
News Press Service
Los conflictos internos de Tolstoi y Sofía se yuxtaponen con los conflictos morales y psicológicos que Dostoievski exploró en algunas de sus obras.
Cuando Sophia leyó subrepticiamente algunas de las memorias de su marido Tolstoi, quedó horrorizada y completamente conmocionada, ya que él a veces la describía como una tonta y otras como una villana que lo acosaba y trabajaba para aislarlo de todos sus amigos.
Sophia admite que decidió escribir sus memorias con todos los pequeños detalles cotidianos que contenían, y que su objetivo al escribirlas era presentar el relato correcto de la relación conflictiva, en contraste con el relato de la otra parte, Tolstoi, que en su opinión está lleno de distorsiones y evasiones de la verdad.
Sin embargo, en el fondo, todavía sentía que la batalla entre ella y su marido, Tolstoi, no era en absoluto igualada, ya que Tolstoi fue capaz, con su poder, de imponer su propia visión de los acontecimientos en el mundo, convirtiéndola en una versión modificada de la dominante esposa de Sócrates, Kazantip, que no dudó en castigarlo duramente, e incluso azotarlo con un látigo.

Sofía se dio cuenta de la corrupción de la justicia terrenal y de su preferencia por los más fuertes e influyentes, por lo que no encontró otra alternativa que apelar a la justicia celestial, absolviéndose de cualquier responsabilidad importante por el daño a su matrimonio, y le gritó con amargo dolor: “Oh Dios mío, ayúdame a soportar este dolor”. Tolstoi sigue presentándose a la posteridad como un mártir y un pecador.
En este llamamiento de Sofía hay un eco inconfundible de los dilemas morales y existenciales que Dostoievski exploró en su obra. Su clamor nos recuerda a los personajes de Dostoievski que cayeron en el torbellino de sus propias contradicciones, oscilando entre la culpa y el perdón, entre el deseo de justicia y la imposibilidad de lograrla en un mundo que siempre parece favorecer a los más fuertes.
Como Raskolnikov, que intentó justificar su crimen ante una justicia que parecía no regirse por principios divinos, o como Ivan Karamazov, que cuestionó la existencia de Dios ante el sufrimiento de los inocentes, Sofía también se encuentra atrapada en un conflicto en el que su verdad parece condenada al olvido, mientras la historia se doblega ante el carácter de su marido.
Quizás, en otro mundo literario, Dostoievski y Tolstoi podrían haber estado discutiendo esta injusticia, la soledad de quienes no pueden imponer su versión de los hechos y el peso de una conciencia que nunca deja de cuestionar.
La verdad, la culpa y la justicia son temas universales en la literatura rusa.