Por Elías Prieto Rojas
Agobiado en mi casa por dos factores centrales como lo puede ser la falta de liquidez y la soledad del encierro, a ratos como que deseáramos apagar la luz y salir corriendo, pero en un instante, y no supe a qué horas, apareció el mariachi y entonces el corazón empezó solito a danzar y el baile se apoderó de mí y bueno… el sol lo vi más brillante y el aire como que lo pude respirar mejor y las nubes blancas hicieron mil figuras y afuera en el jardín los cartuchos enhiestos brindándose íntegros y “todo me gusta de ti, me basta lo que tengo para amar, ven a mí, por Dios”… Tremendo bolero. Arrullado… “me gusta todo lo tuyo y ya no cabe más adoración”… hasta pronto, y se fueron los cantantes, y todo quedó en silencio, y ahí pude notar la importancia de los artistas. Si con ellos el mundo se mata a bala, qué tal sin ellos. Así que y como siempre, bienvenida la poesía y la literatura y el baile y la pintura… porque necesitamos soñar, volar, ir de viaje, caminar de cara al sol; y el mar que nos lleve de la mano y la música que nos transporta. Es necesario que haya más artistas sobre la tierra. Así que mi hermano, o mi hermana; no cejes en tu empeño de ayudarle al mundo: canta, baila, haga reír, o derrúmbese a carcajadas sobre la mesa, o debajo de la silla, si es preciso, pero nunca deje de amar, pues la inspiración produce poetas, escritores, pintores, cineastas… y el mundo necesita a los artistas como el agua. Por eso, sé feliz con tu arte que es el mismo mío. Que soñemos porque mi arte y el tuyo serán siempre los mejores y más grandes propósitos de solidaridad sobre la tierra. Ánimo artista, que vendrán días de nobles realizaciones y por eso el mundo nos necesita para que sigamos cantando… solamente una vez, amé en la vida; solamente una vez y nada más… solamente…