News Press Service.
Mayor General Juan Salcedo Lora
7 de mayo de 2021
En Colombia no cesa el conflicto, bien puede llevar ese simple título o complementarse con el de conflicto armado interno. Las armas siempre estarán presentes bien en manos de grupos subversivos, narcotraficantes, delincuentes comunes o como parte importante dentro de las “marchas pacíficas” convocadas inocentemente por centrales obreras, federaciones de estudiantes, universidades, grupo indígenas, y varias organizaciones más que dejan sus identidades plasmadas en las convocatorias.
Por allá en el 2015, el CIBOG[1] en 2015, anotó sobre el Conflicto en Colombia: antecedentes históricos y actores, que “La historia de Colombia en los últimos sesenta años ha estado marcada por el conflicto armado… Un método que en los años siguientes se fue reforzando con la irrupción del narcotráfico, el narcoterrorismo, la presencia de nuevos actores políticos y armados en un contexto de lucha revolucionaria, guerra fría y guerra contra el terrorismo que han ido transformando el conflicto en su razón de ser y métodos de subsistencia”.
Sencilla observación, sobre todo si no pierde el tiempo explicando que un Acuerdo Final, se festejó el 26-sept-2016 en Cartagena, que el 2-oct se cumplió un Plebiscito, con un resultado del 49,78% por el Sí, y un 50,21% por el NO. Que el gobierno consideró que el porcentaje tan cercano era como un empate, vendió esa idea y se la compraron los ganadores. De vivos e ingenuos Colombia está llena, por algo dicen aquí que, “el vivo vive del bobo”, así que, el 24-nov-2016 se reafirmó la derrota del plebiscito con el triunfo de los perdedores… nuevo festejo, para nuevo Acuerdo en el Teatro Colón, disque para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera por parte del presidente Santos y el hoy honorable (disque) senador Rodrigo Londoño. Pues bien, hoy el conflicto armado interno sigue y esa paz inestable se está haciendo dura, cual más, y duradera.
Un paro anunciado tempranamente se veía venir para el día del trabajo. Día curioso en el que nadie trabaja. Se sabía y los preanuncios se asomaron, solo faltaba un motivo que convocara más, y he aquí, que apareció antes del 1° de mayo como anuncio espectacular del gobierno, al proponer una reforma tributaria; todos a una, la sola noticia criticada en los medios, refutada por todos y magnificada por la corrientes políticas de oposición y de las otras, Francisco Maltés, de la CUT se lanzó, aprovechado las muletas ofrecidas desde la presidencia para aglutinar al país y mucho del extranjero, propone, dispone y convoca un paro general que va para interminable que se las pela. Se convocó para el 28, pero exitoso el ensayo, siguió el 29 y 30 de abril con movilizaciones ampliadas a otros espacios, en grandes y pequeñas ciudades. Gobierno retiró proyecto, pero el señor Maltés, imitando a un desconocido bichón maltés, perrito afectuoso, nervioso e inteligente, juguetón que disfruta como nuestro líder sindical practicando y sobre todo jugando, tanto con humanos como con Tribunales Superiores, a los cuales poco caso hizo, desequilibrado e indócil sin temor a sanciones, que al parecer nunca llegarán. Otras jornadas vendrían y hasta la fecha de emitir estas ideas ya no son marchas simples, son verdaderas catástrofes desbordadas de destrucción, vandalismo, terrorismo creciente, como sin querer queriéndolas. La Policía preparada debidamente, e indebidamente maltratada de todas las formas posibles, se defiende como puede y como no lo puede, en la desesperación de agresiones producidas por verdaderos combatientes urbanos procedentes de tantos actores armados ilegales.
En jornadas anteriores sucedió lo mismo. Alguien convoca pacíficas demostraciones populares a sabiendas que los criminales armados, preparados y entrenados harán de las suyas en medio de la violencia empleada. ¿Alguien responde? Ya está Francisco Maltés convocando otras jornadas pacíficas para 9 de mayo, nuevo paro nacional contra la reforma tributaria, pero anticipa que en lo sucedido los manifestantes no estuvieron involucrados en los saqueos registrados en varias ciudades: “Lamentamos los disturbios y saqueos ocurridos en Cali, en el
cual los manifestantes no estuvieron involucrados. Se excusó por lo de Cali, por lo demás, saber si tiene alguna responsabilidad, puesto que quién invita asume, pero alguien tendrá que exigirles a los convocantes un mínimo de repuesta en tal sentido.
