargo sinsabor en los sectores que son sujetos de dichos gravámenes.
Colombia se ha destacado dentro del ámbito Latinoamericano como uno de los países con mayores impuestos, qué según los expertos en el tema, no han logrado generar el impacto necesario que demuestre la efectividad de su inversión por parte del Ejecutivo.
De acuerdo con análisis, Colombia presenta un recaudo por impuestos indirectos que supera con creces el recaudo por directos, pero en la región el recaudo por indirectos en los últimos 15 años ha sido mucho mayor. Mientras que en Latinoamérica este recaudo ha oscilado entre el 8% y el 9% del PIB desde 1995, en Colombia estuvo entre 5.8% y 6.4% entre 1995 y 2000, ascendiendo a 7% del PIB en 2001. Se observa entonces un acercamiento paulatino al comportamiento promedio de la región, privilegiando los indirectos. Entre 1980 y 2003 en Colombia se llevaron a cabo ocho reformas tributarias, en los años de 1983, 1986, 1990, 1992, 1995, 1998, 2000 y 2003. La mayoría de estas reformas tuvieron como objetivo el aumento de los ingresos tributarios para asegurar así el equilibrio de las finanzas públicas a corto y mediano plazo. Si bien las diversas reformas tributarias lograron incrementar los ingresos del gobierno, los efectos de cada una fueron transitorios, lo que obligaba a realizar una nueva reforma. Ello contrasta con el aumento del gasto público que ha sido inflexible a la baja.
Últimamente los neoliberales han salido con la versión de que lo que hace que un impuesto sea progresivo es que se gaste en los pobres. No, dicen, “lo que hace progresiva una estructura tributaria no es que el impuesto lo paguen los pobres y que una pequeña porción se gaste en ellos mismos, sino que los impuestos los paguen los que más tienen y se gasten en los que menos tienen. Porque coger a los indigentes y sacarles diez pesos de un bolsillo para echárselos en el otro, si es que de verdad se los echan, por supuesto que no resiste análisis”.
Todas estas son las nuevas directrices de la concepción neoliberal. Decía George Soros, uno los grandes especuladores financieros del mundo, resumiendo el fenómeno, que en esta etapa de la historia los impuestos tienden a pasar del capital a los ciudadanos. Pero salvan al gran capital, los monopolios y las trasnacionales, porque incluso a los pequeños y medianos capitales los siguen sacrificando con tasas que, si existiera la proporcionalidad, debieran ser menores a la renta que se les cobra a los monopolios y a las trasnacionales. La proporcionalidad y la progresividad también debieran ser características del impuesto de renta, tal como ocurría antes de iniciarse la reforma neoliberal, cuando los gobiernos igualaron los impuestos de los monopolios y las trasnacionales con los de la sociedades limitadas, con lo cual hicieron el truco político de que cuando en Colombia se habla de subir el impuesto de renta, se sienten amenazados un buen número de pequeños y medianos capitalistas, a quienes convirtieron en escuderos de los intereses de los monopolios y las trasnacionales.
ESTRUCTURALES
En el siglo XXI ha habido 48 reformas tributarias en Colombia y solo tres de ellas, según los expertos, han sido estructurales. Tal cantidad de reformas advierten improvisación o falta de planificación en materia tributaria. Al principio, las reformas tributarias eran propuestas, únicamente, para proveer de recursos al aparato estatal, que necesita de ellos para poder ejecutar el Gasto Público, pero, desde 1990 las reformas son propuestas para que «generen empleo y dinamicen la economía», objetivo que, según algunos críticos, no se cumple. ¿Por qué en Colombia se hacen tantas reformas tributarias?, ¿es necesario que en Colombia se hagan tantas reformas tributarias?, ¿el Gobierno podría obtener los recursos financieros que necesita sin necesidad de acudir a una reforma tributaria?, ¿es necesaria y más recomendable una reforma tributaria estructural?
Críticos y estudiosos proponen una reforma tributaria estructural, otros aseguran que el Estado colombiano no recauda todo lo que debería, basan su argumento en la evasión, el contrabando y las generosas exenciones del Gobierno a los grandes empresarios.
Recordemos que en los últimos 20 años se han establecido impuestos como el gravamen a los movimientos financieros (4×1.000), el de patrimonio, se aumentó la tarifa del IVA a 19%, entre otros. Y, a pesar de ello, el recaudo en Colombia como porcentaje del PIB solo alcanza 19,3%, un nivel que es inferior al recaudo promedio de los países que componen la Ocde (33,8%).
Así las cosas, esta pequeña historia sobre la Reforma Tributaria, se convirtió este año en el florero de Llorente, provocando en Colombia inmensas manifestaciones, primero para que el Gobierno retirara el proyecto presentado ante el Congreso, y después desencadenando en la violencia que ha cobrado muertos, y acusaciones ante organismos internacionales de violaciones a los derechos humanos.