
News Press Service
Lula da Silva vuelve a la presidencia de Brasil. Lo hace con una victoria ajustadísima: ha conseguido el 50,9% de los votos frente al 49,1% de Bolsonaro, que mantiene su mayoría en el Congreso. Pero más de dos millones de votos le han separado finalmente de este líder ultraderechista que, al igual que Trump, ha sido desalojado después de un solo mandato. El negacionismo en la pandemia, que dejó más de 600.000 muertos en Brasil, y la vertiginosa deforestación de la Amazonía son sus herencias más devastadoras.
«El hijo de doña Lindu vuelve a hacer historia». Así arranca nuestra corresponsal, Naiara Galarraga, la crónica de una victoria que tiene todos los ingredientes de la épica: el primer obrero que llegó a la presidencia (2003-2010) resucita tras pasar una enfermedad y un año y medio en la cárcel por un caso de corrupción que luego fue anulado. Tiene 77 años.
El país más rico y poblado de América Latina consolida así el giro a la izquierda en el continente: las cinco economías más importantes de la zona coinciden por primera vez en esta tendencia: Argentina, México, Colombia, Chile y ahora Brasil.
Nuestro editorial subraya el deterioro democrático que ha provocado Bolsonaro: su desprecio a las instituciones electorales, los ataques a mujeres y minorías o la defensa de las armas. Y recuerda los retos titánicos de Lula: superar la fractura del país, sacar de la pobreza a 33 millones de brasileños, salvar la Amazonia. Es hora de cerrar una «etapa tóxica», concluye el editorial. Y de volver a la «senda de la convivencia». Que así sea.
Mientras escribo, Bolsonaro aún no ha reconocido la derrota.
El País