
News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Los cuatro hombres tienen en común una historia similar. Todos decidieron formar un hogar, tener una familia y llegar a la senectud para disfrutar de sus últimos años rodeados de sus hijos y nietos para luego partir a la dimensión desconocida. Pero, algo malevo en el viaje se les atravesó y en este momento andan por ahí a la vera del camino y sin rumbo fijo, vaya usted a saber por qué. O bueno, sabemos cuál fue el motivo principal y por eso, bien podría llamarse esta crónica: «una decisión equivocada».
El primero de los elegidos se llama Jacinto, un aprendiz de político: demasiados años detrás de los poderosos, aunque hoy se halla a punto de conquistar su pensión. Saldrá, después de todas sus peripecias, con buen billete, sólo que vivirá sin compañía femenina porque decidió separarse, en un mal momento, de su compañera, quien y a pesar de todas sus bellaquerías, parece ser que lo quería. Por estos días Jacinto me confesó que deseaba pegarse un tiro porque no soporta la soledad.
El segundo de nuestros entrevistados es un hombre -Reinaldo-, de buena cuna. Viajó a Europa cuando era un mozuelo, estudió en los mejores colegios de Bogotá, y estuvo en las altos círculos de la clase media, pero su amor desenfrenado por las féminas lo obligaron a separarse luego de poseer el incondicional amor de una abnegada esposa, a quien hizo a un lado, a su compañera de toda la vida; a ella la abandonó por una profesora que lo dejó tirado en el asfalto luego de aburrirse de su poco espíritu de lucha y de sus mínimas ganas de emprender algún tipo de actividad remunerada. Hoy vive solo, el ya fallido mujeriego, al amparo de su hijo quien vive y tiene su hogar en el Canadá. El muchacho le envía uno que otro dólar, sólo que Reinaldo todavía vive de sus recuerdos intentando a diario hacer cualquier maroma para sobrevivir. Lo último que me confesó es querer servir de mula y hasta puede que lo cristalice porque tiene un sobrino especializado en lavar dólares y que al parecer lo quiere mucho. Al menos, eso es lo que pregona Reinaldo. Y remata que «todo lo que uno se proponga lo logra».

El tercero de nuestros varones puede ser el más avispado de todos, Bernardo, pintor de brocha gorda. Locuaz y bullicioso «el artista», aunque se le abona su picaresca. Sin embargo, es todo un picaflor. Se le han contado más de cinco mujeres con las que ha intentado formar hogar, pero con ninguna ha logrado estabilizarse. Y el varón logró dar un salto de calidad al posicionarse como motivador y conferencista casi que profesional, pero, cosas de la vida, en estos momentos es caminante, un andariego, con varios hijos de sus diversas mujeres, que poco o nada le colaboran. Ninguno de ellos se preocupa por el viejo argumentando que, si no hizo nada por los hijos, cuando podía, ellos tampoco moverán ahora un dedo para ayudarle. Así está, sobreviviendo, y cuando lo encontré en mis consuetudinarios viajes me contestó: «Acá esperando». Y cuando quise que me explicara, me contestó: «Acá esperando la muerte»…
El cuarto personaje de nuestros invitados es Vinicius. Una sola mujer se le conoció. Ella se aburrió de su compañía porque Vinicius resultó ser ludópata. La mujer trabajaba de madrugada hasta el anochecer, pero el varón oficiando de taxista, al menor descuido de la dama le sonsacaba dinero para jugar con la excusa de… «El carro tiene sus desperfectos y es necesario que el mecánico me lo ponga a punto», y en ese plan hizo que Leidy perdiera mucha plata. La pobre muchacha, porque siempre quiso a su Vinicius, toleró y toleró hasta que el taxista la reventó, es decir un día cualquiera Vinicius se regresó donde su mamá y cuando Leidy se enteró ya le iban a embargar su tienda y todos sus activos porque el hombre le robó para pagar sus deudas, más de cinco millones…
Cuatro historias de cuatro malévolos individuos que tienen sólo para destacar su mal proceder, porque engañaron a sus propias mujeres y ahora viven solos, decrépitos y abandonados, sin quien les tire un vaso de agua y lo que es peor: rumiando sus errores y deseando hoy más que nunca contar con una compañera.
No sé si alguna de las chicas que leen esta crónica se anima a capturar a uno de estos grandes y valiosos «buenos partidos»; tal vez yo me haya equivocado. Porque es posible que estos cuatro varones merezcan una nueva oportunidad… Entonces, y para terminar: ¿con cuál de todos, usted se quedaría, mi apreciada dama?
Febrero 25 de 2025