¿Cómo puede la clase política defender y justificar estas acciones violentas haciendo mención del derecho que constitucionalmente permite la manifestación pública y pacífica? – Bajo ningún precepto se enmarcan las acciones vandálicas y terroristas en el derecho a la protesta ciudadana, tampoco es la indignación una excusa válida para justificar acciones violentas de quienes se valen de las emociones exacerbadas en medio de tanta crisis social y económicas generadas por la pandemia, ni mucho menos se puede pasar por alto el peligro que representan los infiltrados en estas concentraciones.
Varios artículos sobre antecedentes funestos de tales paros y movilizaciones, ha producido el Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos Políticos (IEGAP) que evidenciaban la presencia de infiltrados en marchas y manifestaciones promovidas por bandas delincuenciales y de las cuales se ha intentado sacar réditos políticos. Cita entre otros, es el documento titulado “El terrorismo de los infiltrados”, cuando manifiesta que además de ser necesarias las acciones inmediatas “para proteger a los ciudadanos y a la fuerza pública, no pueden haber en el país manifestaciones periódicas que sirvan para justificar acciones violentas, “no nos podemos acostumbrar a que los violentos ataquen a los ciudadanos y a los policías con este ánimo perverso de causar daños que pueden ser irreparables” (Lozano, 2020) (…) sin embargo, y más allá de estos delitos, investigaciones reveladas por el Diario El Tiempo aseguran que «Hay evidencia de nexos entre los agitadores y las llamadas redes de apoyo al terrorismo. Las autoridades tienen videos de cómo, en plenas movilizaciones, encapuchados recibieron dinero e instrucciones desde varios vehículos» (Unidad Investigativa, 2020). Esto, cambiaría el panorama de las manifestaciones y por ende debería replantearse el protocolo con el cual se enfrenta a estos terroristas en medio de las protestas”.
Diana Sofía Giraldo, ENS, franca y categóricamente se expresó así en su artículo “Apátridas”: Son tantas las imágenes, pensamientos y sentimientos que se agolpan por salir a borbotones, que la frase «dolor de patria» es un intento vano por cobijarlos a todos. Por contraste surge un nombre para llamar a los innombrables, a quiénes han diseñado y liderado el caos organizado y sistemático desde las sombras: Apátridas… En nombre de «los derechos» arrasan con la vida, incitando a una población desesperada al caos, la destrucción y la muerte… tristemente, en esta hoguera social el covid tendrá la última palabra y no ellos… escalofriante que le estén apostando a la muerte masiva de colombianos, mientras ellos se lavan las manos y levantan el dedo acusador señalando a otros. Los aplausos solapados de hoy serán sus lágrimas del mañana… No sólo duele el ver los hechos vandálicos, sino escuchar el lenguaje justificatorio que los acompaña, incluido el de la comunidad internacional, tan parcial y ajena, que al mostrar sólo una parte de la realidad diluye la verdad… Pregunta Diana Sofía: “¿Qué tiene que ver la reforma tributaria con el intento sistemático de quemar policías vivos en los CAI? Cuando se inició el paro ya la reforma se había caído por falta de apoyo político, o …. ¿Qué tiene de reivindicación de derechos destruir a golpes de rabia los sistemas de transporte masivo?… o ¿A qué población se quiere llevar al límite de la desesperación?… ¿En nombre de cual derecho a la vida se impide el paso de una ambulancia que lleva a una madre en trabajo de parto y que ve morir a su bebé mientras espera? – ¿Qué derecho se reivindica cercando a las ciudades por escasez de alimentos? – ¿Quién señaló como blanco al sistema bancario? – ¿Qué legitima el abuso de la fuerza, que exhiben algunos, en nombre de la autoridad?
“Iván Márquez se presenta triunfante llamando al pueblo a sus filas con la garantía de «secreto de pertenencia y compartimentación». Pero los interrogantes siguen: ¿Dónde está, por ejemplo, la condena clara y contundente del partido de los Comunes? Atención con quiénes reclaman triunfos con el retiro del proyecto de reforma tributaria y con esos políticos «mutantes» que fungen como estadistas y que son vistos por los revolucionarios como los «idiotas útiles».
