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Periódico del Meta
Por Lina Herrera / Especial Periódico del Meta
Desde la urbanidad a la que nos hemos acostumbrado, imaginar una inmensa selva cerrada, con árboles gigantescos a cuyas raíces casi no llega la luz solar, podría parecer difícil. Un escenario lleno de tonos verdes que se ambienta con el canto de aves desconocidas en el cielo y el sonido de algún animal salvaje en tierra.
Estas selvas amazónicas, visibles en los medios de comunicación por la búsqueda de los cuatro menores que después de un mes aún aparecen, no son la única vez que se han convertido en escenarios de infortunados que se pierden en sus laberintos.
Pero la selva del Guaviare no ha sido la única en desviar el camino de personas que por algún motivo terminan internas en su manigua. En el departamento del Guainía, el cual es destacado por los grandes Cerros de Mavecure, se perdió el rastro de dos personas que desaparecieron de manera misteriosa. Para empezar a describir los casos, hay que ubicarse en el municipio de Barrancominas y sus alrededores.
Según relata Wilter Rodríguez, presidente de la Asociación de Cabildos y Autoridades Indígenas de Guainía y Vichada (Asocauniguvi), hace casi un año, en julio del 2022, un extranjero que residía en la inspección de La Unión, salió en compañía de otro hombre hacia la selva en busca de semillas y frutos como el ‘seje’ para su alimentación. El extranjero se alejó de su compañero asegurando que ya regresaba, pasaron las horas y no retornó. La comunidad entró en alerta y emprendió su búsqueda mas no obtuvieron pistas, solo una camiseta, un camino marcado sobre la tierra improvisadamente y unos cuantos pedazos de ramas.
Meses después, en diciembre, se desvanecieron las huellas de un joven indígena de aproximadamente 16 años perteneciente a la etnia piapoco y a la comunidad Pueblo Nuevo del resguardo Laguna Colorada, también en jurisdicción de Barrancominas. Wilmar Ulloa salió a trabajar junto a su padre en inmediaciones de la laguna, que limita con el Vichada.
“El padre había salido hacia un barranco, el joven se fue con su tío (ambos menores de edad) y quedaron de esperarlo en un bote por órdenes del papá. Sin embargo, el muchacho quiso salir de ahí y se fue río arriba, aproximadamente 200 metros por la ribera, con la intención de buscar palos para ayudar en el trabajo y así agilizar la labor. El muchacho salió hacia el monte y quedó de encontrarse junto a sus familiares unos metros después. El muchacho nunca apareció”, relató el líder indígena.
Tras la larga espera del joven, su padre impartió búsqueda sin hallar algún rastro o posible pista. La guardia indígena se unió y durante una semana recorrieron la zona sin encontrar indicios que los llevara a su paradero.
La Fuerza Pública también se trasladó hacia la zona en diversas ocasiones con el fin de encontrar al joven o alguna pista, pero se devolvieron sin obtener la mínima información al respecto.
El 18 de mayo, un nuevo caso de desaparición volvió a estremecer a Barrancominas pero esta vez tuvo un final diferente. En Arrecifal, un pequeño sector rural del municipio, José Antonio Muñoz, habitante de la zona, salió hacia una zona boscosa cercana a su finca, en compañía de dos hombres con los cuales pretendía realizar un negocio. Estos llegaron a un terreno en donde se encontraban dos árboles que Muñoz buscaba venderles, pero la situación se tornó alarmante y tomó otro giro cuando el hombre quiso ir a buscar otro árbol y pidió ser esperado. Horas más tarde, los clientes se sintieron confundidos al no verlo regresar, así que se devolvieron y advirtieron a la comunidad de lo sucedido.
Nuevamente la guardia indígena lideró la búsqueda del hombre: “durante 8 días, en compañía de colonos, se hizo la búsqueda. Él relata que en 10 minutos de camino sintió que alguien le habló, la selva. Le dijo ‘siga que no se va a perder’. A la media hora se convirtió en la voz de una mujer que según él lo acompañó durante cuatro días. Al quinto día volvió en sí y empezó a caminar buscando salida de la selva”, contó el líder de Asocauniguvi.
La Cruz Roja, Defensa Civil y demás organismos de rescate del Guainía también acompañaron la búsqueda del hombre. Muñoz fue encontrado en un mal estado de salud, presentaba deshidratación, picaduras de insectos y heridas en sus pies que evidencian las largas caminatas que realizó durante los días de pérdida. Fue trasladado a Inírida para evaluar a fondo su estado de salud.
Una desaparición conocida fue la de Andrés García, agente del CTI, quien en el 2014 buscaba descender desde un helicóptero para recolectar pruebas de un bombardeo realizado a un campamento de las Farc en la selva del Guaviare. El agente quedó enredado en la cuerda en la que pretendía bajar, optó por cortarla y cayó al fondo de la inmensa selva.
Durante once meses se estuvo buscando a García que nunca apareció, pese a que en el primer mes se encontró su morral y fusil. En el transcurso del tiempo y con medidas desesperadas se llegó a contratar una vidente para hallar su ubicación, pero según la mujer, la frondosa selva no le dejaba ver alguna señal del agente.
Árboles tan altos que impiden ver el cielo; caminos extensos que pueden parecer laberintos, tierra fangosa que disminuye los pasos, además de animales peligrosos que habitan las zonas, son apenas algunas de las cosas que se saben de las inmensas selvas de la Amazorinoquia y que ni siquiera las comunidades que habitan cerca a estas han podido conocer a profundidad.