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Por Luis Fontalvo Prieto. Director Colegio de Abogados del Caribe
La socio-psicología nos ofrece una definición básica de la personalidad: “es la integración de todos los rasgos y características del individuo que determinan su comportamiento social”
La personalidad, según los socio-psicólogos, se forma en función del desarrollo del individuo bajo las condiciones sociales que lo rodean que son las que modulan su conducta pública, además, consideran que son primordiales dos conceptos, el temperamento y el carácter.
El temperamento es el modo como el individuo enfrenta y reacciona ante situaciones determinadas, se tiene como el componente que viene con el individuo, de su naturaleza, es instintivo y emocional;
El carácter es la parte subjetiva, se refiere a cómo está organizada la cabeza del individuo, a los principios y valores que nutren sus opiniones y juicios de valor, aquí es donde corresponde la valoración ética referida al comportamiento de las personas y a los estragos que en ella pueden causar los dogmas para llevarlo a la estupidez o falta de entendimiento para comprender las cosas.
Ninguno de estos conceptos primordiales para definir la personalidad, escapa al valor que tiene la experiencia o exposición a los factores del medio donde se desenvuelve el individuo.
Esta modestísima apelación a la escasa información psicológica que poseemos sea más bien una exhortación a quienes profundizan en el estudio de la mente y el comportamiento social, a propósito del peligro que encierran las agresivas manifestaciones del dogma político en el escenario gremial, partidista y callejero.
Todos somos conscientes de los dolores y muertos por cuenta de la estupidez en la lucha política, los que poseen el conocimiento sobre los meandros de la personalidad y el comportamiento seguramente pueden brindar luces contra conductas relacionadas con el sufrimiento padecido por causa de rencillas de vieja data.
*Coordinador Comisión Ética de la Corporación Transparencia Jurídica Internacional-CTJI