“Duele ver un gobierno arrinconado. No bastaron las buenas intenciones. El costo de la inexperiencia le está pasando una factura muy alta… El Presidente creyó, ingenuamente, que podía gobernar solo. Ahora, su permanencia depende del auxilio de lo que queda del estamento político y de los pocos que aun creen en el bien común por encima de los intereses mezquinos y clientelistas… a cada uno de ellos lo juzgará la historia, porque si el Gobierno se cae, caerá sobre ellos. Es mucho el silencio y la meditación que necesitamos para recoger los escombros y reconstruirnos, pero empiezan a vislumbrase lecciones sociales y políticas. Nuestro próximo gobernante no puede ser un joven inexperto, ni un pirómano social, ni un tecnócrata sin alma, ni mucho menos un hombre fabricado por intereses foráneos. ¡Que el Espíritu Santo nos ilumine! – Y que ese mismo Espíritu Santo, le conserve el valor de seguir expresándose así, ante la insensibilidad de tantos apátridas causando el terror en Colombia.
Finalmente, el gobierno acudió al recurso del Artículo 170, sobre Asistencia militar que contempla el Código Nacional de Policía, que como instrumento legal puede aplicarse cuando hechos de grave alteración de la seguridad y la convivencia lo exijan, o ante riesgo o peligro inminente, o para afrontar emergencia o calamidad pública, a través del cual el Presidente de la República, podrá disponer, de forma temporal y excepcional de la asistencia de la fuerza militar. La asistencia militar se regirá por los protocolos y normas especializadas sobre la materia y en coordinación con el comandante de Policía de la jurisdicción. Por fortuna la milicia no duerme…
Preparación de la Fuerza Militar para intervenir.
“Si usted comandante tiene su unidad integrada, sin grietas, todo el personal sabe qué hacer, si su unidad tiene una capacidad de reacción, si están mentalizados que las cosas en el Ejército se necesitan de manera expedita, si además tienen las habilidades con alto nivel de pericia, y si todos los procesos y actividades son con la más alta calidad, señores, tenemos un Ejército en la cúspide del poder de combate”, fue uno de los pronunciamientos que hizo unas años atrás, quién hoy comanda el Ejército Nacional, General Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda.
Porque la seguridad y la defensa hacen parte de los intereses primordiales de toda forma de organización política desde la antigüedad hasta la actualidad, a los cual no son ajenas nuestras FFMM, con objetivos prioritarios para cumplir un rol tan esencial como cualquier nación debidamente organizada en el mundo. No se improvisa, se planea como siempre para una crisis como la actual producida por vándalos y terroristas. Entre los nuevos manuales producidos como parte de la Doctrina Damasco, están el MFE 3-28 Apoyo de la defensa a la autoridad civil y el MFE 3-07 Estabilidad, de cabal aplicación en caso del empleo de la fuerza militar.
En Colombia esto no es la excepción pues la Fuerza Pública está constituida desde hace 200 años aproximadamente por la Policía (1891) y las Fuerzas Militares (FF.MM): Ejército (1819), Armada (1810) y Fuerza Aérea (1921). De hecho, hasta 2018 las FF.MM eran la institución estatal con la mayor favorabilidad ante los colombianos (71%, encuesta Gallup). Ahora bien, estos resultados no sorprenden si se tiene en cuenta que Colombia tiene uno de los conflictos armados más prolongados en el mundo, más de medio siglo y son las FF.MM las que han afrontado esta amenaza interna de forma directa y quiénes representan al Estado en las regiones más apartadas.
El Ejército
Nacional de Colombia (EJC) cumple como siempre un papel esencial en la defensa
y seguridad de Colombia, con el uso acertado del poder terrestre para prevenir,
planear y vencer a los enemigos de la paz y la tranquilidad ciudadanas.
Generación tras generación el ejército ha adquirido la experiencia con
resultados excelentes en las diferentes etapas de la violencia, desde aquellas
de raigambre política a la subversiva en el transcurso del conflicto armado
interno, que hoy lo colocan en niveles ejemplares en el contexto de la
preparación moral, física y procedimental a nivel internacional. Suficiente
sería la demostración palmaría de obligar a las Farc-ep a tener que buscar la
negociación política, so pena de sufrir la derrota total que se le avecinaba en
los campo de una guerra infructuosa pretendiendo el poder por la vía armada.
[1] CIDOB, Barcelona International Centre for Affairs, publicaciones 2015